Saturday, August 20, 2016

siempre he creído en la magia. porque sí, porque soy así de rara. pero entonces la conocí. vi como sonreía incluso cuando todo andaba mal, y vi como se dejaba la piel por hacer sonreír a los corazones que amaba. la vi intentando jugar a ser mayor cuando lo único que necesitaba era un abrazo, y la vi temblar de miedo porque no se atrevía a decir en voz alta que lo único que quería era volver a casa. la vi ser fuerte en medio del vendaval. y cuando creía que nadie la veía la vi brillar más que toda la puta jodida galaxia. descubrí una belleza tan tierna y tan valiente al mismo tiempo, que supe que todos se rendirían a sus pies. no me preocupé por mí, yo ya estaba rendida. lo estuve desde el minuto uno en el que me miró y me hizo sentirme en casa. desde el momento en el que entendí que a su lado toda la magia que hasta entonces conocía no valía, porque ella trascendía todos los niveles, sobrepasaba todas las barreras, llegaba tan alto que no me podía creer que no viviera tocando las estrellas. me rendí a ella el día que entendí que su magia no cabía en cuentos de hadas ni historias de colores, en el momento en que entendí que ella no era como las demás, que ella estaba loca, irremediablemente loca, loca de verdad. loca por la vida, por el viento y la forma que tenía de despeinarle el pelo, loca por la luna, por las noches que sabías cuando empezaban pero no cuándo ni cómo iban a acabar, loca por el mar, por las olas, por el olor a salitre en la piel. loca por bailar cuando nadie la miraba y loca por hacer que todo el mundo tuviera ganas de bailar. loca por los corazones, por los que ya conocía y por todos los que quería conocer. loca por los libros, por la música, por todas las canciones que se sabía de memoria, y por aquellas que sonaban nuevas, raras, distintas, pero que hacían que quisiera darle al play otra vez. loca por la lluvia, por la hierba, por el color de las manzanas. loca por comerse la vida a mordiscos que supieran a caramelo de naranja. loca, joder, loca. y ante toda esa puta locura, tú sólo pensabas: ojalá se quede un rato. pero ella no se quedaba. y por eso la querías.




Tuesday, August 16, 2016

Le vi desaparecer con los primeros rayos del alba. Todavía me acuerdo de cómo me miraba. Era tan bonito. Cuando la luna le veía, sonreía, porque sabía que era más bonito que todas las estrellas que vimos esa noche de verano. Tumbada a su lado, con la canción número diez en mi oído derecho, sentí que rozaba el infinito. Y hoy todavía, recuerdo como si fuera ayer el primer momento en el que llegó y me sonrío como si nada. Como si su sonrisa no fuera plantando huracanes por ahí, levantando todos los tejados, rompiendo todas las costuras... acojonando. Porque los que le hemos visto sonreír sabemos el poder que tiene su hoyuelo derecho, la ternura que desprende sin apenas proponérselo, como brillan sus ojos cuando menos se lo espera, cuando menos te lo esperas. Porque yo le vi, brillando en medio de esa nada, siendo tan mágnifico, que no supe resguardarme de su magia. Y con él el tiempo no pasaba, y pasaba a toda hostia al mismo tiempo. Y con él la vida se paraba, para mirarle, para darse cuenta del pequeño milagro que había creado al hacer que sus pulmones empezaran a latir. Qué bonito que llegara. Que bonito que la vida lo abrazara. Y que bonito verle en esos días, cuando yo aún no sabía lo jodido que podía resultar dejar tu aliento colgado de otras manos. Y que bonito, como fue capaz de bailar con mis miedos aquella noche en aquella plaza que se quedó plantada en mi cerebro como una fotografía vieja y ajada que no consigues olvidar ni en un millón de vidas.

Fue la tierra de las fotos amarillas. El lugar donde entendí que los amores de verano no caben en una hoja de papel, en un mensaje de despedida, en dos besos en la mejilla. El lugar donde entendí que hay instantes que marcan una vida.

Le miré aprendí que a veces un océano cabe en unos ojos. Mi corazón saco la bandera blanca. Fue el principio del fin.


Wednesday, August 10, 2016

estaban empeñados en ponerle nombre a todo. encasillaban cada sílaba en jaulas de cristal inamovibles. lo jodían todo. estaban empeñados en encarcelar las emociones, en redefinir conceptos ajados y maltrechos, en limitar todo aquello que jamás podría plasmarse en una función racional. estaban empeñados en hacer que todo se resumiera en dos más dos son cuatro. y todo porque no podían con el caos, y todo porque no podían entender que la mayoría de las veces lo más bonito era el desastre, una desorganización completa, un no saber qué decir ni cómo, pero saber palparlo, saber sentirlo, respirarlo. intentaron ponerle diques al mar, enseñarnos fórmulas que no servían más que para complicarlo todo. la cagaron.

y no supimos cómo llamar al amor,
porque esa palabra ya estaba desgastada,
cansada de vivir en labios
en los que no significaba nada.
y no supimos clasificar los sentimientos,
porque formaban una maraña de desastres tan inmensos
y bonitos, tan devastadores e intensos,
que nada de lo que inventaron nos servía,
que todo lo que construíamos caía.

y entonces la nostalgia vino a arroparnos,
a decirnos que a veces no importaba.
la noche brilló
y el silencio cantó un tango de los tristes.
entendimos que podíamos
quemar los lápices,
romper todas las hojas,
hablar sin decir nada,
mientras los ojos se humedecían
y los corazones empezaban a sentir
que había latidos
que en la puta vida podríamos describir.

suspiros intermitentes taladraron el aire,
y todo se llenó de un fugaz color mañana.

y ella, que nunca supo cómo definir ese chispazo de tristeza,
empezó a dejar todos los post it en amarillo.





Tuesday, August 9, 2016

yo te quise
y luego el fuego.

la vida salió corriendo a esconderse detrás del árbol más grande del parque.

una gota de lluvia con todo un universo dentro.
y tus ojos latiendo como si fueran sangre.

habría sido la idiota más valiente. habría hecho un all in contra todas las estrellas. habría sido capaz de buscarte en cada una de las tiendas, de recorrer palmo por palmo aquel páramo maldito. en el que te vi para no tocarte, en el que te miré para no besarte, en el que morí como nunca antes. apareciste, me derrotaste.

y yo buscando un pañuelo rojo como si eso fuera a salvarme. y yo buscando un pañuelo rojo para recogerme el pelo y guardar dentro todos mis desastres.

dos segundos en tu espalda.
la noche matándome de hambre.

y desde entonces un millón de puntos suspensivos.

te habría querido a tiempo,
a destiempo,
demasiado pronto,
pero jamás demasiado tarde.

para cuando tú me sonreíste
yo ya había entendido a Bukowski.



Friday, August 5, 2016

escribí poemas que sabían a tormenta,
a noches de vigilia
y monstruos en el armario.

escribí poemas que sabían a cuidarte.
a querer besar todos tus miedos,
apagarlos.

me puse del revés todos los calcetines.

bajé a buscarte al infierno
pero tus ojos eran demasiado verdes
para tanta mierda,
demasiado brillantes
para un sitio tan feo.

pertenecías a otro lugar, a otro jodido planeta.

me quedé flotando en no sé que mierda de limbo
intentando entender
por qué tuviste que sonreír de esa manera.

hay huracanes que destrozan menos.

y me dio igual.

si tuviera otra vida volvería a ese noche,
volvería a mirarte,
a caerme al suelo.
volvería a darle al play,
200.000 millas en una noche de verano.

y las estrellas.
siempre esas putas estrellas.