Thursday, December 29, 2016

Todas las cosas que habría hecho
de no ser porque no las hice.

Y así,
la vida pasa
sigilosa,
dejando sólo
un rastro de pétalos marchitos
que no volverán a florecer.

O te pinchas
o mueres.

Y no hay segundas oportunidades
en este puto raíl.

O te subes al tren,
o te atropella.

Y si descarrila,
al menos podrás decir,
que desde la ventana izquierda
del tercer vagón,
la vida por un momento
pareció follarse
al universo.

[Escrito en 20/12/2014]


Monday, December 26, 2016

Es difícil, alejarse del verde y de la lluvia. Del viento frío que me revuelve el pelo y del mar más bonito que han visto mis pupilas. Es difícil, alejarse del "agur", del "quedamos en el Xau", del sabor a casa. Es difícil, joder, es difícil. Pero os juro que no hay nada más difícil que alejarme de las sonrisas más jodidamente tiernas que me he encontrado en la vida, de los corazones de azúcar y las miradas que saben a chocolate con almendras. Es difícil, alejarse de ellas. Cuando la música suena y el tiempo se para y somos nosotras por una eternidad. Cuando la risa es fácil y las carcajadas rompen los miedos. También cuando el rimmel se corre y se nos encoge el pecho, y sabemos sacarnos sonrisas a través de la tristeza. Son mis hombros, en los que me apoyé cada vez que no podía más. Los hombros por los que mataría. La vida sigue, y mientras ellas se quedan yo pongo rumbo al sur. Vuelvo a ti, Madrid. Vuelvo a tus calles. Esas calles que no me sé de memoria pero anhelo conocer, esas calles que ya he pisado y a las que quiero volver. Quién lo diría, que después de tantas lunas y tormentas sería capaz de encontrar un rincón en el que pudiera ser yo sin condiciones. A pesar de esas canciones, a pesar de los recuerdos.Y tengo que darte las gracias, ciudad de un millón de caras y un sol diferente, porque aunque me acojono cada vez que pienso en lo enorme que eres, cuando menos me lo espero, me das alas, y vuelo.



Thursday, December 22, 2016

las últimas líneas de ese poema de Eliot. la carne de gallina. respirar y sentir que se te llenan de miedo los pulmones. bajar las armas, resignarse. tus ojos son un lanzallamas dirigido a mi espina dorsal, pronto estarás quemándome los átomos. y yo intentando escribir en las nubes. intentando dejar colgado por ahí algún poema que hable de algo parecido a perdonarnos. cuanta mierda dejé guardada en el lado izquierdo del miocardio. cuanta mierda que hoy aún me sigue pesando. apunté tu número de teléfono en la parte de arriba de una de las últimas páginas de esa libreta. sabía que nunca volvería a usarlo, pero no fui capaz de tirarlo a la basura. no me preguntes por qué, anduve al revés casi toda la vida. suspiro. intento entender lo que tengo debajo de la piel y sólo me entran ganas de arrancármela a jirones. tanto desastre no puede ser bueno. pero aprendí a llover. a bailar a contrapié cualquier día entre semana. y ya no dejaré que nadie me apague las ganas. a pesar de los monstruos y todos los semáforos en ámbar. a pesar de las noches de hielo y las ojeras que saben a cagarla. soy una maraña de nervios y ruinas que se desangra cada vez que empieza a desnudar palabras. y qué fácil fue escribir cuando el mundo era ceniza. qué fácil naufragar con tu voz en mis costillas.

una vez más invierno. pero mis ojos brillan tan primavera que hasta mis canciones se han puesto a bailar. aprender a reírse en medio de la tristeza también es un arte. yo y mi locura lo aprendimos hace tantas lunas que ya no nos da miedo salir a correr, a volar... a lo que sea.






Monday, December 19, 2016

Me gustan más que el chocolate o el olor a lluvia, más que desayunar y volverme a meter en la cama, más que el sonido de las olas o la sensación de sumergirme completamente en el agua. Y mira si me gustan todas esas cosas. Bueno, pues ellas me gustan más. Me sonríen y me apagan los miedos, y cada vez que nos reímos juntas conseguimos parar los relojes. La vida sabe a azúcar y a mantas de lana, a días de sol y fútbol, a mi canción favorita. Y no sé cómo puedo meterlas dentro de unas líneas, si el universo entero les queda pequeño, si el infinito les queda pequeño, y están llenas de luz y magia, y son los corazones más bonitos que conozco, y son como todas las cosas guays del mundo metidas dentro de unas personitas alucinantes y nunca nunca nunca me voy a cansar de ellas. Y hay distancias, y a veces los días pesan, y no las ves y es difícil, y el mundo se vuelve más feo, pero siempre llega un momento en el que las vuelves a ver, en el que os volvéis a abrazar con la misma fuerza, con las mismas ganas, y dentro del mismo bar, somos las mismas, riéndonos juntas, hablando de la vida y haciendo de las penas un poco menos penas, escuchándonos, entendiéndonos, queriéndonos a rabiar. Y es que a veces es fácil. A veces miras dentro de unos ojos y sabes que has vuelto a casa. Que el sol vuelve a brillar y la vida vuela. Con ellas soy yo.

Con ellas soy como una niña con unas Timbs nuevas.


Saturday, December 17, 2016

No la conoces, pero la conocerás. Aparecerá con prisa y sin avisar en cualquier esquina de la ciudad, te atracará a golpe de sonrisa. Irá con paso torpe y despistado, pero sus ojos son una brújula que siempre marca el sur, no se desvía del camino. Tiene claro lo que quiere y va a buscarlo. Pensarás lo mismo en el segundo en que la veas. Todas las demás sonrisas del mundo te parecerán fingidas comparadas con la de ella, y sentirás que pagarías todo el oro del mundo porque te sonriera sólo a ti. Pero eso no pasaría ni en un millón de vidas, porque no sabe vivir sin sonreír: a su abuela, a su hermana, al hijo pequeño del vecino, o al desconocido que se cruza antes de entrar en la panadería. Ella es así. Está llena de luz y de colores y puede pintar la ciudad de arcoiris hasta en los días más grises. No le tiene miedo a nada, y sería capaz de cruzar medio mundo descalza sólo por llegar hasta los corazones que le importan y preguntarles si están bien. No soporta cuando la gente llora, y siempre está intentando inventar cuentos que acaben con sabor a chocolate. La mayor debilidad de su vida son los niños, y es que una parte de ella sigue siendo una niña. Como cuando ve un parque y se monta en los columpios, y la observas y te das cuenta de que se le han llenado los ojos de sueños. No, no la conoces, pero la conocerás. Te pondrá del revés y nervioso los días en que llegue tarde y no sepas por qué, o cuando hable tanto que no sepas callarla. Pero ella se dará cuenta y de repente saltará y se reirá, y te dirá de sopetón: "te estoy aburriendo, ¿no?" Y entonces tú te darás cuenta de que en realidad nada de lo que hiciera podría aburrirte jamás, que con ella la vida es como una puta montaña rusa que no quieres que pare. Y esas son las personas que merecen la locura, esas que hacen que la vida sea una montaña rusa constante, una aventura, un laberinto de emociones del que no sabes salir, pero no importa, porque en realidad quieres quedarte. Ella será la chica que hará que todas las demás te parezcan aburridas, la que cantará mal pero a la que querrás escuchar, la que te sacará de quicio pero no querrás que se aleje ni un centímetro, la que te enseñará que debajo de unos ojos se esconden un sinfín de universos en los que querrás perderte. La que estará loca de remate y hablará de cosas que no entiendas y a veces querrá salir a volar sola, pero si la sabes cuidar siempre volverá al lado del colchón que lleve tu nombre. Siempre volverá a la orilla de tu nuca, para susurrarte al oído cuando menos te lo esperes que eres el poema más bonito de la historia, y que no habrá día en la tierra en el que no vaya a querer leerte. Escribirá canciones que sabrán a ti, hará cosas imposibles por encender tu sonrisa. Y quizá no lo entiendas, pero te hará creer.

No la conoces, pero la conocerás. Y un día te despertarás a su lado, y mientras todavía esté dormida la mirarás y te darás cuenta de que las personas que de verdad cambian tu vida son las que jamás te hubieras esperado. Como ella y su torpeza. Y esa forma que tiene de decirte que la vida es más bonita desde que tú la haces reír.



Wednesday, December 7, 2016

Se van y vuelve el frío. Mi alma se congela y se me olvida sonreír. Mis pulmones hechos mierda y la vida llena de margaritas negras. A veces es así. Sí, a veces es así, a veces duele. A veces los vértices se te llenan de plomo y todos los sueños se te oxidan en las manos. A veces no hay manera. Estoy tarareando canciones que saben a tristeza, desde aquí me duelen los kilómetros. Todos esos abrazos que no doy, que se quedarán sin dar. Igual que todos esos besos que te debí y nunca te cobraste. Aprendí a vivir con las distancias, a estar a no sé cuántas canciones de mis corazones favoritos. Aprendí a mirar desde otras ventanas, a salir a la calle sabiendo que no olería a casa. Aprendí a sentir en diferido, a hablar a través de pantallas, a estar siempre en otras coordenadas. a veces, a veces no hay manera. No hay manera de no sentir que se me parten las costillas, que se me rompen las sonrisas. No hay manera de no sentir que la vida es mucho menos azúcar cuando todas esas melodías que me sé de memoria no están rondando cerca. Y los pulmones se me llenan de escarcha cada vez que los abrazos se terminan, cada vez que cogen el tren, el avión, el autobús... cada vez que yo me quedo. Pero no es tan grave, las poetas nos llevamos bien con la tristeza, empezamos a brillar las noches de nostalgia y tinta negra, como si sólo supiéramos andar bajo el fulgor de esos recuerdos. Como si sólo supiéramos cantar con las luces apagadas.


Otra vez esa canción. Mierda.