Sunday, April 30, 2017

no sé quién soy. quizá debería saberlo pero aún a veces me escucho latidos al filo del pecho que no reconozco. donde se fueron las golondrinas que no vuelven. donde todos los sueños que un día le entregué al viento. mil laberintos, y el Minotauro, y no sé salir. y eso de "all you need is love", y los dos dedos en uve, y un montón de pulmones fumando hash. yo no fui de esas. tampoco de las otras. sólo un cúmulo de nervios enganchados al ombligo, un manojo de escombros a mis pies, un descampado eterno lleno de basura.

no sé quién soy. sigo buscando entre todos los libros que he leído y me quedan por leer alguna frase que me apuñale tanto el corazón que no tenga más remedio que rendirme a la evidencia. pero aún no la encuentro. y no es que me importe estar perdida pero ya son muchos años y todos esos ojos que me miran raro me definen y limitan de una manera que no aguanto. yo nunca le encasillé porque no supiera dar abrazos. sin embargo, yo siempre fui la chica que sentía demasiado. la chica con un millón de taras reflejadas en los ojos. esa chica.

no sé quién soy, pero no soy eso. no soy la definición de una ilimitada neurosis que tú catalogas como rareza. no soy las cincuenta veces que me lavo las manos o la incapacidad de tocar las palancas de las puertas del metro. no, no soy esa mierda.

a ti no te mentí. me conociste con todas mis ruinas, con todas las grietas que habían dejado aquí, justo debajo del tórax, ese millón de tormentas. fuimos dos desastres intentando bailar sin pisarnos los pies. fuimos dos desastres sí, pero tan devastadoramente bellos que hoy todavía nos duelo.

"and if you're still bleeding you're the lucky one."

yo no tuve tanta suerte.

soy sólo el camino entre lo que fui y lo que quisieron que fuera.





Monday, April 24, 2017

El sur que todos queríamos
íbamos a ninguna parte pero siempre hacia el sur. como las aves cuando llega el invierno y no quieren sentir el frío colándose en sus huesos. así, como quien nunca creyó en brújulas ni en mapas, como los que siguieron creyendo que la tierra era infinita, como quien mira al horizonte y no ve un final si no un comienzo. así lo hicimos. nos soltamos el pelo y los miedos, dejamos en el desván todos los recuerdos malditos que sabían a lágrimas y a alcohol de quemar, dimos media vuelta. nos arrancamos el corazón y se lo dimos a los perros, escribimos revolución en nuestra séptima costilla. nos rebelamos. nunca fuimos más sinceros.

íbamos a ninguna parte pero siempre hacia el sur. sin nada pero con todo, con un ramillete de versos anudados al ombligo, con mil caricias esperando en el epicentro de la espalda, con un millón de miedos atados a la garganta. y también supimos amar. amar como quien ama sin abrir los ojos, saltando, confiando, inmolándose en el fuego. amar como quien ama con el corazón y con la vida: a tientas, de imprevisto, arriesgando en cada gesto. amamos y nos dejamos el alma y la sangre, las ganas hirviendo y las manchas de vino marcadas sobre el mantel. no nos abrieron las puertas y construimos ventanas. el amanecer nos descubrió pintándonos las dudas, haciéndonos cosquillas, durmiendo bajo estrellas que nos hablaban de lo importante que era saber empezar otra vez.

yo no me atreví a decirles que para cuando el sol salió ya había recogido mis naranjas.

las mantas de cuadros siempre me han sabido a casa. a ti te dibujé con una cruz en la mirada y una sonrisa temblando.




Wednesday, April 19, 2017

nómada constante de tierras baldías, me amamanto de todo lo que dejo sin decir. pieles de esparto que no saben de caricias, miradas tan de hielo que congelan a su paso. cuántos océanos entre mi pecho y tu nunca, cuántos caminos que no pisaré rodeándote los miedos. pararía el mundo sólo porque no sintieras el interminable peso del tiempo entre tus átomos, porque no sufrieras el tedio impregnado a cada gesto rutinario que le ofrecemos a la vida. somos lo que hace que nos lata duro y bello el corazón, todo lo que dejamos guardado en cualquier cajita que aún no hemos sido capaces de tirar. somos agua colándose en las rendijas, fuego esperando a estallar. y necesito que entiendas que puedes llevarte por delante un bosque entero, que puedes hacer que todos los semáforos se apaguen, que los despertadores dejen de recordarnos que la vida empieza a las ocho y con legañas, y que más allá de las barras del metro y las paredes sin colores, más allá de las obras y las mesas de oficina, podemos cerrar los ojos y volar, llegar al infinito y masticarlo, hacer que las mariposas nos vuelvan a encontrar. pero no me estás escuchando. y todo es ruido, y asco, y llanto, y estamos condenados a una eternidad de escarcha, y no sabemos trascender cuando llega el mediodía. no cantará otro gallo. todo será siempre como ha sido hasta ahora, todo seguirá su curso predestinado, su aburrida y eterna monotonía inagotable. y tú y yo seremos vías de tren paralelas, de esas que sólo convergen en uno de esos infinitos, como tantas veces me explicó mi profesor de dibujo.

qué fácil sería acabar con todo, darles la vuelta a las palabras, empezar a construir un mundo a nuestra medida. bastaría con bailar en medio de las carreteras, con empezar a entender lo que decía Wilde, con tirarnos de cabeza a todo eso que da miedo pero que hace que merezca la pena el intento. qué fácil sería decirte que la revolución empieza en querer a morir, a rabiar, en mirarnos a los ojos y ser casa. que desde un corazón de lana el mundo se ve distinto, que se pueden derribar mil muros sólo con sonreír.

que más allá del horizonte aún no vemos nada, pero antes de la mañana lo vamos a conseguir. sonríeme una vez y parto el cielo. sonríeme una vez... sabré que sí.



Escrito a 15/11/14

- Tronca, no pierdas el tiempo deshojando una puta margarita. La respuesta siempre es no.
- ¿Y eso cómo lo sabes?
- Pues porque lo sé y punto.
- No tienes ni idea.
- ¿Y tú? ¿A caso tú tienes idea?
- Pues no pero..
- Ya, y como no tienes ni idea, pretendes que una margarita te solucione la existencia ¿no?
- No es eso..
- ¿Entonces qué es? Mírate, míranos. No nos quiere nadie, somos unas parias, unas tías raras de cojones que ni siquiera saben relacionarse como es debido con la gente. ¿Quién crees que nos querría en su vida?
- Yo qué sé, tía. No tengo ni idea. Pero no sé, ¿soñar es gratis no?
- Soñar es una forma de escapar de la realidad. Pero cuando la realidad es tan cruda como la que tenemos delante no sirve de nada intentar escapar. Nos alcanzará siempre.
- Me chafas todo, tía.
- Lo sé. Pero hazme caso, es mejor así.

Tiró la margarita al suelo y se puso a mirar la luna.

- Que bonita es.
-¿Quién?
- La luna.
- Ah, sí.
- ¿Para ti no?
- No sé, nunca me fijo en realidad.

La miró con una desesperación que no le cabía en los bolsillos.

- ¿Ves?
- ¿Ves qué?
- Eres tú tía.
-¿Soy yo qué?
- Eres tú el problema.
- ¿Qué?
- Que no es que seamos raras, ni unas parias, ni pollas. Intentas hacérmelo creer, pero no es así. Eres tú. Eres tú la que no cree en nada.
- ¿Pero qué dices? Yo si creo en cosas.
- ¿Sí crees? Y una mierda. Te da igual todo. No crees en la belleza, en las emociones, en los sentimientos. No te fijas en la luna, en como brilla, en como nos mira desde arriba. Cualquiera con un poco de sensibilidad mira a la luna y tiembla. Yo miro a la luna y tiemblo, joder. Y me siento pequeña y grande a la vez, y siento que somos un milagro, y que estamos aquí, y que es fascinante, y que es un privilegio estar respirando y admirando el brillo de ese satélite gigante. Y tú dices que no te fijas. Y eres así con todo. Te da igual, simplemente no te importa. Te dan igual las flores, los árboles, el cielo y las nubes. Te dan igual las margaritas y los dientes de león. Te dan igual los charcos y los chaparrones que hacen que el mundo se llene de calma. Te da igual todo. Y lo peor de todo es que te dan igual las personas. Y si te dan igual las personas, te da igual el amor. Y ese es tu puto problema. Por eso me dices esas cosas de que nadie nos va a querer. No es que nadie nos vaya a querer, es que tú no quieres querer a nadie. Y eso es un asunto muy distinto. A mí no me metas en ese puto saco. Yo no soy como tú. A mí me importan la cosas. Me importa la luna, y este momento y estar aquí y respirar. Me importa sentir mi corazón latiendo y me importan las jodidas margaritas. Y sobre todo, me importan las personas. Me importas tú y me importa él. ¿Lo pillas? A mí si que me importan las cosas. No digas que no.

Se quedó callada. Miró al suelo un segundo y luego levantó la vista para mirarla. Era una tía lista sí, y más sensible que el mejor de los poetas. Lloraba tanto, y saltaba tanto, y bailaba tanto. Y sí, tenía razón, las cosas le importaban. A veces demasiado. ¿Y a ella? ¿Sería verdad que las cosas no le importaban nada? No claro que no era verdad. Y tenía una pregunta que hacer al respecto. Quizá no justificaba su comportamiento pero al menos le ayudaría a hacerle entender por qué tenía una actitud tan pasiva ante todo.

- ¿Y no te duele?
- ¿No me duele el qué?
- Todo eso. Todo eso que te importa.
- Sí, claro, por supuesto que me duele. ¿Pero eso qué coño tiene que ver?
- Pues eso, que no hemos venido aquí para que nos duela. Que eso es una mierda. Que nadie quiere sentir dolor. Que es mejor que no te importen las cosas, intentar mantenerte al margen, ser inmune a todo.

La miró y sonrío. No pudo evitarlo.

- Estás equivocada. Hemos venido aquí justo para eso: para que nos duela. Para sentir. ¿Si no, de qué serviría estar viva? ¿Si no sientes de que te valen las cosas? ¿Si no te importa nada qué cojones haces aquí?

Y entonces se acercó mucho, hasta ponerse a dos centímetros de la cara de su amiga y le dijo:

- Si tienes miedo a sentir, di que tienes miedo a sentir. Pero no hagas como que el mundo te la suda. Porque no es verdad. Veo como le miras, y veo como tiemblas cada vez que se aleja con ella. Y todo este discurso que te has montado no es más que una coraza. Pero esconderse no es la solución, sólo te estás engañando. Lo que pasa es que sientes, que te importa. Y eso te acojona mucho más que cualquier otra cosa en la vida. Porque duele, claro que duele. ¿Pero que sería del mundo sin dolor? Todo lo bueno se consigue luchando, sufriendo, haciéndose daño. Sino acuérdate como venimos a la Tierra: con dolor, con un jodido dolor tan grande que todas las madres del mundo gritan y se desesperan y se vuelven locas en las salas de parto. Pero después del dolor, llega la sonrisa, el milagro. Y no sería tan importante, no sería tan valioso, si no hubiese dolido tanto.

La volvió a mirar. Estaba confundida, con una expresión rara en el rostro. A ella no podía engañarla, la conocía demasiado bien. Sonrío mientras la miró con una expresión tierna, y mientras cogía otra margarita y empezaba a saltar por el camino, miró hacia atrás y le dijo:

- Y esto recuérdalo siempre.


Saturday, April 15, 2017

Leí a T.S. Eliot y se me puso la carne de gallina. No tengo ovarios, ni herramientas suficientes para explicar con palabras lo que le pasó a mi piel cuando terminé de leer las últimas líneas de ese poema. Me acuerdo como si fuera ayer, como si fuera siempre. Existe un tipo de belleza que lo trasciende todo, deja los ojos húmedos, los corazones temblando. Mi alma se quedó hecha trizas y jamás me importó tan poco. Quizá ese día entendí que hay ciertas cosas que merecen la tristeza. Desde ese día he sido incapaz de borrar ese verso de mi mente, y creo que no lo haré jamás, pues es tan devastador y tan sincero que me agarra por dentro y me confía la verdadera esencia de las cosas. Si pudiera medirlo todo respecto a esas cuatro líneas pocas cosas llegarían a hacerme cosquillas en los pies. Pero siempre hay un día que lo cambia todo, siempre hay un día que pone todos nuestros vértices del revés. Suele notarse en el aire, en el inusual vaivén del viento, en algún matiz diferente en los colores del atardecer. Sí, siempre hay un día en el que algo que aprendiste como tuyo y sagrado se convierte de repente en realidad tangible. Como si Campanilla y Peter Pan pudieran existir y estuvieras a punto de salir volando con ellos por la ventana. El nudo en la boca del estómago aumenta, y, de repente, un millón de mariposas capaces de llevarte por delante. Te miré a los ojos, mis latidos formaron un huracán al otro lado del océano, y se me puso la carne de gallina desde mis pies hasta cada una de mis vértebras. Igual que el día que leí a Eliot. Llovía. La vida me miró con ojos brillantes y sonrisa traviesa, como intentando quererme decir: pequeña, estás jodida. Y sí, lo estaba. Pero jamás había respirado tanta belleza. Y, por primera vez, sentí tanto miedo que me dio igual. Y, por primera vez, repetí esas cuatro líneas en mi cabeza y sentí que en tu mirada se hacían realidad.

No puedo enfadarme con Eliot. Tenía razón desde el principio.


Friday, April 14, 2017

eres luz.

a mil estrellas de mis ojos y sin puntos de inflexión, me estás intoxicando. mi espina dorsal tiembla cuando estás sin estar, cuando te pierdes en callejones gobernados por otras piernas. te miro. te miro y tropiezo y mis átomos tiemblan y tú no me ves y yo sólo sé que te miro, y que te miro, y que te miro. que se me cae la vida. y esas flores, y tu risa, y el tono exacto de tu voz, y como pronuncias las eses, y eso que me hace sonreír tan fuerte, y tus ojos que son fuego. dos faros en medio de un campo de ceniza. y yo soy barca perdida en un océano gigante que nunca va a romper en tu orilla. me rompo. todas mis moléculas se quiebran y no sé dónde tengo la cabeza. ¿a cuántas cervezas estoy de ti? ¿a cuántas noches sin canciones? eres un poema escrito en imposibles. y te vas, y te quedas, y vuelves, y te revuelves, y apareces quemando y en llamas, y tu mechero, y tu cigarro, y todo eso que he aprendido a observar por el rabillo del ojo para que no me veas el alma. mi alma que no te conoce pero se muere por una puta palabra que abra la puerta, que rompa el hielo pegado a mis labios, que me deje entrar a decir hola, a decir nada, a decir algo que sepa a sonrisas de azúcar, a sonrisas de noche, a sonrisas a deshora y a tiempo. porque es a tiempo y nunca tarde (por favor, nunca tarde porque Bukowski no me lo perdonaría.) porque necesito entender por qué brillas así, y que me cuentes cuál es tu cuento favorito, en qué canción te quedaste, con qué poema sangraste, de qué estrellas te colgaste, por qué pareces de mentira. un sueño, una utopía, algo efímero y abstracto que no toco pero siento. y está, y estás, y yo me pierdo, y yo me lío, como se lía la noche entre vasos de cerveza, entre copas de vino manchadas de restos de coca o carmín, dependiendo de qué mano esté bebiendo la vida. quién bebe de tu mano, de qué mano bebes tú. las veces que habrás bebido en ella, en ellas. las veces que seguirás bebiendo. noche tras noche, luna tras luna, en un baile eterno que no parará pues parece que aplacar tu sed sea imposible, y ellas son agua y alcohol para tu herida. las beberás, las amarás, te inmolarás en ellas. serás feliz a la vera de otros cuerpos. pero igual que jamás podría enfadarme con el sol, por muy lejos que esté, por muy inalcanzable que sea, mi corazón tampoco podrá fruncir el ceño cuando te vea reír tranquilo en sus orillas.

porque eres luz, joder.
brillas.


27 MARES

1. Tiene los ojos azules y eso es una putada.

2. Hay palabras que son cárceles con paredes de cristal y lámparas colgantes.

3. Siempre me fijo en las espaldas.

4. A veces hace frío incluso en plena primavera, y creo que tiene algo que ver con que ella esté tan lejos.

5. Me habría quedado a bailar un rato más.

6. Me encantan las personas que se ponen a cantar porque sí, las que se ríen con los ojos llenos de cielos, las que son tan reales que contagian libertad.

7. En otro universo también te habría querido.

8. No puedo dejar los cereales con cola-cao.

9. Tienen razón, no como nada bien.

10. A veces echo tanto de menos a mi madre que sólo quiero volver a su hombro izquierdo y acurrucarme en su pecho hasta que el mundo explote.

11. Mi padre siempre jugaba con nosotros los domingos.

12. Aprendí a andar en bici y descubrí que cuesta abajo todo era más fácil.

13. Estoy hecha de lluvia.

14. Creo que el mar es el invento más bonito de la naturaleza.

15. Mi hermano es la persona a la que más admiro en el mundo. Pero no se lo digáis.

16. Ella es infinita.

17. Es mi número favorito. Lo tengo tatuado en el costado derecho.

18. Esa canción es magia.

19. Podría vivir en medio de la mierda, pero jamás sin ella cerca.

20. La distancia más corta entre sus ojos y mi boca es interminable.

21. Quiero bailar en su mirada.

22. Llega la primavera y me pone las ganas del revés.

23. No tengo la culpa de que sea tan bonito.

24. En un universo paralelo estoy mirándole a los ojos, cantándole bajito canciones que saben a él.

25. Ellas nunca me entienden. Y creo que las entiendo.

26. Soy una maraña de nervios y desastres que siempre tendrá el corazón lleno de mar.

27. Escribo y aparece. Y toda esa mierda que que no sé cómo decir pero que siento.
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Thursday, April 13, 2017

Estoy viendo una road movie en la que sale una chica con cinco tallas de sujetador más que yo, menos mal que estoy sola en el sofá. Cierro los ojos dos segundos e intento pensar cuándo fue la primera vez que entendí que mis tetas siempre serían pequeñas, que apenas se verían, que no estarían. Tú no las has visto nunca, y menos mal. Él las vio, pero cuánto me costó quitarme la camiseta en esas primeras noches de polvos llenos de nervios y dudas. No puso cara rara, no dijo nada. Creo que esas noches me quiso de verdad: con mi pelo encrespado y mis tetas pequeñas.

Estoy en otro libro. Tengo las ojeras llenas de ti, y no sé como contar las ovejas antes de dormir. Y mira que lo intento. Apareces sin querer y sin llamar, y eres tan bonito que a veces siento un impulso devastador de arrancarme los ojos porque te me has quedado tan grabado en las retinas que vaya a donde vaya no puedo escapar de ti, de tu brillo. Tú estás en tu mundo, tú estás con tus cosas, tú estas con tus chicas perfectas de pelo peinado y sujetadores que sí pueden llenar. Tú estás en otro libro. Y cierro los ojos, y pienso en tu espalda, y me acurruco bajo la manta en este roto sofá. Creo que poca gente sabe que me encantan las road movies. Porque imagino que soy yo, y que me voy, y que el desierto me recibe, y que la lluvia me moja, y que el sol me acaricia, y que la carretera se hace cómplice de sueños que aún tengo por contar. Y siempre siempre siempre me imagino con helados.

No seremos Bonnie and Clyde, claro que no. Quizá ni siquiera seamos. Me da tanto miedo acercarme a ti que siento que eres un león enjaulado, capaz de morderme la mano si me acerco a intentar acariciar tu hocico. Pero me muero tanto de ganas que ya no quepo en mis moléculas, y quiero huir a ti pero tú no puedes ser, no vas a ser nunca. Esta noche te follarás a una chica con cinco tallas de sujetador más que yo. Pero ahora eso ya no me sirve de excusa. Si te la follas a ella y no me follas a mí, sé que no es por mis tetas. Y eso duele más. Mierda.




Tuesday, April 11, 2017

SONETO DE LUNES CANSADO

Entre el cielo y el mar estas heridas
Que saben a vértigo y a olvidarte
No me queda sangre para amarte
Se fue corriendo, igual que la vida

Otra vez las ratas, estoy vencida
Que no puedo dejar de imaginarte
Arráncame los ojos pa mirarte
Un lunes cansado, noche encendida

Te veo en las farolas, los tejados
En todo lo que no tiene palabras
Tus ojos guardan todos los pecados

El alma gastada, triste, macabra
Tus dedos y tu boca tan lejanos
Este silencio infinito taladra









Sunday, April 9, 2017

Ojalá no tengas que hacerlo. Ojalá no tengas que ver como tus sueños se descomponen lentamente como pequeños terrones de azúcar mojados por saliva. Ojalá no tengas que hacerlo. Ojalá no tengas que ver como se cuela en tus ojos una infinita tristeza que refleja sin tapujos la miseria más atroz. Ojalá no tengas que hacerlo. Ojalá no tengas que quedarte a solas con tus miedos, sin canciones ni caricias que te ayuden a luchar. Ojalá no tengas que hacerlo. Ojalá no tengas que salir corriendo porque te rompieron tanto y tan fuerte el corazón que ahora siempre tienes miedo. Ojalá no tengas que hacerlo. Ojalá no tengas que cambiar de mirada porque el mundo se aprovecha de la fragilidad que se esconde en cada copo de bondad que tan dulce regalas. Ojalá no tengas que hacerlo. Ojalá no tengas que esconderte detrás de palabras vacías porque cada vez que abres la boca te abres en canal y ellos lo saben. Ojalá no tengas que hacerlo. Ojalá no tengas que aprender a perder las ganas de volar porque todas las manos que se acercaron a tu espalda tenían las tijeras preparadas. Ojalá no tengas que hacerlo. Ojalá no tengas que deshacerte de tu risa, de tu cielo, de tus ganas de soñar.


Ojalá no tengas que hacerlo. Lo que más odio en la vida es verte llorar.



Wednesday, April 5, 2017

LAS RATAS

No hay paz para los corazones rotos. 

Me quité el chaleco antibalas y vi para mi asombro que mi pecho sangraba. Todas las capas de mi piel, mi carne, mis huesos, atravesados por un material mucho más fuerte que las balas. Me mantuve de pie unos segundos, mirando al frente intentando frenar la hemorragia con la mano derecha, mientras con la izquierda intentaba sacar fuerzas de flaqueza para hacer un último corte de mangas. Mi corazón se había partido en doscientos no te quieros, y todavía fui capaz de encontrarle humor a la ironía. Fui así de estúpida. La sangre fue abriéndose paso por mi camiseta negra, apenas se veía. Siempre encontré refugio en el negro, como si al vestirme con colores oscuros la gente no me viera. Ojalá no me hubieran visto en ese momento, cayendo de rodillas ante ti, implorándole al cielo algo de piedad, algo de calma, algo de cualquier cosa que mitigara el golpe. Pero el cielo no llovió, y yo lloré, y mis manos vacías temblaron, y el miedo se me agarró por dentro, y la angustia decidió mudarse a mi pecho, y la vida palideció. Y el mundo giraba, y los días pasaban, y tú ya no, y tú ya no, y Holden, y todas esas frases, y lo que grité partiéndome los átomos, en silencio, siempre en silencio, porque dejar que me oyera era regalarle una victoria. Si todavía tienes fuerzas para jugar la prórroga hay que forzar el empate.

No hay paz para los corazones rotos.

Cambié de ciudad, de coordenadas, de nombres, de zapatillas. Salí a andar por unas calles que no me conocían a eso de las dos de la mañana. Les regalé todos mis besos a las alcantarillas, a la mierda la cajita. Cocodrilos y huracanes, mi pelo enmarañado hablándome del viento, de todo lo que dejé escrito en las entrañas de algún monstruo fugaz. Los miedos fueron mis amigos, jugué con ellos, bailé con ellos, follé con ellos. Los metí a todos debajo del sujetador, me los llevé conmigo a cuestas. No me dejaban en paz. No querían irse. Y yo sonriendo como si por dentro no fuera todo catarata, como si por dentro no fuera todo abismo. Como si aún estuviese entera.

No hay paz para los corazones rotos.

Me desvestí en medio de la nada y desnuda comprobé el relieve de la cicatriz. Tenía demasiadas. No sé qué hora era, sí donde estaba, sí su cara cuando me vio, también la mía cuando se fue, también su gesto, su vacío, su hielo y su frío, también su mierda. Me puse a andar con la garganta en carne viva. Las palabras que no dije, que jamás pude decir, me apuñalaban lentamente, como Flack me mataban suavemente, y yo sin poderme sacar su canción de la cabeza, su canción de mis columnas, su canción de mis torpezas. Empezó a llover y me arranqué el corazón. Lo sostuve entre mis manos mientras latía sangre y rabia, y un dolor tan infinito que allí ya no cabía. Lo sostuve entre mis manos sin saber que hacer con él. Era otoño, hacía frío y me adentré en un callejón que no tenía farolas. Miré hacia arriba porque quería mojarme, borrarme, limpiarme, que la lluvia se encargara de llevarse los retales. Miré hacia abajo, y mis pies, desahuciados pero firmes, repetían rítmicamente esas palabras: hazlo, hazlo, hazlo. Miré  a mis manos, era mi corazón. Y en medio de la mierda y el olvido, se lo di de comer a las ratas.