Sunday, May 18, 2014

Estudio periodismo. Comunicación. Cómo trasmitir las cosas, como expresarlas, como plasmarlas para que lleguen bien al receptor. Como hablar por la radio, por la tele, como escribir una noticia, un reportaje, una entrevista. Palabras. Todo el rato. Pero también algo más. 

Una de mis tías no habla. No puede hablar. Nació con una minusvalía muy grande en el cerebro. Lleva toda su vida en una silla de ruedas porque no puede andar, sólo cuando tú la coges de los brazos o cuando la agarras bien por detrás y la vas llevando. No habla, pero hace diferentes sonidos todo el rato. Se ríe. Llora. Muchos dirían que es como un bebé,  y en muchos aspectos lo es, pero no en todos. Porque si prestas atención te das cuenta de que comunica todo el rato, aunque no lo haga mediante palabras. Un bebé sólo llora cuando tiene hambre, frío, la duele algo, o hay que cambiarle. Aprende a reírse más tarde, y se ríe cuando le hacen carantoñas, gestos, mimos, juegan con él, etc. Y eso es todo. Luego, cuando empieza a hablar se le abre un universo bestial, y empieza a decir las cosas hablando. Mi tía nunca aprendió a hablar. Porque no tiene esa capacidad cerebral desarrollada a causa de su minusvalía. Pero dice muchas cosas, comunica muchas cosas. La cosa es que tenemos que aprender a entenderlas. Tenemos que entender que la comunicación, en realidad, se basa mucho más en todo lo demás. Mi profesor de persuasión nos decía que lo que se decía con la voz, es decir con las palabras, era solo un 7% del mensaje. Imaginaros. Entonces mi tía tiene un 93% de capacidad comunicativa. Y eso es mogollón. Sólo que vivimos en una sociedad llena de palabras, y creemos que las palabras lo son todo. Y sí, son muy importantes. De hecho a mí me fascinan, y me encantaría dedicarme a ellas toda mi vida, pero a la hora de relacionarnos socialmente con los demás muchas veces son lo de menos. O eso es lo que creo. Después de 24 años, y conocer muy bien a mi tía, la entiendo al 100% sin necesidad de que me hable. Cuando llego y me ve se le iluminan los ojos, sonríe. Sabe que he llegado y me está dando la bienvenida. Se mueve más, mueve las piernas, se pone inquieta. Me siento con ella, le doy besos, la abrazo. Nos miramos, nos sonreímos. Enseguida se le nota cuando se pone contenta. A veces se pone a cantar y todo. A su manera claro, pero tú ya sabes lo que significa. Y entonces se quiere levantar. Le ayudas a que se levante y se va hacia la ventana, te mira y señala la calle. Te vuelve a mirar. Te está diciendo: quiero salir a la calle, vamos a la calle. Y sí, es verdad, porque siempre quiere salir a la calle. Cuando la vestimos y la bajamos a la calle, tendríais que verla, se pone tan contenta. Aplaude, canta, sonríe. Te está diciendo que está feliz, porque estamos con ella, porque estamos paseando, porque hace bueno y le gusta el sol, el aire, estar fuera. Y luego cuando paseamos por el parque y ve a un niño pequeño te lo señala, y se queda mirándolo todo el rato. Le gustan tanto los niños pequeños. Te mira y te está diciendo: es un niño pequeño, mira que pequeño es, mira que bonito. Y con ella es así todo el rato. Sus gestos, sus miradas, los matices diferentes de los sonidos que hace. Sabes claramente cuando está llamando a su madre, a mi abuela, aunque no diga "mamá" como diría cualquier otra persona. Simplemente lo sabes, lo percibes. Una vez, estaba sentada con ella, jugando con una muñeca, porque le encantan y siempre le regalamos muñecas, y me empezó a acariciar el pelo. Fue uno de los momentos más tiernos de toda mi puta vida, y nunca pensé que ella haría algo así. Yo estaba en el suelo, ella sentada en el sofá, y mi cabeza le quedaba por debajo. Entonces puso sus manos en mi cabeza, muy despacito, y empezó a acariciarme el pelo mientras me miraba. Casi me pongo a llorar. Fue su manera de decirme que me quería, que le gustaba que yo estuviera allí, que sabía que algo nos unía aunque ella no pueda entender que es mi tía. Sabe que no soy una persona más que se pueda encontrar en la calle. Sé que lo sabe. Y se me llenó de luz el corazón. En ese momento lo entiendes todo. Entiendes que la comunicación entre las personas traspasa TODAS las barreras. Los diferentes idiomas, los problemas que pueda tener una persona para expresarse con palabras. En el día a día sí es un obstáculo, y claro, ella no ha tenido ni tendrá nunca una vida como la de los demás. Pero las cosas importantes sabe decírtelas. Y tú sabes decírselas. Con gestos que llevan escrito el amor mejor que cualquier palabra. Con ella he entendido que no hay barreras entre los seres humanos. Que da igual lo diferentes que seamos, las dificultades que tengamos, cuando el  corazón quiere, quiere y punto, y sabe comunicarlo. Ella sabe comunicarlo. Y es tan genial. Como cuando ve por la calle a otro niño o niña de su centro especial y los señala y los saluda. Son sus amigos. Sin palabras, pero sus amigos. Se comunican de otras maneras, pero se comunican. No son personas aisladas. Sólo que el resto del mundo tiene que aprender a escuchar con el corazón y no con los oídos. Si no tienes paciencia te lo pierdes, no lo entiendes. Yo con ella he aprendido que las palabras son una parte, pero no la más importante. Por eso me gusta tanto dar abrazos y besos y sonreír. Porque en esos gestos comunico todo con mucha más exactitud que con las palabras. Con una mirada de ternura hacia ella, mi tía, diciéndole: joder te quiero tanto que no me cabe en el pecho. No sabes todo lo que haría por protegerte del mundo y sus maldades. Eres mi ángel. Reír con ella, pasar el rato con ella, y comunicarle, de otra manera, que estoy ahí y que esos momentos son nuestros, de las dos, cuando nos decimos todo sin hablar, sin palabras, sólo con miradas, con abrazos, con caricias, con besos, con sonrisas. Con el lenguaje que todo ser humano entiende. Es una pasada.

Por eso, aunque estudio con las palabras el uso de las palabras, creo que nunca se nos debe olvidar que a la hora de la verdad decimos mucho más con todo lo demás.

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