Wednesday, October 25, 2017

cuando te quiera,
que será tarde y a deshora,
me mirarás quizá con ojos asombrados,
quizá también con un resquicio de sospecha.

yo no diré nada.

cuando te quiera,
pegaré post-its en todas tus ventanas,
haré de tus gemidos
mis canciones,
y te dejaré el sol encendido
cada vez que me vaya.
por si nunca te gustó la plastidecor negra,
y prefieres esos matices de naranjas.

tú no digas nada.

cuando te quiera,
seré tu viento
y tu tormenta,
te dejaré volar cometa,
y nunca te pediré tu para siempre.

cuando te quiera,
seré tu alcohol en las heridas,
tu ibuprofeno de domingo,
pañuelo de seda en tu hemorragia,
tabla de madera en tu naufragio.

cuando te quiera,
seré abrazos,
y poemas,
y cerveza.
y todo eso que no escribiré
pero te haré hasta desgastarte.

cuando te quiera,
te diré siempre que eres luz
y eres gigante.
y podrás tú solo
con el mundo
pero me graduaré en cuidarte.

y que no falten nunca
las sonrisas kamikazes,
las locuras de piratas,
y el huracán que quema.

y que no falten nunca
las mañanas de adoquines,
los jardines de amapolas,
y nuestras lunas llenas.

cuando te quiera,
ya no te preguntarás cómo es que alguien ponga el cielo en tus manos.
te levantarás una mañana y serás todo estrellas.



(siempre es en abstracto pero a veces menos.)









Tuesday, October 24, 2017

- Quizá no lo sabías.
- ¿El qué?
- Que le querías.
- ¿Cómo se puede no saber eso?
- Yo qué sé, la gente no sabe tantas cosas.
- Ya, pero si quieres a alguien lo sabes, ¿no?
- ¿Cómo?
- No sé, sólo lo sabes.
- ¿Y entonces qué te pasó a ti?
- No lo sé.
- ¿Le tenías y ya no lo querías? Es una persona, no unos zapatos nuevos.
- Joder, ya lo sé.Y estoy intentando averiguar por qué me pasa esto.
- No, para. Tienes que dejar de pensar, dejar de ser tan racional, dejar de hacer listas y de darle mil vueltas a todo. A ver, ¿te duele?
- Sí, joder. Sí.
- Pues ya está.
- ¿Ya está qué?
- Te importa.

Se quedó callada un momento. ¿Le importaba? Sí, suponía que sí. ¿Pero le importaba porque le importaba él? ¿O le importaba que él y el resto del mundo pensaran que era una mala persona? Había algo dentro de ella que no le dejaba saber qué era lo que sentía de verdad por ese par de ojos y esa forma de ser tan indiferente a todo que tanto le sacaba de quicio. ¿Le quería? ¿Le había querido alguna vez? ¿Se había enamorado de él en algún momento de aquel caótico verano? Pero, al fin y al cabo, ¿qué era el amor? Un cuento que les había vendido Hollywood para que siguieran viendo películas que eran imposibles de comprar si no fuera porque al final de una historia completamente inverosímil y absurda los protagonistas se daban cuenta de que se querían y terminaban casándose o haciendo alguna locura parecida. Uno de esos gestos heroicos y románticos que tanto le gustaban a media población sin que ella llegara a entender aún por qué. No lo entendía. No lo entendería en la puta vida. Y ahí tenía a su amiga, diciéndole que si le dolía le importaba. Vaya basura. Si tenías que esperar a sentir dolor para poder valorar algo ¿qué sentido tenía? ¿Si cuando tú llegabas la otra persona ya se había ido para qué tenía que pasar alguien por toda esa mierda? Tragó saliva mientras encendía un piti y miraba al horizonte con cara de hastío.

- Sí, tal vez me importe. 
- ¿Y?
- ¿Qué?
- ¿No vas a hacer nada?
- No. Él se fue porque quiso. Si alguien se va tienes que dejarle ir, está en su derecho. La vida es así. La gente se va.
- No, la gente lucha por aquello que quiere. Entonces te la suda, tienen ellos razón, no te importa una mierda.
- ¿Sabes? Estoy harta de que me digas, de que me digáis lo que tengo que hacer, cómo lo tengo que hacer, toda esta mierda. La vida es chunga a veces, ¿vale? Las cosas salen mal, todo se jode. La gente te falla. La gente te falla, ¡joder! ¿Sabes cuánto di yo por todas y todas esas personas que ya no están en mi vida? ¿Cuanto hice, cuanto aposté por gente que ni siquiera sabe dónde estoy o si sigo respirando? ¿Gente a la que le daba igual que llorara, que me cayera, que me partiera el alma y las rodillas en cada puta caída? Les di mi vida. Todo lo que soy y lo que tengo. Lo hice todo, absolutamente todo por ellos. Les pinté el cielo de colores y les regalé mi mejor sonrisa todos y cada uno de los días... ¿y a cambio de qué? De que me rompieran el corazón. Sin fallo. Todas las putas veces. ¿Tanto te preocupa él? Vete, vete corriendo y consuélale, dile que soy lo peor, que estoy llena de corazas, que nada me importa, que nada me enternece, que soy de hielo. Venga, corre, díselo. Al fin y al cabo, ya lo hiciste una vez.

Estaba respirando rápido, levantando el tono de la voz, acordándose de todas las personas que la mataron por dentro. Tenía ganas de llorar, sentía las lágrimas al filo, pero no, no iba a llorar, no le daba la gana. Su amiga la miró con cara asustada, como si supiera que había tocado el botón que no era, con miedo de que explotara del todo. Intentó tranquilizarla:

- Vale, vale, tranquila, no pasa nada. Tienes razón, te entiendo. 
- No, no me entiendes una mierda. Pero me da igual. ¿Quieres oírlo? Sí, me importa, me importó cuando vino y me importó cuando se fue, me importó todos los putos segundos en los que estuvo. ¿Pero sabes qué? Después de todas las hostias, de todos los golpes, de toda la mierda que intentan venderme, de todas y cada una de las decepciones, tengo una respuesta muy clara, para ti, y para ellos. Sí, me importa. Pero yo me importo más.

La miró con una mirada llena de dolor y rabia. Le dio el último calo al cigarro y lo tiró al suelo. Se metió las manos en los bolsillos de la chamarra y tiró a andar hacia el río. No había luna y hacía frío, pero le daba igual. Quería andar y no pensar. Dejar que el dolor se fuera atenuando. Detrás de ella, su amiga todavía tenía una última pregunta.

- ¿Yo también te falle, verdad?

No se dio la vuelta. Respiró hondo dos veces e intentó que la presión del pecho no pudiera con ella. Un millón de pensamientos en un sólo segundo y esa imagen. Esa puta imagen otra vez.

- Sí, lo hiciste. 
- ¿Y por qué nunca lo hablaste conmigo?
- Porque no quería escucharte.
- ¿Por qué?
- Porque volverías a elegirle a él.

Y así, con una lágrima asomándose al abismo, siguió caminando con la esperanza de que algún día todo volvería a estar bien. 



Monday, October 23, 2017

IMPERFECTOS

Creo que éramos imperfectos el uno para el otro.
Y qué bonito.

Tú y tu manía de fumar a cada rato.
Yo y mi manía de fregarlo todo,
de lavarme 40 veces las manos.
A veces me mirabas raro,
como ese anochecer de agosto
mientras les daba patadas a las piedras del camino
y tú no lo entendías, y entonces las movías y me hacías la puñeta
pero te reías y hacías el tonto y me reía,
y eso sí que era perfecto.

Pero aún recuerdo ese atardecer de las afueras,
ese camino entre las hierbas,
el beso que te di
y tu mirada congelada antes de las palabras: no vale enamorarse, ¿eh?
No valía, ¿verdad?
Tú ya sabías que no sería.
Sabías que no sería suficiente para robarte el corazón y el aliento,
el alma y la vida.
Que yo no llegaría,
porque yo nunca llego.
Pero en vez de salir corriendo,
me quedé por cabezota,
me quedé con tus dictados y tus normas,
bajo tus condiciones,
sabiendo que tarde o temprano
mis alas se rebelarían a favor de mis latidos.

Hoy he caído al suelo,
y las alas se me han llenado de barro,
y tengo la cara sucia y veo el cielo borroso,
y soy solo sal y ganas de salir corriendo al regazo de mi madre,
a esconderme del mundo y sus maldades,
a ser niña otra vez, a ser desastre
que sólo a mi madre le dejo intentar ordenar,
ordenarme.

Yo, que no te pedía matrimonio, ni la palabra eternidad,
que te quería libre y tuyo,
pero que también me quería mía y especial,
me estoy cosiendo el corazón mientras se desangra.
Necesito contener como sea la hemorragia,
para tener sangre y luz y vida
para cualquier persona que llegue con intención de revolver y de quedarse.
Cualquier persona que ya no serás tú,
ahora que ya conocía todos tus recovecos de memoria.

Y yo, que quería ver mil películas contigo,
enseñarte mi calle y mis aceras,
a mis amigas sonriendo un día entre semana,
mi mar y todas y cada una de mis orillas.
Yo que quería darte el cielo y la luna y mis entrañas,
que quería construirte palacios y ventanas,
hacerte el amor y no la guerra,
darte la luz y con un cuchillito de luna lunera cortarte las penas.

Me voy.
Sin consuelo y con lo puesto,
sabiendo que me perderé todos tus amaneceres,
que será otra quien te dé los besos en la frente,
el sol y la galaxia, todo lo que le dejes.

Te vas.
Enfadado y congelado,
con todas las puertas cerradas,
sin cederme nunca el paso,
con tu razón y mi fracaso.

Al final,
nos dejamos pasar.
Pasamos.

Y estoy cansada y el universo es infinito y Einstein tenía razón.
Qué estúpido todo.

Pero cuando me duelen los pulmones no me permito quedarme.
Entre tu adiós y mi pelo nace un reguero de sangre.

Espero que nunca tengas que echarme de menos.



Saturday, October 14, 2017

If life gives you lemons..

Que la vida me dio limones cuando te puso en mi camino y por primera vez no tuve ni puta idea de  como hacer limonada. Por primera vez fui folio blanco, bic sin tinta, el tic-tac del reloj de la tripa del cocodrilo, un amargo sabor a nada. Perdí el significado y el sentido y todas las direcciones de mis mapas marcaban tu Atlántida, tu país de nunca jamás, tu invierno, tu utopía. Debajo de mis átomos encontré un petirrojo herido que intentaba aferrarse a una ramita de olivo que alguien había dejado tirada en la cuneta. El cielo lloraba plomo y yo intentaba recordar la letra de aquella canción que siempre hacía que quisiera ponerme a bailar, ponerme a sonar, a soñar, a volar. Intentaba recordar a qué olía el sol, a qué la vida, cómo había sido aquella orilla antes de tu pelo color noche pizarra. Pero tus ojos eran grilletes y tus palabras espadas, y yo sólo era una aprendiz de polizonte. No supe escoger el barco, tampoco el mar, tampoco el color de la bandera. Color carmín, color herida, tacto marfil, tacto suicida, seda y mentiras, seda y dolores, seda y arcilla. Mis pies pisando el barro, mi alma marchitada en un jarrón de porcelana que se acabaría de romper con tus silencios y partidas. Como mujer de marinero mirando al horizonte esperando a que vuelva el amor de su morada, esperé más de mil lunas a colapsar en tu mirada, esperé más de mil lunas, desesperaba. Y aquí sigo, sin verte, siempre sin verte, sabiendo que pude sólo porque tenía, que si no hubiera sido por la inercia de mi propio vendaval nunca habría podido volver a pronunciarte. Pero lo hice y supo tan insípido, tan templado, que no quise no sentir nada, que eché de menos el dolor, que eché de menos la batalla, la guerra, la trinchera, la metralla más allá de las hogueras. Que eché de menos el dolor, el dolor de no tenerte, de no tocarte, de no poder amarte hasta el final de los segundos que ellos inventaron, de no poder decirte mirándote a los miedos que yo te cuidaría por un millón de infiernos y mucho más allá. Como Lorca, bodas de sangre y droga y mierda, y tú con ella, y tú con ella, y yo muriendo porque jamás entendí como fuiste capaz de hacerme eso, de hacerme polvo, de hacerme huesos. Arrancándome la carne y las entrañas una noche de noviembre para siempre, para siempre, para siempre…te odiaría para siempre. Y sin embargo…


Y, sin embargo, aquí me tienes, en medio de limones que saben a tormentas que tienen tu apellido y tus ojeras, y todavía lo siento latiendo en un costado y te oigo gemir, y te oigo latir, y te oigo con ella, siempre con ella y dentro de mí es todo templado, templado, templado… porque después de ti ya no volví a los tejados.



Monday, October 9, 2017

Cuando llegue el fin del mundo

Cuando todo sea campo abierto, escombro y ceniza,
cuando el mundo vierta su última gota de metralla, 
cuando no haya rosarios atados a las manos,
cuando el silencio grite como un niño al nacer,
y todo se funda en ese trágico gemido.

Entonces,
entonces será tarde
y demasiado,
y estaré andando descalza
y seré sangre
y no estarás.

Y las nubes serán negras
y estarán aborreciendo cada historia que contaron
que decía que sería un eterno mar de lluvia
y no este páramo.

Entonces, será tarde,
y el conejo blanco dejará de hablar
porque nadie le hizo caso
y no llegamos, no llegamos
a salvarlos, a salvarnos,
y un millón de chimeneas
escupirán la porquería de mil corazones turbios
que no supieron sonreír a la orilla del invierno.

Entonces,
entonces será tarde
y demasiado,
y estaré bailando sola
y seré miedo
y huracán,
y no estarás,
y no estarás,
y no estarás mirando.

Cuando llegue el fin del mundo y nadie esté
y todos se pierdan,
lanzaré la última piedra
a todos los tejados que sí nos vieron soñar.

En mitad de la Gran Vía
y sin relojes,
eternos mientras el mundo sí giraba
y nos sentía.
Nos sentía y nos decía
que podíamos volar.
Y yo lo hacía,
yo lo hacía,
cada vez que sonreías
y mis ojeras no echaban de menos el mar.

Eras océano y tormenta
y cielo azul y mil tornados.
Y te quería,
te quería,
como la guerra a sus soldados

Cuando llegue el fin del mundo estaré pensando en ti.
Y será tarde,
y demasiado,
pero seré cometa.