Wednesday, May 24, 2017

Tarantino y toda la mierda que se escurre por las cañerías. En otro universo estaría enganchada a tu espalda, contándote cuentos sobre todo y nada. La vida suele pasar así, entre absurdas historias que nos adormecen, entre speeches de gente hablando de cosas de las que no tienen ni idea. Y tenemos que hacer como que nos importa algo. ¿Quieres vivir así? Yo te hablaría sobre unicornios y dragones, sobre canciones tristes en días de charcos, sobre volver a mirar a los parques con ojos llenos de margaritas y latas de tomate. Y sí, quizá yo tampoco estaría diciendo nada, pero al menos te estaría haciendo sonreír. Eso ya es más de lo que ellos consiguen. En otro universo estaría contigo. Te cambiaría los días malos por mantas y cola-cao, te haría la guerra en el balcón para que nos vieran todos los vecinos. Sería así de intrépida, así de indiscreta. No malgastaría ni un maldito segundo a la vera de tu risa, estaría atenta a cada señal que me dijera que el viento está a punto de cambiar para izar las velas. Sería tu brújula, tu estrella polar. En otro universo sería posible hacer del mundo un sitio en el que alguien como tú y alguien como yo pudieran caminar juntos sin que sonara raro. Pero estamos atrapados aquí, en estas dimensiones en las que te veo pero no te encuentro, en las que no sé llegar sin hacer de todo un nudo, en las que me tropiezo como un gato con un ovillo de lana, en las que caigo irremediablemente a la torpeza. Estoy mirando al cielo. Tic-tacs intermitentes, farolas, luciérnagas. Otro universo. Otro universo. Otro universo.

Uno en el que pudiera ser Kiddo matando por ti.




Monday, May 22, 2017

INTENTOS DE SONETO

Tenía los ojos color canela
La mirada de un perro salvaje
Jamás vestía corbata ni traje
Y cada dos no soplaba las velas

Cosía su dolor entre las telas
La tormenta le servía de anclaje
Cuando el blanco alumbraba el paisaje
Todavía miraba las esquelas

Un día no lloró pero lloraba
Por rabia, por pesar, y por costumbre
Le dolía pero no lo contaba

Sentado junto a la luz de la lumbre
Como frágil, fuga ruina romana
Hoy todavía, a veces, se hunde.





Saturday, May 20, 2017

Miradas que congelan todos mis puntos débiles, los ojos del basilisco a través del espejo. Perros azules bailando en mis retinas, un páramo desierto por conquistar al oeste de mis párpados. Yo también te quise, con los ojos cerrados y en tierra de nadie, esperando las hogueras que vendrían a quemarnos. Nos quemaron, nos quemaron vivos. Nos quemaron los ojos, las manos y la carne. Fuimos pasto de las llamas que transportaban su ira, pasto de todos esos ideales que vendieron tan barato. El amor era más que toda esa porquería. O eso pensábamos. Pero cuando tus pupilas trazaban una perpendicular perfecta con el cañón de la escopeta, ¿dónde metías toda esa valentía? En esos momentos en los que el tiempo se para es donde se ve quién tiene agallas de verdad. Supongo que en aquel rincón maldito ninguno de nosotros las tenía. Pero ninguno se quejó, y eso es más triste todavía. Hoy no soy la misma. Ninguno lo somos. Cambiamos igual que cambia el agua, en silencio o a pleno llanto, atravesando montañas y barrancos, creando pozas y lagos, regándolo todo de vida. Tú me viste ser catarata, caer con toda mi fuerza para romperlo todo, para volarlo todo, para borrarlo todo. Fui preludio de tormenta. Apareciste sibilino como un gato a medianoche, y yo te vi y no supe verte. Fuiste mi trampantojo favorito, un pequeño pedazo de papel con esas palabras escritas, mi secreto más secreto, irreverencia. Hoy no sé ni dónde estás y lo único que recuerdo con una escalofriante nitidez es como temblaba mi cuerpo ante tu incapacidad de verlo. El dolor. Todo lo que me envenenaba por dentro cuando tú me mirabas inerte, como si no existiera, como si fuera aire. Y tal vez lo fuera. Ya no pongo en duda nada porque dudo de todo, pero si algo se me quedó clavado fue tu cuchillo. De frente, eso sí. La diferencia entre la gente que te quiere y la que no es el sitio por el que te clavan la faca. Y la diferencia entre tú y yo es que yo nunca te la habría clavado.

Suena a lluvia, a noches de leche tibia y música. Estoy vomitando encima de un trozo de papel. La ciudad sigue soñando. Todo está bien.



Wednesday, May 17, 2017

También tus ojos brillaban, nadie miente tan bien.

Decidiste apartarme de ti como quien aparta de un empujón a un transeúnte que le molesta en la acera, sin importarte que mis ojos ya te estaban cuidando. No sé qué hacer con eso. Apareciste cuando no te esperaba, cuando la vida me hablaba de otros nombres y otras bocas, cuando no sabía que podía caber tanta belleza dentro de una locura tan distinta. Te vi en una esquina pintando tus angustias, sentí que te quería abrazar hasta los huesos.  No sé qué hacer con eso. Decidiste apartarme de ti, como cuando apartas con la mano una ramita a la altura de los ojos en uno de esos caminos escarpados. Pero soy junco que se dobla y no se parte. Eso lo aprendí de otros disparos.

No me parto, y sigo caminando por caminos que no sé a donde me llevan pero que parecen esconder un pedazo de cielo en esos recodos perdidos. Y si tengo miedo me ato fuerte los cordones. Y si tengo miedo nunca miro atrás dos veces. Con el pelo suelto y el pecho ardiendo salto desde el andén con rabia y ganas. Que yo siempre fui de las que siempre empieza, no de las que siempre acaba. Cada adiós se queda taladrado en un pequeño rincón del alma. Pero yo, desde pequeña, estoy acostumbrada a cerrar las tapas.

También tus ojos brillaban, nadie miente tan bien. Pero el mundo está tan lleno de colillas que ya no me creo nada. Le diste un portazo en las narices a "lo que pudo ser". Y yo me quedo bailando "Formidable", respirando tranquila, sabiendo con un certeza inmensa que no te volveré a ver.


Pero también tus ojos brillaban.



La vida sigue pasando con la misma fragilidad pausada: los días se mueren de asco. Los relojes derretidos a la vereda del tiempo son castillos donde todavía podemos escondernos de las brujas. Pero pasamos, amor, pasamos, por esta cuarta dimensión que nos consume con un gesto de victoria y reconquista. La vida sigue pasando con la misma belleza varada: los días reviven en llanto. Sigue pasando la vida. Aprendemos a sentir cada una de las costillas, recordamos que surgimos de la profundidad de los océanos. Y qué azules son sus ojos. Como dos cielos atrapados para siempre alrededor de unas pupilas. Le miro. Inevitablemente le miro. Oscuridad brillante que me convierte en polilla. La vida seguirá pasando sin que pueda acariciar/alcanzar su orilla.

No pasaba nada, pero todo pasaba. Y así, bajo las hojas de un laurel olvidado alguien se creyó rey por un momento. Al César lo que es del César. A mi dame la suave brisa que emana de la risa curiosa de una mujer desconocida más allá de las dos de la mañana. Sí, a mí dame la risa. Dame la noche con todos sus borrachos y sus locos. Dame el día con todos sus indios y vaqueros, con todos sus Peter Pan perdidos, con todas sus Alicias despistadas. Dame el mundo con todas sus mentiras, dámelo también con todas sus verdades. Pero dámelo, pónmelo en la mano y luego sopla. 

La vida sigue pasando y yo me caigo en sus palabras, como si intentara encontrar algún tipo de sentido en las líneas que traza de esa forma tan trivial. La gravedad y su mirada quieren acabar conmigo, pero antes de tocar el suelo ya me empiezo a levantar. La vida pasa y no espera. Como un ciclista sudando su alma en la subida, no me pienso descolgar.



Wednesday, May 10, 2017

La vida se caía a trozos un miércoles cualquiera, pero tú estabas tan bonito que me reconcilié con todos mis desastres. Tenías que haberte visto, brillando en medio de la rutina, encendiendo las farolas, haciendo que el resto del mundo pareciera un páramo maltrecho y aburrido. Cuántas preguntas escurriéndose por mi espina dorsal, cuántas dudas anidadas en mi pecho. Pero no salgo corriendo. Porque también es bonita la tristeza si lleva tu nombre y tu sello. Porque también es bonita la tristeza cuando te miro como una luna lejana que alumbra mis noches raras aunque no pueda rozarla. Sonríes y me caigo. Tú no te das cuenta pero creas un fenómeno parecido a un huracán, una fuerza invisible que me hace temblar, que me lleva por los aires, me destroza. Y no te acerques que me puedes, no te acerques que me rompes, no te acerques que me matas. Quiero alargar la mano y encontrarme la manzana. Pero es todo sueño y utopía, una invención intangible de una mente inquieta. Oigo las sirenas a lo lejos. Estoy a punto de fundirme con el mar.

Tu pelo es mi horizonte. Tan inalcanzable como cierto.



Saturday, May 6, 2017

los chimpancés estaban preciosos vistos desde aquella perspectiva. el suelo estaba lleno de latas de cerveza vacías y el aire olía a restos de comida y hastío. el reloj de la pared no daba bien la hora, pero a nadie de los que estaban allí parecía importarles. se miraban fijamente, como quien mira con detalle una carta del banco o las arrugas de la cara de un sin techo derrotado que pide en silencio en el metro. se odiaban, pero lo disimulaban bien entre caladas de humo verde y botellas de vino blanco que no habían costado más de tres euros. se habían olvidado de reír y se morían, sin poder aferrarse ni siquiera a la piedad de un corazón desconocido. el tedio, la decadencia del humor y la palabra, la vacuidad, el absurdo, la nada. estaban devorados por sus propios ideales, porque un día decidieron sentarse a ver pasar la vida y la vida les pasó por encima.

no dije nada cuando entré en la habitación. observé callada el óxido pegado a aquellos párpados cansados, escuché en silencio la cadencia de los suspiros que imploraban cualquier otro tipo de acción. pero nadie se inmutaba. me pareció sentir que una corriente de tristeza lo inundaba todo, que se les había pegado la nostalgia a los costados, que habían tejido telarañas de pesadumbre sobre sus propias escamas. nadie me miraba. tampoco se miraban. un vacio inalterable llenaba cada rincón, y lo único real era el humo que entraba y salía de sus pulmones, el dolor que entraba y salía de sus corazones. eso no podían inventarlo.

entonces di la luz. alguien murmuró alguna frase sin sentido, alguien cerró los ojos, alguien miró hacia arriba y respiró. la chica que estaba pegada a la ventana, con ojos color canela y ojeras cubiertas de escarcha, levantó la cabeza y me miró. no tenía expresión en la cara, pero intuí aburrimiento y rabia en su repentina brusquedad.

-  ¿quién eres?
- eso da igual.
- ¿por qué has dado la luz? no nos gusta la luz. apágala.
- no puedo apagarla, la necesito para hacer lo que he venido a hacer,
- ¿y qué coño has venido a hacer?

en ese momento pareció que algo cobró vida en su interior. no sé decir exactamente qué, pero al menos había una fuerza, un impulso, algo que movía aquella estatua de papel. me miró fijamente, con irritación y firmeza. parecía que estuviera decidida a levantarse para sacarme de allí a patadas. le devolví la mirada sin parpadear y hablé como si todo el peso del mundo se  concentrara en esa frase.

- he venido a mataros. es la única forma de que empecéis a vivir.

todo el mundo se calló. dejaron en el suelo las botellas de vino, los vasos, los cigarros. me miraron con la misma expresión de incredulidad de quien cree estar viendo un fantasma. pero por primera vez, también vi un destello de curiosidad en esos ojos inertes, un hálito de ganas de seguir preguntando, de seguir escuchando.

- ¿y cómo piensas hacerlo? - el que preguntó era un chico flaco y larguirucho que había estado tumbado en la parte derecha del sofá. tenía cara de no haber dormido en cuatro días y una barba mal recortada que le daba aspecto de dejadez y miseria. se había incorporado y era como si hubiera empezado a despertar de un letargo preprogramado. le miré tranquila y sin miedo, con la seguridad que me daba el saberme la respuesta. me quedé en silencio un largo rato. quería ver si empezaban a reaccionar, si me miraban, si algo en alguna parte de su ser empezaba a latirles. esperé a que la pausa creara el efecto que quería conseguir. la gente tendía a llenarlo todo de palabras, a no coger aire, a bombardear. era como si no tuvieran ni idea de que el silencio siempre mataba más.

(CONTINUARÁ...)




Friday, May 5, 2017

ni siquiera sé cómo te quise. un día ya no hubo palabras. un océano más inmenso que la vida cubrió los patios donde yo miraba a las naranjas. el silencio sabía a días de lluvia y a canciones de Nirvana. tuve que aprender a no resbalar. no conté las horas, no conté las lunas, pero dentro de mí pasaron un millón de años y te quise durante todos los minutos que fui capaz de respirar. las agujas se clavaban como espinas de rosales marchitados, y mi cuerpo no reconocía nada más allá de ti. tuve que aprender a vivir en esas jaulas. tuve que aprender a vivir así, muriendo. la luna está llena y ni siquiera sé cómo te quise, si a lo loco o con locura, con un millón de grillos haciéndome cosquillas en los dedos pequeños de los pies. morí tantas veces en un mismo suspiro que no sé como mis costillas no cedieron al final. y después de tantos amaneceres lloviendo, un día, de golpe, se me secó la vida. te fuiste como quien va a por tabaco y no vuelve, como quien cierra la puerta de un portazo y para siempre, como quien desaparece entre la niebla en una carretera con todos los sentidos menos el de vuelta. así te fuiste, rotundo y trascendente, dejándolo todo helado, como una tormenta de invierno que apaga todos los graznidos.

no, todavía no sé cómo te quise. pero te quise. te quise y el cielo se abrió, la tierra tembló, y el mundo estaba en tus ojos. 

para poder renacer tuve que tirarme al fuego.