Friday, February 28, 2014

Hay zonas de Bilbao que dan verdadero asco. Lo veo desde aquí, desde la ventana izquierda de este tren de cercanías. Edificios en ruinas, polvo, decadencia. Fábricas que un día funcionaron y ahora son sólo ceniza. Hierro, chatarra, escombros por todos lados. Y a su alrededor, edificios que parecen cárceles. Intentando alzarse victoriosos en una ciudad que no deja espacio para los sueños. Más altos para que entren más personas, apelotonadas, hacinadas, viviendo en 60 o 70 metros cuadrados, creyendo que han conseguido un trocito de paraíso. Jamás compraría nada parecido. Pero estoy destinada a lo mismo ¿no? Al menos no viviré en un piso más alto que el tercero, y yo tenderé la ropa en el balcón. Que vengan a impedírmelo. A veces pienso que la vida bajo las estrellas sería mejor. Y luego recuerdo que aquí siempre llueve. Tu alma por un techo. Este pedazo de infierno no es para mí.

Pero entonces, ¿dónde me meto?
Y me emocioné.
Porque sus palabras me llegaron
hasta el rincón más dañado del corazón,
y aliviaron parte
de la tristeza que a veces
me inunda.
Me pintó de colores
y me iluminó,
e hizo de mi día,
un día perfecto.
Con noches así
que le jodan al mundo.

Y quiero que sepa,
que me tiene
en las buenas,
en las malas,
y en las peores.
Ahora
y siempre.

Si la tuvierais de compañera de sofá,
entenderíais de lo que hablo.

Eres mi sonrisa,
mi hermana.
Y te quiero lo que no está escrito.





Thursday, February 27, 2014

Creo que que me voy a quedar despierta un rato largo.
Escucharé ese disco unas cuantas veces.

Todo es sangre y vísceras.
Vómito revuelto por el suelo.
La realidad sangrando
de una muñeca
rajada.
Y el amor
está echando un pulso con el sexo.
No sé quién va a ganar.
A mí no me lo cuentes.

Podredumbre.
Indiferencia en todas las esquinas.
Y las mismas agujas del reloj
dando las mismas vueltas.

Es sólo un día más,

Mi madre me parió
y la luz me cegó por un momento.
Hasta que me di cuenta
de que lo habitual suele ser la oscuridad.

Tranquilo,
cambiaremos los papeles.
Y que el sol
se lo curre un poco más.

Ella no me trajo al mundo
para llorar.
Me trajo para que le diera
una patada a la tristeza,
y para que saltar
fuera mi forma de andar.

Lo estoy haciendo.
Por ella.
Porque ensangrentada
y con dolor
me dio la vida.
Me toca devolvérsela,
de mi puño y letra,
y con mi sangre.






Wednesday, February 26, 2014

Tengo veintitrés años.
Es el último día con veintitrés años.
Nunca volveré a tener veintitrés.
Nunca volveré a este momento.

La vida es movimiento.






No te sé explicar
esta locura aleatoria
y estas ganas de gritas, que sí,
que me importa.
Tanto como para
dejarme la piel
y el alma.
Y una gota de sangre en cada intento.
No me digas que tiene
esa cara que me hace
sentir en casa cada
vez que la veo.
Es mi suerte,
mi amuleto.
Un motivo para
sonreír y no dejar
de hacerlo, aunque venga la tormenta.
Hace que nada de tanto miedo,
suaviza los bordes afilados de la vida.
Y a su vera,
a su vera, verita, vera,
el sol brilla más fuerte.
Joder que sí.
Y de todos los meses, Febrero es el especial, el que tiene 28, y 29 cada cuatro. Por eso los de Febrero somos especiales. 

Tuesday, February 25, 2014

Todavía tengo en un rincón
el balón esperando.
Por si algún día
quieres jugar a eso
de tu de portero
y yo de a tirarte por el suelo.
No sé, nunca fui demasiado buena
dándole al balón,
por eso de que no entrené,
y nunca me atreví a apuntarme
al equipo del pueblo,
porque a ellas no las conocía
y mis amigas hacían balonmano.
Pero creo que si volviera
a ese campo de fútbol
de asfalto,
regatearía otra vez
como cuando lo hacía con ellas,
cuando tenía algo así como ocho años.
Y no me digas por qué,
creo que formaríamos un gran equipo
sobre el terreno de juego.
Y fuera,
ni te cuento.
La vida es cuando menos te lo esperas.
He terminado de reírme
del chiste ese
en el que uno aparece siempre tarde.

Pongo la vida en modo aleatorio.
Y que fluya,
o lo que quiera.
Quizá en alguna de esas tormentas
me encuentre contigo.
Sin paraguas,
con el pelo mojado,
y con una sonrisa a medio esbozar.
No creo que quieras venir conmigo
a saltar los charcos
y a hacer el payaso,
como en esas noches de verano
en las que me convierto
en niña.
Y por si a caso no te voy a preguntar.

Ya sabes que si quieres
quemamos el mundo.
Sólo tienes que hacerme una señal.
M de martes
y de más cosas interesantes.
Llegar a casa de clase y ponerte a barrer.
La mierda es infinita,
como el universo
o la estupidez humana.
Ya lo dijo Einstein.
Yo sólo quiero escribir.
El viento es frío
y no quiero salir a la calle.
Lo peor de Bukowski es que
se acaba antes que el chocolate.
Eso es muy rápido.
Y el bus no es igual sin él.
¿Cuál es vuestro libro favorito?
Quedan dos días
para envejecer oficialmente,
aunque cada día soy 24 horas más vieja.
Los que voy a cumplir.
Voy a verles la cara a mis dos pequeñajos.
Y mis auto-regalos me hacen feliz.
No necesito demasiado,
un balón y tres libros
bien elegidos.
Tengo ganas de salir al patio de atrás de mi casa
a darle patadas al balón.
Ese sonido es el mejor del mundo.
¿Y ellas dónde están?
Las quiero conmigo.

Lo mejor de la vida es vivirla.
Y las arrugas sólo
deben indicar el lugar de
las sonrisas
y los gestos divertidos.
Ya no me importa que pasen las horas.
He hecho las paces con el reloj.
La taquicardia en mi es muy común.
Como el constipado
o la falta de sueño los lunes por la mañana.
Cereales,
y que le jodan al mundo.

Soy intermitente.
Como los semáforos
en esos cruces
que te ponen de los nervios.

En el océano de su piel
perderse era tan fácil
como pestañear.
Se anclaba a sus lunares
aferrándose a su cuerpo
para que no se la llevara
el vendaval.
Y colgada de su pecho
en esas noches
sin luna
rezó
en silencio
para encontrar una manera
de quedarse para siempre.

Pero el alma de un pirata
pertenece al viento.
Y el naufragio
estaba a la vuelta de la esquina.
Puso rumbo al horizonte,
poniendo el mundo del revés,
y mar y cielo
entre las dos.

En el timón,
cosió con ternura
el mapa de su cuerpo,
ese que se sabía de memoria
de tanto leerlo en braille
cuando el mundo dejaba
de gritar.
Para no olvidarse nunca
de cuál era el puerto
al que pertenecía su navío.
Para no olvidarse nunca
de cuál era su tesoro.

Porque volvería.
Daría la vuelta al mundo,
sufriría cien mil tormentas,
se moriría de sed y de hambre,
y casi desfallecería.
Pero desde luego que volvería.


Me encantan los diálogos.
Era la amiga pesada. Esa que siempre tenía algo que decir que a nadie le importaba. Y menos a él claro. Él se pasaba media vida intentando esquivarla, siempre con cariño, eso sí. Y ella se pasaba la otra media intentando hacer que él se fijara en ella. Que dejara de verla como la amiga patosa y la viera como algo un poco más interesante. Pero era imposible. Era la chica corriente, la del montón. La que no vestía bien, ni llevaba bien el pelo. La que no tenía una voz dulce, ni un oyuelo en la comisura de la boca, ni los ojos claros, ni nada. El patito feo del pueblo. Y en aquellos días, bajo el sol de agosto, ella más que nunca quiso tocarle el corazón. Pero él sólo tenía ojos para otra. Y como buenos amigos que eran, en esos momentos en los que ella se callaba, y el podía hablar, le contaba cómo se había enamorado de la chica rubia que vivía en la casa de la calle de arriba, y cómo era la criatura más maravillosa del mundo, y cómo podría dar la vuelta al mundo sólo por verla sonreír. Y ella, con sus zapatillas viejas, y sus granos en la cara, respiraba hondo, tragaba saliva e intentaba ignorar las ganas de vomitar que le creaba todo aquello, intentaba aconsejarle de la mejor manera posible, animarle a que diera el paso, a que fuera a por ella, a que no se quedara ahí parado como hacía siempre. Y es que a pesar de que se le abrían las carnes cada vez que él pronunciaba su nombre, lo único que quería era que él no dejara de sonreír nunca. Porque no había visto nada más bonito jamás. Porque por su sonrisa, el dolor merecía la pena.

Monday, February 24, 2014

Voy andando,
y mil ideas en la cabeza.
Palabra tras palabra,
esto es un no parar.
No tengo dónde anotarlas,
y lleno el borrador del móvil
de notas absurdas
y sin coherencia,
con la intención
de poder cohesionarlas en casa.
Son ovillos de hilo
que luego tejeré.
Una obsesión que me quema
las entrañas.
Una locura impregnada
en cada paso
que no me deja pensar en nada más.
Alivio y tormento
de un alma
torturada
por la incesable 
necesidad
de combatir
el folio en blanco.
No sé qué más puedo deciros.
Es lo único que hago un poco bien.
Salgo del metro en medio
de una marabunta de gente.
Somos zoombies
que caminan con rumbo fijo.
Sin mirar a los lados,
sin cambiar el ritmo,
sin plantearnos el por qué de las cosas.
¿Por qué estamos aquí?
¿Por qué me pesa tanto el alma?
¿Por qué a nadie le importa con
quien comparte el vagón,
con quien sube las escaleras?
Nadie se preocupa por nadie.
Todos metidos en nuestra propia burbuja.
Alienados.
De casa al trabajo, y del trabajo a casa.
Y así día tras día.
Sin un respiro,
sin un hálito de luz,
sin un cambio de sentido.
¿Seré yo tan solo una zoombie más?
¿O el hecho de estar escribiendo
sobre el hecho de ser zoombies
me aleja un poco de esa
zoombie-existencia?
No tengo ni idea.
Sólo sé que a veces me entran ganas de vomitar.


Leo a Bukowski en el metro,
el mundo no existe.
Ni siquiera ese pedazo de cielo azul
que me hace respirar.
Las palabras se apoderan del
espacio-tiempo.
Estoy leyendo cosas
que escribió hace más de veinte años.
Me remueven.
Sólo consigo parar
cuando esa voz femenina
anuncia mi parada.
Me engancho a esas líneas
como el yonki
al caballo.

La clave está en el movimiento.
I'm sorry to tell you this,
but I'm in love with Bukowski.

https://soundcloud.com/make-bing-cooper/nadie-les-dijo-a-las-olas


Que nadie nunca les dijo a las olas hasta dónde podían llegar.
Llegaban hasta más allá de la orilla.
Y a veces, cuando el viento soplaba fuerte,
podían engullir toda la playa.
Ya ves, ellos creían que las tenían controladas.
Así es el amor, ¿sabes?
Una ola que no sabes hasta dónde va a llegar.
A veces apenas roza la orilla,
otras acaba con todo.
Y tú no puedes controlarla.

Y así fue esa vez, como todas las posteriores creo.
Recuerdo que me llevó por delante
como un jodido huracán
que levanta todos los tejados,
y lo deja todo en ruinas,
totalmente devastado.
Así me quedé,
totalmente devastada
por la intensidad
con la que entró
esa mirada en mi entrañas,
ese oyuelo en mi cabeza,
esa voz en mi corazón.

Ahora no sé lo que le diría,
de tenerle aquí delante.
Sólo sé que el mundo se detuvo,
y tuve un motivo para sonreír
a las 6 de la mañana,
para mirar al cielo
y pedir esos deseos
a esas estrellas fugaces
que caen a principios de agosto.

Y es que fue así,
fugaz,
como una ola que se levanta con fuerza
pero rompe enseguida porque
ha llegado a las rocas,
y contra ellas no tiene nada que hacer.
Un ola que me marcó para siempre
en ese punto exacto del alma
donde necesitaba urgentemente
une tirita o una gasa,
algo que me tapara
las cicatrices
que me había dejado la vida,
alguna de esas noches
de borrachera mala.

Tengo que decir,
que me curó del todo.
Que volví a creer
en el brillo de unos ojos,
en el tacto de una piel,
en el susurro de una voz
que suena a casa.

Tengo que decir,
que si no fuera por él,
esa canción no tendría tanta fuerza,
y mi mirada no sería tan abierta,
y no tendría tantas ganas de saltar para intentar
tocar el cielo.

Que si no fuera por él,
no habría tenido valor
para saltar otra vez
a ese mar al que te arrastra esa ola.
La ola que no tiene límite,
la ola que te lleva,
y te suelta donde menos te lo esperas,
con el pelo enredado,
y a punto de ahogarte,
y con ese sabor a sal,
que a veces
nos hace estremecernos.

Que si no fuera por él,
tendría más miedo del invierno.




Le dijo que ya no la quería,
que se había asomado otra flor a su ventana.

Una con un color más fuerte,
y un olor más suave.
Con menos espinas.
Era un flor perfecta,
de esas que quedan bien
en cualquier rincón de la casa,
o enganchadas en el
botón de una chaqueta,
o a un lado
de una melena recién peinada.
Una de esas,
que hace que las demás
parezcan flores apagadas,
grises,
sin ningún matiz especial.

Y allí se quedó.
Con esa flor perfecta,
pero más aburrida
que ver a los trenes pasar.
Era preciosa,
pero no tenía fondo.
Los días pasaban
sin ton ni son,
sin magia, ni pasión.
Sin fuegos artificiales.

Y entonces
se acordó
de cuanto le gustaban las espinas.

Sunday, February 23, 2014

Sigo buscando ese incendio
que me arrase viva,
que no me deje espacio
para más.
Me desangro por momentos.
Este incendio
sabe diferente.
Estoy a punto
de convertirme
en puta ceniza.
Para resurgir,
y no volver.

A su lado,
todas las tías con el mejor escote del mundo no valían una mierda.
Ella era la del mejor culo,
la de la sonrisa que te hacía desmayar.
No quiero cambiar de bando
antes de que acabe la guerra.
Prefiero quedarme aquí,
en nuestra trinchera.
La que construí con sueños
que no llevaban
dirección
ni código postal.
Porque si todo se derrumba,
quiero perder en mi terreno,
con tu corazón en la mano,
y mis lágrimas
a tus pies.
Y que los historiadores
dejen patente
que jamás salí huyendo,
ni cambié de bandera.
Que la sangre que derramé,
llevaba tus iniciales.
Creíamos que esos días (y esas noches) no se acabarían nunca.

Bukowski
Me gusta mirar a mis gatos, me relajan. Me hacen sentirme bien. Pero no me metáis en una sala llena de humanos. No me hagáis eso jamás. Sobre todo en un día de fiesta. No lo hagáis.

Bukowski

Friday, February 21, 2014

Acabaré por volverme loca, pero tranquila, tengo chocolate en el armario. Lo que más me va a costar es olvidarme de la cara que ponías cuando tenías sueño o de cómo te frotabas los ojos después de llorar. Ah, y también de cómo intentabas meterme mano siempre por debajo de la mesa aprovechando que el camarero no estaba mirando. Aquellas noches fueron muy interesantes.

Espero que ella sepa hacerte reír a carcajadas y que no te deje nunca volver sola a casa.

Nunca tuve buena suerte.
De todos los antros de mala muerte de aquella ciudad tuve que meterme en ese.
Y con todas las princesas que había en el bar,
tuve que irme contigo.
Con la que llevaba la manzana
debajo de la falda.
Envenenada,
por supuesto.
No hay que lamentarse por la muerte, como no hay que lamentarse por una flor que crece. Lo terrible no es la muerte, sino las vidas que la gente vive o no vive hasta su muerte. No hacen honor a sus vidas, les mean encima. Las cagan. Estúpidos gilipollas. Se concentran demasiado en follar, ir al cine, el dinero, la familia, follar. Sus mentes están llenas de algodón. Se tragan a Dios sin pensar, se tragan la patria sin pensar. Muy pronto se olvidan de cómo pensar, dejan que otros piensen por ellos. Sus cerebros están rellenos de algodón. Son feos, hablan feo, caminan feo. Ponles la gran música de los siglos y no la oyen. La muerte de la mayoría de la gente es una farsa. No queda nada que pueda morir.

Bukowski
"I think I'll miss you forever."
Cuando agarras a estos tipos y los pones junto a los hombres que veo caminar por la calle, o comer en los cafés, o aparecer en la pantalla del televisor, la diferencia es tan grande que algo se retuerce dentro de mí, me da una patada en las tripas.

Bukowski
Y entonces me paro, echo los frenos y paro la maldita máquina. Hay gente que me ha escrito para decirme que mi escritura les ha ayudado a seguir adelante. A mi también me ha ayudado. La escritura, los caballos, los 9 gatos.

Bukowski
      Buen día hoy en el hipódromo, estuve a punto de barrer.

Pero se aburre uno allí, hasta cuando está ganando. Es la espera de 30 minutos entre carreras, tu vida goteando en el espacio.

Bukowski
He vuelto a por Bukowski.
A por esa crudeza que me deja sin aliento.

Si tuviera tu culo delante igual sería distinto.

Dame vueltas,
Henry,
dame vueltas.
Acabé despertando de esa orgía de carne y besos con una resaca que llevaba su nombre. Dejó el sujetador encima de la mesa, y una pequeña nota en mi mesilla de noche: ha estado bien. Esbocé una sonrisa al acordarme de sus ojos mientras me comía la boca como si no hubiera mañana, pero tiré la nota a la basura. Sabía que no volvería a meterse en mi cama. Había sido su error, la excepción de su regla. La delicadeza de dejarme la nota sin embargo me pareció demasiado irónica. Me asomé a la ventana, hacía sol. La habitación olía a ella. No quería apagar su olor con el humo del tabaco, pero tenía un ansia voraz de fumarme un cigarrillo. Lo encendí despacio mientras me acercaba al espejo de mi tocador. Tenía una pinta horrible. El rimmel corrido bajo los ojos, y un arañazo en la mejilla derecha. La noche había sido larga. Pensé que ella estaría realmente borracha para acabar viniéndose conmigo a mi casa. Tenía novio. Uno de esos perfectos, que siempre llevan la barba de tres días, y las camisas atadas hasta arriba. Me reventaba. No se enteraría nunca. Nadie se enteraría. Bueno, eso no era del todo cierto. Yo me había enterado. Me había enterado de cómo sabían sus labios, y de qué forma tenía su espalda, y de cómo gemía cuando le mordías el cuello y casi enloquecía al llegar al hombro. Me sumergí completamente en ella, y descubrí el paraíso en ese pequeño monte, tan suave y tan perfecto que podría haberme vuelto loca del todo. De hecho, creo que en el momento en el que ella puso mi mano en esa zona privada e íntima susurrándome al oído que no tuviera miedo, perdí el norte para siempre. La miré a los ojos y me sentí caer. A sus pies, a su piel, a su precipicio. Y no os voy a contar lo que sentí cuando ella se metió bajo las sábanas, riéndose con esas carcajadas que apagaban el dolor. Había sido completamente mía. Pero las cosas interesantes siempre terminan cuando sale el sol. Joder, que mierda.

¿Por qué se había ido tan rápido? Sin despertarla, sin una sonrisa. Sin regalarle el placer de observarla en silencio durante un instante, retando a los relojes a que se pararan, porque era tan jodidamente bonita que podría quedarse mirándola toda una vida. Dio una vuelta por la habitación, dándole profundas caladas al cigarro. Luego, cogió el sujetador. Pensó que lo mejor sería guardarlo, pero luego se le ocurrió una idea.
Soy un pozo de gestos que ni en mí llegaron a esbozarse todos, de palabras que ni pensé haciendo curvas con mis labios, de sueños que me olvidé soñar hasta el final.

- Fernando Pessoa

Thursday, February 20, 2014

No es fácil, el amor. Ya sabes, hay que sacrificarse, y ceder, y pasar baches, y discusiones, y decepciones, y momentos en los que lo mandarías todo a la mierda, y momentos en que matarías a tu pareja, y momentos en el que te arrancarías los pelos y saldrías corriendo y aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaahhh...Y así. Pero si al final del día piensas en esa persona y sonríes, se supone que compensa ¿no?
Cuando llegan tarde,
y tu mirada sólo refleja un:
si hubieras llegado antes, quizá, tal vez..

Pero siempre es subjuntivo.
Hay gente que llega tarde.
Otros que llegan muy tarde.
Y gente que no llega nunca.

Y luego estamos los que nos quedamos a esperar eternamente,
para ver como no llegan.



Cuando la vida a veces es esto.
Sentir que no puedes con tu alma,
ni con el peso de tu cabeza sobre los hombros.
Sentir que has llegado al vértice,
y que si das un paso más,
te caes a un puto abismo.
Uno de esos que te tragan,
te consumen,
te abrasan lentamente.
Dejándote sólo las sobras
de lo que fuiste alguna vez.
Y no hay nada que sacie tu hambre,
nada que pueda aliviar el deseo intrínseco
que se aferra a tus entrañas.

Cuando la vida a veces es esto.
Una borrachera que acaba con todo,
una resaca que nunca se acaba.

Yo nunca he sabido hacer el pino.
Pero es acojonante
cuantas veces al día
tengo la cabeza en el suelo
y los pies mirando al cielo.
La locura del mundo,
y su sin sentido.
Y esa oscuridad llenándolo todo.

Mi cabeza es una jaula llena de chimpancés haciendo el mono.
'Estas no son horas', se decía mientras miraba el reloj e intentaba entender qué pasaba con su cabeza. Quizá algún mecanismo dentro de ella se ponía en marcha cuando la luz se iba. Pero para poder vivir acorde con esa energía a destiempo, tendría que cambiar todos sus horarios. Y eso no podía ser. Tendría que acostumbrarse a dormir menos horas. O algo se le tenía que ocurrir.
Hola y adiós. Eran las dos únicas palabras con sentido que se le ocurrían. Pero le parecía que aquello no era muy sofisticado. Tendría que pensar algo mejor. Algo que le dejara patente la diferencia que podía marcar. Y tenía que resumirlo todo en una sola frase.

Wednesday, February 19, 2014

Dieciséis.
Por él, y su sonrisa,
y ese día en que los dos me salvaron.
Son los mejores del mundo.
Junto con mi hermano,
mis amores más preciados.

Todavía recuerdo
mi cara cuando les vi
de pequeñitos,
cuando no eran más que unas bolas
sin apenas pelo.

La alegría de saber
que venían dos personas
buenas
a un mundo que a veces
es demasiado hostil.

Les quiero con todo mi alma.
Me hacen feliz.
Él está malito de nuevo, y como le pase algo yo me muero. 

Aunque al final siempre termina pasando. No estamos aquí para siempre, y esa idea acojona. Hay que hacer las cosas que el corazón te pide que hagas, antes de que sea demasiado tarde. El corazón, y las entrañas. Pero a veces no hay ovarios, y te quedas sin respiración y parece que el mundo te engulle como la ballena a Jonás. ¿Y así andamos no? Intentando rozar la inmortalidad con las manos, intentando alargar las horas, creyendo que el mañana siempre estará ahí.

Y lo peor de todo, es que si le digo que le quiero,
ni siquiera sabría de lo que le estoy hablando.

A mi abuelo le perdí el día que la enfermedad
se llevó su memoria y sus recuerdos.

Ahora sólo me queda su cuerpo
y esa carita arrugada
que me recuerda
que aunque fuera un gruñón,
para mí siempre tenía una palabra bonita.

Por favor,
no desperdiciéis las ocasiones
de decirles a esas personas
que llenan vuestra vida de colores
lo mucho que las queréis.

Un "te quiero" a tiempo
cura las heridas.
Nada,
que no hay manera,
que es como intentar meter un elefante
en un ascensor,
o como intentar volar
sin saltar de un banco.

Locuras de primer nivel.
Alerta roja.
El mundo se derrumba.
I was there.
Completely puzzled.

Don't ask me why.
Yo qué sé, se empeñan en jugar a esa mierda, dónde todo el mundo parece tener la verdad en sus manos, y lo único que tienen es una duda aún mayor que la que tuvieron antes de ayer, una resaca de un par de cojones, y un descaro impecable.
Es abrumador.
180ª y por la izquierda.
No servía de nada el retrovisor.

Nada servía.
2:25.
Más de lo mismo.
Un agujero negro en el tiempo,
volver a ese momento.
El recuerdo parpadea.

Hay derrumbamientos
que no duran un asalto.

Pestañeas,
y todo está patas arriba.
A veces me pasa que no puedo llorar. Porque el nudo en el pecho es tan grande que no se suelta. Estoy con el agua al cuello, he tenido que ponerme de puntillas. Para no ahogarme en esas gotas de sal que escuecen cuando se acercan a la herida. Se aproximan a una velocidad que no me deja tiempo para maniobrar. Cojo aire. Voy a ahogarme en esta mierda, y ni siquiera sé cómo coño se ha convertido el charco en océano. 
Un intento desesperado
de no caer en ese abismo
que estás viendo que no puedes controlar.
Frente a sus ojos,
el mundo desaparece,
y todo duele un poco más.
Hasta la sonrisa.

Y si he perdido el norte y no lo encuentro,
ya no sé en qué punto
he quedado con mi sentido común.

No me odies demasiado.
There are some silences that make the world crumble.
A silence so deep, you can hear the wingbeat of a butterfly.
The whole world has deciced to stay silent.
Or maybe, there's still noise out there, but you just can't hear it.
It's the kind of silence that forebodes the storm.

That's when you know something's not right.
But you can't guess what's wrong either.

So you just stay in that silence.
Wishing for the sound of the rain
No sé.
Es de repente.
Y te jodes.
Pierdes el control,
como cuando de pequeña
te montabas en esos autos de choque.
Pero ahora eres mayor,
y tienes que saber pisar el freno.
Dicen.

Pero yo no quiero.
Me siguen dando miedo los metros. Mucho. Pero mucho mucho. Sobre todo esos días que juega el Athletic y se llena todo de peña y la gente va a toda ostia porque no saben andar de otra manera y les da igual si te llevan por delante. Esos días es la hecatombe. Pero tengo que cogerlo, no me queda otra. Y al final la costumbre hace que puedas ir llevándolo. Es el tercer año aquí ya, y bueno, ahora no lo llevo tan mal. Al principio recuerdo que a veces me entraba ansiedad, y me ponía a sudar en cuanto entraba a ese puto cacharro. Pero dentro de lo que cabe Bilbao es una ciudad pequeña, y sólo tiene dos líneas, y es muy fácil de entender como va, y no te pierdes ni te vuelves loca, entonces no es tan terrible. Madrid y Barcelona son otro asunto. Pero nunca he tenido que coger demasiados metros las pocas veces que he estado en esas ciudades, así que ni tan mal. En Paris sí que lo pase mal. Eso sí que era un jodido laberinto super abajo de la tierra que joder que puta claustrofobia. Y por eso no me gustan las ciudades grandes, porque tienen un montón de peña que siempre va corriendo, y metros gigantes que te pierdes ahí dentro. Y si alguna vez, por lo que sea, me toca vivir en una ciudad grande, me pillaré una bici e iré a todos los lados en bici. Y si no en moto, que la mía mola un huevo y además la puedes aparcar super fácil. Pero que se olviden, a mí me va mucho más el aire. 

Tuesday, February 18, 2014

“Read to me.”
“I thought you didn’t like me reading aloud.”
“Shut up and read me a story.” (He laughs, rips a page from the book.) “Why did you do that?”
“Oh, I always rip out the last page of a book. Then it doesn’t have to end. I hate endings.”

- The Angels Take Manhattan
Su voz entrecortada,
me apuñala el alma
y me la parte en dos.
No hay nada que hacer.
cuando se pone triste
el mundo deja de girar
y las estrellas ya no brillan.

No sé, yo creo que si no te lleva por delante no tiene ningún puto sentido. Igual es porque yo siempre sentí así, al extremo. Pero es que no sé sentir de otra manera. Y aunque a veces duela, es mejor ese dolor, a la ausencia de todo. Busca el terremoto que ponga tu mundo patas arriba. No te quedes con un amago de vibración, que ni siquiera hace que se mueva el cabecero de la cama.

Monday, February 17, 2014

Diagnostico: acné. Remedio: lavarme la cara con chimbo. Yo me he quedado a cuadros, vamos. Con chimbo se lavaba mi abuelo hace cincuenta años. Y lo más cojonudo ha sido cuando he mirado lo que ponía en el plástico: efecto desengrasante para quitar la grasa de las cacerolas, etc. Vale que tenga la cara hecha una mierda, pero joder, no sé. Flipando.

Sunday, February 16, 2014

Los domingos.
Esos días de mierda.
Transición, movimiento.
La inspiración
atascada en uno de esos asientos.
Las horas se deforman,
y no me sirve de nada el reloj.
Los segundos valen doble
jugando fuera de casa.
No soy yo,
es la rotación de la tierra,
que me marea
y hace que me entren ganas de vomitar.
Ya ves,
siempre me mareé en esa autopista.
Desde pequeñita,
cuando íbamos a ver a los abuelos
en bus, porque todavía no teníamos coche,
y yo siempre terminaba vomitando
en una de esas bolsas azules,
mientras mi madre intentaba
hacérmelo más fácil.
Si cierro los ojos durante el viaje,
te puedo describir todas las curvas.
Me la sé de memoria,
y la aborrezco.
Pero es la que siempre me llevo a esa tierra
dónde me esperaba la sonrisa
de los míos.
Se convirtió en necesaria.
Yo particularmente prefiero el tren.
Me da miedo la prisa de la gente.
Pero en el autobús te sientes más segura,
porque es alto,
y grande,
y piensas que en caso de accidente,
seguramente no termine desguazado.
Respiras hondo,
no es tan terrible.

Ahora voy con ella en el asiento de al lado.
Y también podría contarte cómo ya de mayor, con 19 años, busqué un equipo en la ciudad, y me apunté y jugué otra vez, y fue lo mejor del mundo, porque uno de los sonidos que más me gusta es cuando le das al balón, y ese sonido, cuando le pegas bien, es una pasada, y cómo me gustaban los partidos de los entrenamientos y qué feliz era. Pero luego en los partidos lo pasaba tan mal por la presión y porque sabía que la iba a cagar y todo eso, que lo tuve que dejar al final, por la ansiedad. Y me dio mucha rabia, porque yo quería jugar a fútbol siempre.

No sé, sus ojos eran diferentes, ¿sabes? Tenían ese matiz, y esa sombra de tristeza, y ese brillo tan raro cuando el día era nublado. Le mirabas, y no sabías qué pensar. Quizá ese era el misterio, esa incertidumbre que despertaban, esa magia que se escondía en esa incapacidad de definirlos. Y ella le miraba como un niño mira el mundo cuando empieza a andar por primera vez. Con la misma curiosidad, las mismas ganas de abarcarlo todo, de explorarlo todo. Él sin embargo, parecía no ser consciente de nada. Y no sabía muy bien qué hacer para captar su atención.

Lo único que tenía claro es que estaba preparada para saltar a dónde fuera que le llevara aquello que había empezado a anidar en su pecho. Una explosión a destiempo.
Cierro los ojos para verte.
El abismo que separa mi corazón del desastre
está viniéndose abajo.
No quedan trincheras por estas coordenadas,
y ese sur puede terminar de volverme loca.
Me han declarado la guerra,
estoy preparada para sangrar.
No llevo vendas,
estoy desnuda.
Con el alma por fuera,
y el corazón en
alguno de mis puños.
La sensación de ahogo se acentúa por momentos,
y yo no sé que música poner para bailar.

Déjame saltar un rato más,
en esas nubes de colores
que mi imaginación construye.

No quiero que pare de llover.



Saturday, February 15, 2014

Dos más dos son cuatro.
Sigue siendo invierno.
El cielo está nublado
pero por ahora no llueve.
Son las 15:42.
Por ahora todo va bien.

Y estaba pensando..
"You've felt it, haven't you? Those feelings that seem to get so big in your chest, like something is so beautiful it aches?"

Friday, February 14, 2014




Detrás de una mirada, un puto alma
ardiendo en llamas.

Sueño que puedo soñar.

"If people were rain, I was drizzle and she was hurricane."

Thursday, February 13, 2014

Es algo así como raro,
algo que no sabes explicar
algo que no sabes de donde coño viene
Y aun así lo sientes dentro,
devorándolo todo,
llevándoselo todo por delante,
dejándote del revés,
un poco peor que antes.
O mejor, no lo sé.
No sé como definirlo,
parece que el cielo se abre,
y va a caer la de dios,
y no tienes paraguas,
y estas jodidamente expuesta.
Pero no importa ¿no?
La vida es eso,
mojarte hasta que se te calen los huesos,
sentir que te quedas sin aliento,
que te tiemblen las piernas y las manos,
y que tu corazón siga latiendo.
Más fuerte que ayer.
Mucho mas fuerte.
Joder, por estos lares los corazones
laten diferente.
O eso me cuenta mi pecho.
Palpitaciones
que reflejan
un estado mental
no muy bien definido.
Unas ganas voraces
de zarpar
hacia un horizonte
un poco más al sur.

Siempre un poco más al sur.

No meteré el paraguas en la maleta
(ya sabes que nunca uso paraguas.)
Si llueve me mojaré de arriba abajo.
Pero seguro
que me pondré a bailar
en todos los charcos,
y que no habrá
huracán capaz de tumbarme.

Bueno,
quizá uno sí.

Será la excepción a mi regla.


Las mañanas con cereales saben diferente. Pensaba que había dormido más. Apenas seis horas. No está mal. Sigue haciendo frío. Aunque haya cambiado la cama de sentido. Esas ventanas me están jodiendo. El invierno es lo que tiene, y por estos lares siempre fue más gris. No me gusta cuando no duermo bien. Cuando no recuerdo lo que sueño, o cuando tengo pesadillas, que eso es casi siempre. Lo mejor de las mañanas así, es la música sonando de fondo, mientras como cereales y me pongo a sonreír. Y si veo que el sueño puede conmigo, y que no sé por dónde cogerme, siempre tengo la opción de volverme a la cama. Eso siempre fue lo que más me gusto de los domingos a la mañana. Ese salto hacia el interior de las mantas, dónde el mundo prometía ser un lugar mejor.




La marea se llevó lo poco que me quedaba.
Entre las manos sólo arena.
Miro al horizonte,
y no veo una puta vela.
Nadie viene a buscarme
Quiero nadar
hacia no sé dónde.
Hacia alguna costa
que me prometa
langostinos a la plancha
y un zumo de cualquier fruta tropical.
No pido mucho, ya lo sabes.
Pero de algo tengo que alimentar
a este corazón
que se muere por un rayo de sol,
por una nota que suene diferente,
por un diente de león
que salga volando
más alto que los demás.
De algo tengo que alimentar
a mis ganas de comerme
esas ciudades,
de conocer nuevas miradas,
de hablar de cosas
que no tienen sentido
hasta altas horas de la madrugada.

Si no vienen a por mí,
yo iré a buscarlos.
Tengo una obsesión con las sonrisas. Con los viernes por la tarde. Con las mañanas soleadas. Con los árboles rojizos, y las flores de colores. Tengo una obsesión con las miradas. Con las arrugas en la cara de los ancianos, que marcan lo bueno y lo malo que la vida les hizo pasar. Con los bebés y los niños que están aprendiendo a andar y se caen todo el rato. Con las madres que les miran como si fueran lo único que existe sobre la faz de la tierra. Con los padres que juegan con ellos al balón. Tengo una obsesión con las abuelas. Esas que sacan toda la comida del armario porque piensan que sus hijos o hijas no dan bien de comer a sus nietos. Creen que si no comen lo que ellas quieren que coman se van a quedar canijos. Tengo una obsesión con  el pelo largo. Con los oyuelos. Con ciertas voces que no parecen de este mundo. Tengo una obsesión con el azul. Con el del mar y con el del cielo. Y con aquel de ese polo que me regalo mi tío cuando era sólo una niña. Tengo una obsesión con los bolígrafos, con las hojas en blanco, y con la tinta. Tengo una obsesión con las palabras. Con las que son inmensamente largas. Con los monosílabos. Con los signos de interrogación. Con los tres puntos al final. Tengo una obsesión con las naranjas. Con los taquitos de jamón. Con los guisantes. Tengo una obsesión con esa historia. Con esos personajes. Necesito sacarlos de ahí, hacer que viajen por el mundo. Tengo una obsesión con California. Con el hemisferio sur. Con una furgoneta vieja. Con los suburbios de Detroit. Con una isla desierta. Tengo una obsesión con el fuego. Con el de la lumbre de nuestra casa vieja. Con las cerillas. Con los que iluminan el cielo. Tengo una obsesión con esa canción. Con la número diez y las demás. Con las que me hicieron llorar. Tengo una obsesión con ese libro. Con todos los que él escribiría. Tengo una obsesión con esas botas. Con esas gorras. Con esas camisetas. Tengo una obsesión con ese sueño. Con ese sueño. Con ese sueño.

Wednesday, February 12, 2014

Me he pasado media vida perdiéndome conciertos. Porque no tenía con quien ir, porque no tenía dinero, porque estaban demasiado lejos y no tenía cómo ir, o no me dejaban mis padres. Siempre así. He vivido el rap en solitario, sin nadie con quien compartirlo mano a mano, sin nadie con quién hablar de raperos, de grupos, sin nadie con quien ir a los bolos. Podía no haber sido un problema, si yo hubiera sido de otra manera. Más atrevida. Más echada palante. Si no tuviera miedo de las aglomeraciones, y de cuando se junta mucha gente en un sitio, porque me agobio mucho y me entra ansiedad. El único festival al que he ido por ahora fue el Getafe en Vivo del 2010. Fui con unos colegas del pueblo, que ellos no iban por el rap, iban por el rock, pero iban, eso era lo que contaba. Fueron tres días cojonudos. El primer bolo que vi fue el de Shotta. Me acerqué sola a la zona del rap, y busqué un sitio estratégico, desde el cual pudiera ver bien pero no tuviera que meterme en todo el bollo. No es lo mismo, pero aun y todo me lo pasé guay. A continuación Duo Kie, también sola. Con la cámara en la mano, flipándolo. Disfrutando como una enana. Tuve más suerte con Violadores, Nach, Tote y La Mala, fui acompañada. Conciertazos increíbles desde luego. Pero en ninguno tuve los ovarios de tirar palante, pa la primera fila. Era una época en la que andaba con movidas y tal, y bueno me agobiaba fácilmente en sitios petados. Aun así, para mí aquello fue super importante, y una puta experiencia de la ostia. Ahora ya no soy tan cría, aunque mentalmente no supere los 13. Creo que he aprendido a superar ciertas cosas, y también creo que tengo al lado gente increíble, que aunque no vivan el rap, aunque no lo sientan, por mí se tragan un bolo entero, y eso no se paga con dinero, hacedme caso. Y es hora de empezar a darle caña al asunto. Los bolos en directo son lo primordial. Donde surge la conexión entre el rapero y su peña, dónde lo sientes en tu carne y en tu alma como nunca, donde les apoyas a muerte, y ellos te dan todo lo que llevan dentro. Eso tampoco se paga con dinero. Y en un país dónde la peña lo quiere todo gratis, la música está bien jodida. Y ya no te digo el rap, que es un género que no está tan reconocido, aunque cada vez se mueve más peña, se llenan más salas, se hace más enorme todo esto. Y estoy harta de quedarme en casa. De no dejarme la garganta y el alma en esas salas. De no estar, joder, de perdérmelo. De ser la pringada que siempre está sola y no sabe cómo coño ir a Madrid, cómo bajar a Sevilla, cómo apalancarse en el Viña. Que ya no es sólo el hecho de apoyar esto que llevo en la puta sangre, y ayudar a que crezca y se haga más grande. Va más allá. Se trata de lo que mi alma necesita, de lo que mi mente necesita. Alimentarse de todas esas frases soltadas en directo a doscientos por hora. Y si todos mis sueños están dirigidos hacia esas ciudades donde sé que se suda rap, ¿por algo será no? Así de claro joder.

¿Tienen algo no? Las mañanas. Estoy medio dormida, y no puedo pensar bien, y a veces parece que me va a explotar la cabeza. Tengo sueño. Y pienso en ese viaje todo el rato. Nerviosismo. Y luego están las clases eternas, y la incapacidad de prestar atención, menos con ese profesor, porque todo lo que dice me parece alucinante, y habla tan guay que le tienes que escuchar. Y luego está ella, y sus ojos marrones, y esa sonrisa que hace que subir a la uni siempre merezca la pena. Y luego están las horas muertas en las que piensas en esa canción, y en ese libro, y en eso que te dijo que te hizo sonreír. Y están los autobuses, con sus vueltas y la gente, y el agobio de tener que correr porque eres experta en perderlos, y esta vez no te lo puedes permitir, y las conversaciones demasiado altas de la gente, cuando son las 8:30 de la mañana y tú sólo quieres dormir. Y están los viajes de vuelta a casa, en los que te pones a escribir como ahora, y parece que no hace tan malo, y comeré verduras, y veré un rato esa serie, y luego me pondré esa música y bailaré un rato, y escribiré otro rato, y va a ser cojonudo.

Y es que tienen algo, las mañanas. Una promesa oculta de que el día siempre puede mejorar. Un encanto diferente, que no huele a café porque no me gusta. Que sabe a cereales.
No sé que tiene, siempre me ha inspirado. Quizá es esa luz que emana. Ilumina más que el sol y todas esas estrellas. Nunca le he visto triste, jamás. Y contagia su alegría a los de su alrededor. Es increíble. Tiene esa forma de hablar que te enamoras. Y es super fácil hablar con él de cualquier cosa. Y luego también tiene esa forma de reírse. Y cuando le importa alguien se pasa media vida vacilándole. Vacila siempre a sus amigos. Yo creo que les quiere una burrada. Y ellos a él. Porque a él no se le puede no querer. Créanme, lo he intentado. Pero no ha sido posible. Aquella vez pensé en él para que me diera suerte. Porque cuando pienso en él sonrío. Es una de esas personas que no encuentras fácilmente. Por eso es tan especial. Y a veces me saca de quicio y me vuelve loca y le quiero matar. Pero es el más mejor de los amigos. Y no sé que tiene. Pero me lo quedo.
¿Tú se lo hubieras dicho?

Así de repente,
cualquier día por la tarde,
cuando el sol aún pegaba fuerte,
y el viento olía a verano.

Así de repente,
como si no importara nada la gente,
ni la forma en que me mirarían después,
como si estuviera loca
o algo de eso.

Así de repente,
como si te fuera la vida en ello,
como si no pudieras seguir respirando
si no se lo soltabas,
a bocajarro,
sin medir lo que vendría después.

¿Tú se lo hubieras dicho?

Me imagino la cara que habría puesto de haberlo hecho.
Me miraría como si yo fuera de Marte,
o de más lejos.

Yo también le miraba así.
Como si fuera de Marte.
Pero por motivos distintos.

don't forget.

there is always somebody or something
waiting for you,
something stronger, more intelligent,
more evil, more kind, more durable,
something bigger, something better,
something worse, something with
eyes like the tiger, jaws like the shark,
something crazier than crazy,
saner than sane,
there is always something or somebody
waiting for you
as you put on your shoes
or as you sleep
or as you empty a garbage can
or pet your cat
or brush your teeth
or celebrate a holiday
there is always somebody or something
waiting for you.

keep this fully in mind
so that when it happens
you will be as ready as possible.

meanwhile, a good day to
you
if you are still there.
I think that I am---
I just burnt my fingers on
this
cigarette.

- Charles Bukowski

Tuesday, February 11, 2014

Que quieres que te diga, si pudiera volver atrás, volvería a equivocarme. Porque fue esa clase de equivocación, que te remueve el alma, y te despierta por dentro, y hace que toques el cielo sin ni siquiera saltar, y te tiemblan las piernas, y parece que el mundo se va a acabar mañana, y eso sólo mirándole. No voy a decir que no doliera, o que no se me rompiera un poco el alma al ver como él hablaba de otras, todas más bonitas que yo, con esa sonrisa que hace que el sol se apague y todo eso. Pero hacía calor, y el mundo era infinito, y a las noches se veían las estrellas. Y él estaba ahí, y era tan bonito que yo no podía mirar para otro lado. Y sí, ya sabía que no era para mí, y que había barreras que era mejor no cruzar, no exponerse, no hacer el ridículo, no ser yo al fin y al cabo. Pero me da igual. Me da igual. Cuando el corazón sonríe así de fuerte, que le den por culo a todo.

Sunday, February 9, 2014

You know, I'm rather good at it.
La cordura vino a preguntarme si la locura se iba a quedar.

Le dije que sí,
que tenía para largo.
Siempre estoy en esta especie de limbo,
entre el gris y el horizonte.

Siempre estoy
dónde las horas
no marcan el cuándo,
ni mucho menos el dónde.
No me pienso quedar aquí.
Cueste lo que cueste.

Ahora me toca a mí.

Y ya.
Puede que mañana cambie un poco más.

¿Tú dónde estás?
¿De qué color eres hoy?
"What you gave me was a reason. Not an excuse. Because there’s sex, making love and fucking. And then there’s you."
"Some will make a moment feel like forever. But the people who really change your life are the ones that make forever, feel like a moment."
Today, no planes flew into any buildings.

"Today, there was no fire falling from the sky.

Today, there were no riots in the streets.

Today, the news was mostly just about famous people.


Today, no shaky footage was recorded of children running from a burning village.

Today, not one person stood in front of a tank.

Today, no one put flowers in the rifle barrels of guns.

Today, you will check your mail.


Today, no shots rang out over a black cavalcade.

Today, there was no negotiated revolution.

Today, no flags were burned.

Today, sport will be played and people will be upset over the outcome.


Tomorrow however, is a new day."
"To have the beginning of a truly great story, you need to have a character you’re completely and utterly obsessed with. Without obsession, to the point of a maddening addiction,there’s no point to continue."

Saturday, February 8, 2014

"Far far, there's this little girl.
She was prayin' for something to happen to her.
Everyday she writes words and more words,
just to speak out the thoughts that keep floatin' inside.

How can you stay outside?
There's a beautiful mess inside."

(This is gonna be my song. This is too me, omg.)
I bet she's pretty. Maybe the prettiest girl in the neighborhood. I bet she has a dimple, and her eyes light up every time she smiles. She's probably the most special girl you've ever meet, and she makes you feel special too. The way you look at her, you could stop the world. It's amazing. I bet you're completely in love with her. And I bet she's crazy about you. I bet she's blonde, and her hair shines like the sun shines in summer mornings. I bet you could die for her. So this is all I'm gonna say: if your heart skips a beat everytime she smiles at you, don't let her go. Please, don't you ever let her go.

Friday, February 7, 2014

No me gustan las cerezas. Los guisantes sí, pero sólo si son sólo guisantes. Puedo comerme un plato entero de guisantes con jamón, pero en la paella siempre los aparto. No sé muy bien por qué. Nunca bebo café. Primero porque no me gusta. Segundo porque tengo problemas de ansiedad, y no puedo tomar nada que me ponga nerviosa. Coca-cola tampoco. Y eso que me gusta. Pero no me importa mucho no tomarla. Y siempre puedo comprar sin cafeína. Aunque no es lo mismo. Bebo zumos. Muchos. Y agua Y pronto va a hacer cuatro años que no bebo nada de alcohol. ¿Jodido eh? Al principio sí lo fue. Ahora estoy acostumbrada. Además, yo nunca necesité alcohol para bailar y esas cosas. Me sale solo. Así que sigo saliendo de fiesta sin ningún problema. Aunque es verdad que te entra antes el sueño y todo eso. Una de mis bebidas favoritas es la leche. Sobre todo con cola-cao. ¿El de grumos eh? A mí no me des mierdas. Aunque también me gusta el Nesquik. Y bueno, todo lo que tenga chocolate. Pero ya no bebo leche. No de vaca. Porque me sienta mal al estómago. Bebo leche de soja. Que eso ya no es leche, porque sale de una planta. Bueno, pues bebo soja. No está para nada tan rica como la leche de vaca. Pero se puede tragar. Me gusta más la avena. Pero es más cara. Me he ido por las ramas. No me gusta nada la coliflor. Y tampoco la sopa de pescado. Si alguien alguna vez me pone delante una sopa de pescado, salgo corriendo. Odio el bacalao, en todas sus vertientes. Y la tortilla de patatas de mi madre no me ha gustado nunca. Los mejores macarrones eran los que hacía mi abuelo, con chorizo, y con cebolla, y con el cariño que él ponía al cocinar. Y los mejores garbanzos que he probado los hace mi padre. Me flipan los garbanzos. Y luego, el mejor postre y con diferencia es el brazo de gitano que hace mi madre. Eso si le sale bien. Mi hermano no cocina muy bien. Y yo menos. Pero da igual. Pueden cocinarme todos los manjares de este planeta o cualquier otro, para mí, nunca nada será mejor que una tableta de chocolate. O dos.

¿Cuál es tu plato favorito?

Thursday, February 6, 2014

Toda mi familia por parte de mi padre es Bizkaina. Yo nací en Bilbao. Mucha gente se queda en plan de "ni de coña", cuando se lo digo, pero es así. Nací aquí. En esta ciudad gris. Nos fuimos de aquí cuando yo tenía tres añitos. Mis padres, mi hermano y yo. Y desde entonces he vivido en tierras gipuzkoanas. Entonces el asunto iba así. Íbamos a visitar a mis abuelos y a mis tíos, pero ellos no vivían en Bilbao. Vivían en un pueblo que está cerca de la ciudad. Un pueblo pequeñito, medio abandonado, frío y bastante triste la verdad. Pero a mí me gustaba ir allí. Porque me lo pasaba muy bien con mis abuelos, y mis padres no se tenían que preocupar de nosotros porque no había peligro de nada. Éramos muy libres. Bueno, entonces, antes de ir a verles, a veces parábamos en Bilbao. Para comprarles algo a ellos, o para que mi madre se comprara algo, o cosas así. Y yo tenía una especie de ritual que siempre cumplía. Desde pequeñita quiero decir. La cosa era, que solíamos hacer las compras en El Corte Inglés, porque en Donosti no hay, y bueno ahí tienes de todo ¿no? Y yo, desde siempre, he sido una fanática de los sandwiches vegetales. Y en El Corte Inglés, hacían y han hecho siempre el mejor sandwich vegetal que yo he probado en mi vida. Entonces, una vez que hacíamos las compras y todo eso, subíamos a la sexta planta, que es donde está la cafetería, que es donde tenían el sandwich, y mi padre me lo compraba. Yo me lo solía terminar antes de bajar a la calle. Y recuerdo que era feliz. Pero feliz a un nivel que ni os podéis imaginar. Y me encantaba. Me encantaba parar en Bilbao, y subir a por mi sandwich, y luego entrar todos en el coche e ir al pueblo de mis abuelos. No sé, era algo muy pequeño, pero para mí era importante. Y ahora, cuando estoy aquí, a veces, casi siempre, odio esta ciudad. Porque es muy grande, y muy gris, y todavía la luz no entra del todo aunque haga sol, porque fue una de las zonas más industriales, por no decir la que más, de todo el norte, y era todo humo, y hierro, y fábricas, y máquinas, y chatarra... Y todavía quedan restos. Y eso no me gusta. Y también tiene metro, que me agobia mucho, y además hay mucha gente, y van todos con prisa. Y no conozco a nadie aquí, aunque ya llevo varios años. Y no siento que encaje, porque aunque nací aquí, no me crié aquí, me crié en un pueblo, y en las ciudades me siento mareada y como que estoy fuera de lugar. Y todas esas cosas. Pero soy del Athletic, y me emociono cuando marcan un gol, y se oye en la calle, y echan cohetes. Y también me acuerdo de cuando mis padres me traían a las fiestas, y me tiraba por la boca del Gargantua, y era una enana pasándoselo bomba. Y también me acuerdo de aquella fiesta de la espuma que hicimos en aquella plaza todos los niños, con un camión de bomberos de verdad. Y me acuerdo de cuando fuimos al Guggenheim con mi abuelo, cuando ya no estaba mi abuela, y tuvimos que hacer una cola de la ostia, porque era cuando lo acababan de abrir, y todo el mundo quería entrar, y me aburrí muchísimo. Pero me enamoré del perro con flores. Y también me acuerdo de la primera vez que vine aquí a estudiar, alquilando un piso compartido por primera vez, conociendo personas que no olvidaré jamás. Aquella conversación que tuve con ella hasta las tantas de la noche. Conectamos desde el segundo cero. Y aquellos cigarros en ese balcón, que la casa era vieja, y fría, porque no tenía calefacción, y teníamos que llevar radiadores que no chutaban nada, pero las vistas eran cojonudas. Y hablábamos, y hablábamos, y era genial. Y luego como tuve que volver a irme, y como volví a venir, y desde entonces ya llevo aquí tres años. Y no todo ha sido tan malo. Ha habido momentos inolvidables, noches de jueves brutales, algún que otro concierto, cenas, paseos con amigas, con mi hermano, sola, tiendas, bares, plazas, calles, y fotos, y más fotos. Y sí, también ha habido mucha ansiedad, angustia, depresión, lagrimas, miedo, caos, soledad. Pero he sobrevivido. Y ahora puedo disfrutar. De mi misma, de mis libros, de mi música, de mis compañeros de piso. He aprendido muchísimo sobre mí, me he conocido, he crecido, me he hecho más fuerte. He cocinado, he puesto lavadoras, he barrido, he fregado, he organizado, he hecho mudanzas, he roto cosas, he perdido cosas, he sido un desastre. Y sobre todo, he sido yo. Bilbao me ha dado más de lo que pensaba que me daría. Y bueno, qué deciros de ella. Me la llevo al infinito. Y no sé que pasara con todo eso, y estoy deseando bajar al sur, y espero poder hacerlo en septiembre, y sé que voy a sonreír como nunca si consigo poner los pies en esa ciudad. Pero ahora, si alguien me dice a ver si soy de Bilbao, diré que sí con más fuerza. Y sobre todo, aunque sé que jamás podría vivir aquí (en plan asentarme definitivamente), nunca podré dejar de querer a esta vieja ciudad. Porque al fin y al cabo, aquí aprendí a hablar y a andar, aquí nació mi hermano y lo cogí en brazos por primera vez, aquí comí los mejores macarrones que he comido en mi vida, y aquí aprendí, que pase lo que pase, siempre saco fuerzas para dar un paso más. Y mucho de lo que ya soy, y espero que mucho de lo que seré, se lo deberé a esta ciudad, y a la gente que he conocido por estas coordenadas. Y a partir de la semana que viene las cosas cambian en esta casa. Viene mi colega del alma a vivir al piso, y la otra loca que me encontré por el camino pasa a dormir en mi habitación. Locura asegurada entre estas cuatro paredes. Bilbao siempre me sigue sorprendiendo.
Están haciéndolo.

Wednesday, February 5, 2014

A veces, como ahora, tengo ganas de llorar y no sé por qué. Es algo que no he conseguido descifrar jamás. Es una desazón inexplicable. Una sensación de no pertenecer a ningún sitio. Sentirme nómada, y ajena a todo. Tan sola que siento que no tengo a quién pedir socorro.

Quizá será el frío que entra por la ventana.
O las cenizas de mis sueños esparcidas por el suelo.
Bueno, no sé qué decirte. No era una sensación muy definida. Era más bien como una intuición. Una intuición que me decía que podía ser algo sobrecogedor y todo eso. Algo bastante prometedor. Después de analizar los sucesos posteriores, está claro que estaba equivocada. Pero su sonrisa me sigue pareciendo algo fuera de lo normal.

His eyes were like brown sugar.
My mouth was cravin' for his salt.
Excepcional.
De una manera imperceptible, pero dolorosa.
Era como magia.
Y te hacia llorar.
He would light up the room.
He would light up the world.
He would light up the fuckin universe.

I know what I'm sayin'.
I've seen that smile.

Tuesday, February 4, 2014

Bueno,
digamos que le pedí que sonriera,
para chequear si tenía uno de esos oyuelos a los que soy adicta.
Vi que no lo tenía.
Me enganche igual.

Monday, February 3, 2014

Pueden decir que es la mujer de su puta vida.
Y luego a más de dos mil kilómetros
puede que esté la otra mujer de su vida.
Y así,
infinitas variables.
El mundo es muy pequeño,
y cualquiera se puede enamorar,
un lunes por la mañana,
esperando al bus,
o algo de eso.
¿Qué quieres contarme?
Dejé de creer en el amor para toda la vida,
porque vivimos tantas vidas,
que quién coño sabe,
¿no?
¿Tú también lo ves cuando me miras?
¿Que una parte de mí,
no encaja aquí ni de coña?

Esa mierda es la que importa.

Sunday, February 2, 2014

Cualquiera diría que eran los ojos más comunes del mundo. No eran azules, ni verdes, ni nada parecido. Eran marrones. Un marrón habitual, corriente. Nadie se hubiera fijado. Y sin embargo, que equivocados estaban. No tenían ni idea. No había nada común en esos ojos. Te miraban, y las estrellas dejaban de brillar.

Saturday, February 1, 2014

Las ocho de la tarde de un sábado,
y yo con esta mierda.

Hay algo que me sigue sin cuadrar.
Pero me flipa.
No es un mar,
es un océano.
De aquí
a un ahora de distancia.
Bueno,
que nadie nunca les dijo a las olas
hasta dónde podían llegar.
Es una especie de terremoto.
Algo que hace que tiembles tú,
aunque todo lo demás este quieto.
Algo que hace que te acojones.
Y en ese plan.