Wednesday, April 30, 2014

It's not about poetry.
It's about makin' love,
under the stars,
upon a blanket of daisies,
while she sounds everywhere.
It's about startin' the war.

Tuesday, April 29, 2014

En ese breve instante en que te vi,
quise haberte resumido
todo un universo
en una frase.
Las palabras
no salieron.
Estaban congeladas.
En vez de hacerte poesía,
sólo pude decirte adiós.

Fue una pena.
Hoy por hoy, y hasta donde sé, sólo tengo un lector fijo de mi blog. Una mente. Dos pulmones. Un corazón. Se lo ha leído entero (llevo escribiendo en él dos años creo si no me equivoco, y soy de las que escribe mucho, pero mucho), y ha descubierto cosas de mí que casi yo misma desconocía. Una pasada. Es increíble cuanto pongo de mi alma, de mi forma de pensar, de ver la vida, de mi corazón, de mis heridas, en todo lo que escribo. Incluso en las historias de ficción, aunque en el momento no me de cuenta, cuando las releo alucino. Es una barbaridad. No consigo una objetividad, un alejamiento, una distancia efectivas. Quien me lee, me lee a mí, lee mi alma. Me lee de par en par. Y he estado pensando en esto, y pasa lo siguiente. Yo no escribo para que me lean. No escribo para un sector determinado, para una gente en concreto. No pienso en quién puede ser mi target potencial. Todo eso me da igual. Supongo que los escritores que de verdad sienten la escritura, no como una forma de ganarse la vida, sino como una forma de vivir, de sentir, tampoco pensarán en quien les leerá o quien dejará de hacerlo. Yo escribo porque no me queda otra. Porque sino, me muero. Porque necesito hacerlo. No es un hobby, no es una actividad que elija para pasar el rato. Es toda mi vida. Durante el día, en diferentes momentos, pienso en frases, en personajes, en historias. Todo el rato están dando vueltas en mi mente. Me imagino lugares, conversaciones, palabras. Voy apuntando cosas en el móvil, en los mensajes que guardo en borradores, y luego en casa vuelvo a ellas. Hay ideas que pueden estar rondando en mi cabeza días, incluso semanas, hasta que me pongo a escribirlas. Otras salen al momento. Como ahora, que según lo estoy pensando lo estoy escribiendo. Todo depende del momento, de mi estado de ánimo, de como esté yo. Pero todo el rato sale de mí, pasa por mí, y acaba conmigo. Yo soy todos esos textos. A veces lo pienso y me abruma. Sí, es bastante abrumador. 

El otro día estuve con un buen colega. Ha estudiado comunicación. Yo estoy estudiando periodismo. Hablábamos del futuro que nos espera a los que intentamos forjarnos una vida en eso de la comunicación. Me decía que él no quería escribir en un periódico. Que currabas en un artículo y luego nadie te leía. Él ha estado de prácticas en un periódico. Me lo afirmó de corazón: nadie te lee. Y eso me llegó muy hondo. Una cosa es que cuando yo escribo mis cosas, escribo mis historias, mis cuentos, mis versos, mis cosas raras, no me lea nadie. Eso no lo hago para que me lean, lo hago porque es mi vida, mi pasión, lo que me hace feliz. Lo hago por mi, para mi. No por ellos, para ellos. Si me leen, si se emocionan, si sonríen, si lloran conmigo, pues claro, muchísimo mejor. Yo me he emocionado, he sonreído y he llorado leyendo a escritores que han pasado a formar parte de mi vida. Si algún día consigo que alguien sienta algo parecido a lo que yo siento al leer a otros, me sentiré abrumada, orgullosa, sorprendida, pero inmensamente feliz. Feliz por haber conseguido conectar con el lector. Feliz por darle un trocito de mí que le haya hecho sonreír por un momento, o pensar, o temblar, o lo que sea. Pero si consigo trabajar en un periódico, que es algo que realmente quiero (aunque visto como está el asunto veo que será imposible), o en una revista, saber de antemano que da igual lo que haga, lo que investigue, lo que me documente, lo que tarde en elaborar el artículo o reportaje en cuestión, que dará igual todo, porque nadie me leerá (en todo caso mi padre, que el siempre me leerá como yo a él) me entristece mucho. Al fin y al cabo, ese trabajo lo haces por y para alguien. Ese trabajo si lo haces pensando en ellos, en el pueblo. En darles una información, en ofrecerles datos, en ofrecerles la versión más próxima posible a la verdad. Si no te leen todo tu trabajo es en vano. Es como estar cocinando en un restaurante donde nadie entra a comer, como estar colgando y ordenando ropa en una tienda en la que nadie quiere probarse nada, como hablarle a una pared. Me pone muy triste. Y me ha hecho replantearme cosas. Quizá sea verdad que la prensa no tiene futuro. Al fin y al cabo nadie quiere trabajar para que ese trabajo caiga en saco roto. Que sí, que te pagan y trabajas para que te paguen. No, yo no pienso así. Si consigues trabajar en lo que te gusta, trabajas para realizarte. Y eso es muy diferente, y algo que el ser humano necesita. Saber que sirve para algo, hacer algo útil, ofrecer algo a los demás, interactuar. Todas esas cosas. Y sobre todo, después de la conversación que tuve con mi amigo, me da pena ver que de verdad la prensa está destinada a desaparecer. Al menos en papel. Es una pena. Espero que al menos en internet sigamos teniendo periódicos, aunque la información muchas veces no esté correctamente contrastada ni trabajada (por falta de tiempo y de recursos). Porque quiero recordar, a quienquiera que sea que me esté leyendo ahora, que un país sin libertad de prensa no es un país en democracia. Es un derecho que tenemos que debemos defender. Porque hoy por hoy todavía hay países con un único periódico oficial (el del régimen) que prohiben con penas de cárcel cualquier intento de ofrecer información alternativa y países también donde se secuestra y amenazan de muerte a muchos periodistas. Eso os da una idea de cuanto poder tiene la información, y que si es tratada como es debido y transmitida al pueblo como tiene que ser, puede ser la mecha que prenda la llama de la revolución. 

Monday, April 28, 2014

La única forma de alejarme de ella
sería sabiendo que la dejo en mejores manos que las mías.

Sunday, April 27, 2014

La perfección aburre tanto que no la quiero cerca.
A mí dame desastre cualquier día de la semana.
Antes de alejarme estrepitosamente de ti,
te dejo una de esas notas
que suelo escribir porque sí.
No sé si tendrás tiempo de leerla.
Por si a caso le digo al viento que te lleve el mensaje:
el mundo fue bonito cuando te vio llegar.
Emprendieron el camino hacia el otro lado. Tenían que pasar el río, cruzar el valle al oeste de la ciudad, y empezar a subir por las colinas, hasta llegar a la parte alta. Esto les llevaría alrededor de tres días. Una vez que llegaran al llamado "Bosque de las hadas" empezarían el duro ascenso a las montañas.Si conseguían llegar, estarían a salvo durante unos cuantos meses, pues daban por sentado que no irían hasta allí a buscarlos. Se detendrían a arrasar toda la costa, y se tomarían su tiempo para ver qué hacer después. Sí, tendrían unos meses asegurados. Se aferraban a esa idea como si de ello dependiera la vida. Y es que era verdad, su vida dependía de ello. Emprendieron por tanto el camino, con bastantes ganas, y deseando alejarse de aquella ciudad cercada por las llamas. Pronto no quedaría nada. Dejaban atrás sus casas, sus calles.. pero en realidad eso no era nada. Sus corazones seguían latiendo. Y ahora no podían dejar de andar. No podían dar su vida por defender un lugar que en realidad no les pertenecía. Ellos sentían que su hogar eran los corazones, y los corazones escapaban todos juntos. No habría nadie a quien echar de menos. Estaban todos allí. Pero no era verdad, no estaban todos allí. Aunque parecía que el único que se daba cuenta de ello era Leno. Todos los demás parecían no sentir esa ausencia. ¿A caso era tan pequeña? A él se le hacía como un mundo de grande, como un universo de inmensa. Sentía que un hueco había crecido, allí, en mitad de todos, y que daría igual lo que hicieran de ahí en adelante, nunca se podría llenar. Era imposible. Los latidos de ese corazón se quedaron en ese lugar, preparados a morir en aquel pedazo de tierra que reconocía como su hogar. Que extraño, ninguno de ellos sentía ningún tipo de lazo especial con aquel recóndito rincón, y sin embargo, para ella, algo parecido a un cordón umbilical, le unía irremediablemente a él. No quería morir lejos de aquella playa. No podía imaginarse muriendo en cualquier otro lugar. Tenía que ser allí, y de la manera por ella escogida. Era tan extraño. Y sin embargo, algo dentro de él le decía que no podría haber sido de otra manera. ¿Cómo no se había dado cuenta? Ella era ese lugar. Era el sol brillando encima de las olas a primera hora de la mañana, era la espuma blanca que rompía contra las rocas con un ansia salvaje, era la calma del mar a las noches, cuando la marea bajaba, y todo el océano parecía una pequeña laguna. Era la arena blanca que pisaba descalza, mientras daba saltos y piruetas y se tumbaba envolviéndose en esos pequeños granos de arriba abajo, enmarañándose el pelo, llenándose la boca. Era esos pájaros que bajaban a ver si pescaban algún pez, y también era los peces. De cualquier color y tamaño, esos que le rozaban los pies cuando salía a nadar. Ella era esa playa. Había conectado de una forma espiritual con aquel lugar, y no habría forma humana de convencerla de que al fin y al cabo, aquella playa era solo una playa. Ella te diría que no, que no era solo una playa, era su playa. En la que reia, saltaba, nadaba, corría, gritaba. También esa en la que lloraba, haciendo que sus lágrimas se unieran al rocío salado del mar. Era su universo reducido a una cala, a un espacio relativamente pequeño pero que tenía en frente los confines del mundo. Porque el horizonte estaba lleno de posibilidades. Y a las mañanas, cuando se levantaba, salía a dar un paseo por la orilla del mar, mojándose los pies, bañándose en el sol que nunca la quemaba. Luego se sentaba, mientras el mar seguía acariciándole los pies, y se ponía a mirar fijamente el horizonte. Entonces, entonces sentía que salía de su propio cuerpo, y que volaba. Que ya no estaba allí, estaba en el último peñón de mundo, debajo de una palmera, jugando con los cangrejos. Y en esos momentos, si la mirabas de reojo sin que ella se diera cuenta, verías en su cara la paz y la calma con la que todos soñaban. Una felicidad inmensa, tan sencilla como pestañear, pero tan valiosa, tan preciosa. Y sabía que no dejaría que nadie le quitara su horizonte. Entendía su elección. Entendía que no quisiera morir lejos de aquel rincón que llevaba escrito su nombre en cada molécula de la materia que lo formaba. Sí, ella estaba en todas partes. Y haberla obligado a alejarse de allí hubiera sido un crimen. Peor que cualquier apocalipsis. El grupo seguía andando. Parecían contentos, esperanzados. Daba la impresión de que de verdad creían que podrían llegar a sobrevivir. Que iban en busca de la salvación. De esa puta salvación que sólo les daría unos meses más de aire. Poco más podían conseguir. Los dados encima de la mesa, marcando el número fatal. El tic-tac del reloj en cuenta atrás. El fuego a punto de apagarse. La última gota del océano esperando ser evaporada. Y él alejándose irremediablemente de ella. ¿Pero qué coño estaba haciendo? ¿Que puta mierda era aquello? Cada paso en esa dirección le pesaba, como si sus botas estuvieran hechas de plomo. Se cansaba apenas recorridos unos 500 metros, cuando hubo un tiempo en el que fue capaz de correr kilómetros. Todo le indicaba que aquel no era el camino. Hasta el viento soplaba de cara, haciéndole retroceder un poco por cada ráfaga, poniéndoselo difícil. Y entonces, súbitamente, comprendió. No podía irse así. Miró al grupo, respiro hondo y habló:
- Chicos, tengo que dar media vuelta.
Le miraron con cara rara, como si se hubiera vuelto loco en ese preciso instante. Y quizá tuvieran razón.
- ¿Qué coño dices? Tenemos que seguir andando. Cada minuto malgastado es una posibilidad que perdemos. No podemos parar, no podemos esperar.
- No os estoy pidiendo que me esperéis. Sólo os digo que yo me vuelvo.
Le miraron de hito en hito, asombrados, perplejos, asustados. Estaba loco. Volver hacia atrás significaba volver al infierno. Entregarse a la destrucción sin oponer resistencia. Rendirse.
- No vamos a esperarte. Si te vuelves es bajo tu responsabilidad. Si te metes en problemas no habrá quien te ayude. Estarás solo.
- Lo sé.
- ¿Es tu decisión definitiva?
- Sí.
- Bien. Si sobrevives y decides volver, estaremos en las montañas. Cuídate hermano. Y no dejes de rezar.
- Nunca.
Se despidieron en silencio. El grupo siguió caminando, no podían perder tiempo, tenían que llegar. Él dio media vuelta. Sintió el viento a sus espaldas, la pequeña pendiente hacia abajo, todo estaba a su favor. Aceleró el paso. Él tampoco tenía tiempo que perder. Tenía que llegar antes de que las llamas acabaran con todo. Antes de que esa playa desapareciera. Antes de que fuera demasiado tarde.
Yo al universo sólo le pido money pa comprarme todos los libros del mundo, y montar una biblioteca enorme en mi casa, con escaleras de madera pa llegar a las estanterías de arriba, y poder pasarme ahí metida días enteros sin que me importe una mierda lo que pasa fuera. Suena egoísta y todo lo que quieras, pero siendo sincera, mis momentos más felices han sido siempre aquellos en los que he estado con mis amigas (que son lo mejor que tengo), y aquellos en los que he estado con mis amigos, los libros (que son lo segundo mejor que tengo). Y es así.
Podemos hablar de fútbol,
o de poesía.
De lo que tu quieras.
Pero si me vas a hablar de fútbol
háblame de aquellas épocas doradas,
en las que los que llevaban el balón
hacían magia con los pies.
Y sobre todo,
ahórrate del todo el fútbol italiano.
Si me vas a hablar de poesía,
háblame de Machado,
de Neruda,
de T. S. Eliot,
de Benedetti,
de Bukowski,
de Lorca,
de Hernández,
de todos los que quieras.
Pero sobre ,
háblame de Pessoa,
por favor.
Si no me hablas de Pessoa,
me vas a hacer llorar.

Y cuando alguien llora
la poesía tiembla de tristeza.
Llegué un día de esos. Un día oscuro, lleno de nubes, en el que el cielo parecía la antesala del infierno. Se oían truenos en la lejanía y el viento soplaba como si quisiera derribar todo lo que se iba encontrando a su paso. No había nadie en la calle. Todo el mundo había corrido a refugiarse. Alguien murmuró algo sobre el diluvio universal. Algún otro dijo que había que encender los fuegos, iban a bajar las temperaturas. Cuando entró la noche, empezó a llover. No paró en toda la noche. El rugido de la tormenta golpeaba las ventanas. Las familias se acurrucaban alrededor del fuego. Las mantas salían de los armarios. El frío intentaba entrar por cada rendija. Todo el mundo se fue pronto a dormir, a intentar entrar en calor debajo de las sábanas, a intentar dormir y esperar que el sol saliera por la mañana. Yo me quedé mirando por la ventana. Intentando escribir algún verso que otro. Me gustaba el ruido de la lluvia. Tenía frío, y me puse una manta sobre las piernas. Pero tampoco conseguí entrar en calor. Daba igual, el frío me mantenía despierta, ágil. Los truenos no me gustaban. Las tormentas de verano siempre me habían dado miedo. Sobre todo los relámpagos. Siempre tuve miedo a que alguno de esos rayos provenientes del cielo cayera cerca y me hiciera daño. O quemara la casa. O algo peor. Mi abuela me contó una vez una historia sobre un hombre y su mula. No voy a entrar en detalles pero me marcó.  A ella tampoco le gustan las tormentas. Cada vez que hay una tormenta fuerte agarra su medallita de la virgen y empieza a rezar. Creo que yo soy igual. Sólo que yo no llevo medallita. Y tampoco rezo. Esa noche no rezaba. Esa noche sólo me limitaba a observar uno de los fenómenos que más me gustaba de la naturaleza. La lluvia torrencial arrasando con todo. Despiadada, letal. Me quedé despierta toda la noche. Escribí bastantes versos. Todos hablaban de algo parecido al dolor, a la angustia. La ausencia de cariño en esas noches frías. Estaba sola en esa casa. Sola en ese pueblo.No hablaba con nadie. Nadie me hablaba. Era una inmigrante con papeles llenos de tachones. Una extraña. Y no podía echarles la culpa. Porque fue una época en la que me sentía extraña dentro de mi propio cuerpo. Una época en la que la soledad era mi única aliada, en la que no concebía una relación que no fuera silencio. Necesitaba esas noches vacías como el pez necesita las olas del mar. Necesitaba esa soledad como las flores las abejas. A la mañana siguiente mis ojeras me indicaban que ya era hora de levantarse. Pero yo no me había ido a dormir. El pueblo empezó a despertar. Se oían voces, gente hablando, la furgoneta del pan. Por al ventana entraba un sol que podía dejarme ciega. Los pájaros cantaban y todo olía a verano. Un día luminoso, lleno de vida, de colores. Parecía que lo de la noche había sido un sueño. Algo irreal, onírico. Sin embargo, los charcos en los caminos dejaban patente la tormenta. Me sentí derrotada. Mi alma necesitaba oscuridad. No conjuntaba con esa luz, con esa alegría. Salí a comprar el pan con cara de no haber dormido en una semana. Con la ropa de andar por casa y sin esperanza. La panadera me saludó alegremente, pero no fui capaz de devolverle la sonrisa. Estaba abatida. Totalmente destrozada. Sólo quería meterme en la cama y no despertar en cinco días. Aquel optimismo me sacaba de quicio. Necesitaba los truenos, necesitaba el miedo, necesitaba el frío. Necesitaba tener motivos para sentirme desgraciada, desahuciada, abandonada. Y es que era así como me sentía. Pero aquella mañana parecía que el mundo se había propuesto contarme que aquel era un lugar maravilloso y que la vida era de color de rosa. Hasta las rosas de las macetas de la vecina me saludaban cantando. Era pavoroso. Y entonces, con el pan en la mano, emprendí el camino de vuelta a casa. Mirando al suelo y sin silbar. Parecía un Nazareno en procesión. Era mi penitencia. En esas estaba, cuando alguien se chocó conmigo. Iba tan distraída que perdí el equilibrio y me caí al suelo. Me hice daño en la rodilla derecha. Nada grave, pero el roce contra el asfalto me hizo sangre. No me gustaba ver sangre. Me daba mal fario. Una mano se acercó y me ayudó a levantarme.
- Ay, lo siento mucho. Perdona, es que voy con prisa y no sé por donde ando.
- No te preocupes. No pasa nada. La vida es así. Te golpean y te caes. Luego te levantas. Todo sigue igual.  La tierra sigue girando. Y tú deberías comprarte gafas.
Iba a seguir andando, pero el chico que me había ayudado se plantó delante mío. Estaba sonriendo de oreja a oreja. Era desesperante.
- Ah, tú debes ser la poeta que ha alquilado una casa para escribir, ¿no? Soy vecino tuyo, vivo dos casas más arriba.
- Encantada. (Lo dije entedientes. En realidad me daban igual él y su casa.)
- Ahora voy con prisa, pero luego si quieres te invito a un café de bienvenida. Y así me disculpo por lo del golpe.
- No, no hace falta. Sólo ha sido un accidente. De verdad. Estoy ocupada, no te molestes.
- ¡No es molestia hombre! Luego paso a buscarte. Ya sé donde vives. Jajajaja. ¡Hasta luego!
Era alucinante. ¿No le había dicho que no se molestara? Dichosos vecinos. El mundo estaba lleno de gente dispuesta a ayudarte. A joderte la vida, vamos. Era desquiciante. Ahora le tocaba tomar un café con él, y todo el pueblo se acercaría a curiosear. La gente era así, curiosa. Metomentodo. Esa era la palabra. Yo que había llegado para estar tranquila, sin gente, sin ruido. Para escribir. Ahora tenía un compromiso social, y no tenía nada más que el chándal en el armario. Si es que si algo puede salir mal, así será. Y aquella historia, me daba a mí, que iba a salir verdaderamente mal.

Hacer como si algo.
Como si algo de esto importara de verdad.
Como si algo de esto trascendiera.
Como si algo de esto llegara a traspasar.

Hacer como si algo.
Cuando en realidad
siempre es como si nada.

Como si nada valiera una mierda.
Supongo que desde el pedestal lo de abajo siempre se ve más pequeño. Yo no lo sé, siempre he estado mirando hacia arriba.

Wednesday, April 23, 2014

Crucifícate en mi cruz,
yo te llevo a mis espaldas.
Te arrastro
como si llevara
el mundo encima de mis hombros,
como si en cada paso
pusiera en juego mi alma,
como si en cada
pisada
me pisara
un poco más.
No hay manera
de soltar esta carga.
Estoy atada a ti
como el tiempo
a la eternidad.
Con todo en contra y sin tiempo en el reloj
entró de pleno
al agujero negro
que se dibujaba
entre su pelo
y su espalda.

Cayó irremediablemente
a los altares
que prometía
el lunar
que tenía en la curva de la cintura.

El infierno nunca le pareció
tan dulce.
Ni la sal
le quitó nunca
la sed de esa manera.

Se embriagó
del veneno de su piel,
y se quedó a pasar el invierno.

Pero el deshielo
se llevó
su nombre,
le dejó sin nada en la cartera,
desterrado a un olvido
que nunca fue recuerdo.

Ahora camina en el asfalto
de las ciudades
que tienen
más de un código postal.

Para no volver a cruzarse
con el ruido
de sus tacones al andar,
para no volver a cruzarse
con la única mirada
hasta el día conocida
que podía hacerle sangrar.
You have to know where to start and where to end. You can do whatever you want in between but if you go over the line you can ruin everything. 
- Creo que me hubiera enamorado de ti aunque tuvieras dos cabezas, y fueras de color verde, y caminaras hacia atrás.
- ¿Sí?
- No. ¿Pero a que molaría?

Tuesday, April 22, 2014

Te hablaba de mí.
De toda esa mierda
que me comía las entrañas.
De mis noches sin dormir,
de mis demonios.
De ese pedacito
de infierno
que conocí aquel día.
De la gravedad arrastrándome
a las profundidades
del desastre.

Tú te quedaste con
todo lo demás.
Con lo que no valía nada.

Y en la imagen que te forjaste de mí,
¿yo dónde coño estaba ?

Esa no era yo.
Ahí yo ya no estaba.

Tendemos a generalizar,
a descontextualizar,
y sobre todo
a creer que en ello nos va la puta vida.
Joder, libertad de expresión,
y sobre todo,
entended que detrás de una letra
no tenemos ni idea
de lo que hay en realidad.
Si me enamoré de él fue justamente por eso,
porque él no se iba a enamorar de mí en la puta vida.
Yo leí a García Márquez con 12,
a Hesse con 10,
a Defoe, a Twain, a Poe vete tú a saber cuando.
Novengas a darme lecciones,
nací con un libro en la mano,
ya tengo mucho del partido ganado.

Monday, April 21, 2014

Now it's when I've come to realize how deep within my heart he's
put down his roots.
Házmelo otra vez.
Destrózame.

Estoy a un palmo de conseguirlo.

Acerté eso de que íbamos a perder.
Y nadie me ha dado chocolate.
Lo he cogido yo
del armario de siempre.
Y el mundo ha seguido girando.
Aquí, así.
Desnuda de arriba abajo.
Sin palabras que puedan
taparme,
taparte,
taparnos.
Dime todo eso
que no quiero escuchar.
Lo que tengo que escuchar
para sentirlo.
Para sentir
que el abismo
sólo está a un palmo
de tus ojos.
Temblando
bajo mi cuerpo
esperando
mi caída
como quien espera
el deshielo
para que no se pierda la cosecha.
Planté flores
en tus párpados,
pero abriste los ojos
y dejaste de verme.
Nunca quisiste
enredarte
en la primavera,
quedarte a esperar
un arco iris
de amapolas
que pudieran
llevarnos
a algún sitio de esos
donde el reloj no da las horas.
Tú reloj no da mis horas.
Y el huracán está
a punto de llevarme.
Fue culpa de la noche,
esa que quiso
hacerme cosquillas en las plantas de los pies,
mientras tú aparecías
como si aquello no tuviera nada que ver contigo.
Quédate mi primavera.
Fue tuya desde siempre.

Aquí, así.
Te arranco de
mis noches sin dormir,
de todas esas excusas
que llevan tu nombre,
de esa calle
a la que nunca saliste a buscarme,
de todas las noches en las que
no me invitaste a subir.

Aquí, así.
Te arranco
de mí.
- Hola...

(Pero por qué coño te estoy llamando)

- Vaya, hola. ¿Cómo estás?

- Bien, bueno. Como siempre. 


(Como siempre qué asco.  Yo me levantaría la piel con las uñas si escuchase un como siempre.  Qué terror que no pase nada mientras no dejan de pasar cosas. Que cambie todo sin cambiar nada. Como siempre de mal.  Como siempre de llena de quieroestarsola y mejormañana. ¿Se habrá dado cuenta de mi comosiempre? ¿Habrá dejado de respirar ante el peso de aquel siempre?  ¿O tal vez ha recurrido a la cotidianidad de la expresión y sólo calla por si añado algo a la escasa descripción de mi estado? Yo qué sé)

- ¿Tú qué tal? 

(Y a mí qué. Y a mí qué tú. Y a mí qué tu qué y tu quién y tu cuándo. Y a mí qué importancia me sugiere tu mediocre suceder de tus mediocres acontecimientos. Y a mí qué me importa tu trabajo dictador y tus amigos calcomanía y tu felicidad de me conformoconpanduro y tus preocupaciones de guardería)

- Yo sigo aquí.  Eres tú la que no ha vuelto a llamar.  

(Seguir aquí. Como una astilla que sumerge otra astilla. Como un dolor metástasis y medusa y milavispas. Quién fue el gilipollas que le dio mérito a permanecer. Seguir aquí. Como si no fuese retroceder)

- He estado ocupada. ¿Me echabas de menos?

(Ocupada fingiendo estar ocupada. Agobiada con la idea de estar demasiado ocupada fingiendo que estoy ocupada. Ocupada. Acampada. Por gente sin techo que no quiere pagarme las que me debe. De aforo completo de absolutamente nadies y nada. De entradas agotadas sin poder dormir y salidas que no encuentro ni de emergencia.  Claro que me has echado de menos, pero yo a ti no. Estaba ocupada)

- Nos echo mucho de menos. 

(¿Por qué usa ahora plural el hombre del tiempo? ¿Por qué resucita hoy Thelma a Louise? ¿Por qué no echa de menos mi lunar de tierra y mi nariz de huerta y mi ombligo de universo? ¿Por qué a la unión? ¿Por qué no a mí? ¿Por qué tan vulgar, tan casinada, tan inútil? ¿Por qué siempre me rodeo de gente que espera morir observada? ¿Por qué siempre me rodeo de gente? ¿Por qué siempre me rodean? ¿Por qué no me dejan salir? ¿Por qué he creído estar enamorada de estar enamorada de estar enamorada de ti? ¿Por qué he creído? Que venga Dios y me vea. Que admita no ser para tanto)

- No empieces.

(No pares. No muestres indiferencia. No finjas verme como si no me hubieses mirado antes como a la reina de las reinas y los reyes y los reinos. No me hagas pensar que en algún momento dejé de serlo. No esperes que crea que en algún momento dejaré de serlo. No esperes que crea. No dejes de pensar que puedo hacerlo)

- En fin, sólo quería saber cómo estabas...

(Distinta. Como una taza cuyos pedazos trataron de unir desordenados varios sucesores. No tengo sentido/s. Sentimiento debería ser un verbo. Yo sentimiento. Tengo todo lo que me falta. Y me sobra. Tú tienes. La culpa. Puedes quedarte mis cosas)

- Estoy bien. Tengo que dejarte.

(Como si te hubiese empezado)

- Llámame pronto.

(Como si respondiese a mi nombre)

- Lo haré.

(Como si fuese a hacerlo)

- Cuídate.

(Como si fuese a hacerlo)

- Claro, un beso.

(Como aquel que cuenta la biblia que Judas le regaló a Jesucristo para señalar a quién debían matar.)


Adiós.


- Irene X
No te voy a escribir uno de esos poemas que
rimen todo el rato
y que parezcan
hechos de regaliz
o de caramelo
caliente.
No.
Te voy a escribir
mi desastre
en palabras desgastadas
y sin lógica,
que se enganchen unas a otras
como un naúfrago
se engancha a un trozo de madera,
porque si lo suelta
se ahoga.
Me ahogaré cada vez que te escriba,
dejándome
el alma y la vida,
en cada coma.
Emborronando
cada papel,
llenándolo de tachones,
porque no habrá manera
de decirte nunca
lo que quiero decirte
de una manera directa,
desnuda,
cruda,
que yo crea
que pueda llegar a estremecerte.

Y aún así,
mírame,
sigo escribiendo.
Haciendo el kamikaze.
Enloqueciendo.
Mis chimpancés están quitándose los piojos mutuamente.
Pasan de mí.
Y hoy mi musa parece que no llega.
Quizá mañana
entenderé algo mejor
este sin sentido.
O quizá no.
Y quizá me de completamente igual.
Hay distancias que se miden en silencios.
Hay corazones que no entienden de kilómetros.
Y luego,
a veces,
hay algo de esto.
Una flecha en el pecho,
y un terremoto en la cabeza.

Baílame el agua,
y te bailo el corazón.

Sunday, April 20, 2014

Domingos.
Toda esta mierda.
Su nombre taladrándome
el cerebro.
Que poca calma.
La calle está gris
igual que el cielo.
Sólo quiero
ver la sonrisa
de mis guapas.
Sentir
los colores,
respirar.
Sentirme en casa.
Hoy jugamos contra ellos.
Vamos a perder.
Dame chocolate.


Te dejo aquí mis entrañas.
Toda esta locura que tan poco te gusta.
Mi lado infantil,
mi lado raro.
Todo este manojo
de nervios que soy,
todo este desastre.
Te dejo aquí mis entrañas.
Y me voy por donde he venido.
Sin mirarte a la cara,
porque no estás aquí.
Sin escribirte una carta,
porque no puedes leerme.
Sin decirte lo que quiero decirte,
porque el nudo en mi garganta
no me deja respirar,
y me falta el aire.
Te dejo aquí mis entrañas,
mi lado malo.
Eso que sosiy
que a nadie le gusta,
eso que quiero cambiar
y no consigo,
porque es tan parte de mí
como estos dedos
con los que te escribo
sin que sepas que te escribo a ti.
Te dejo a ti todo
eso,
que es más de la mitad
pero menos de tres cuartos.
Para que no tengas que volver a soportarlo,
a odiarlo,
a alejarlo de ti.
Me voy con mi otra parte,
a bailar un tango
a la luz de la luna,
a cantar esa canción
a voz en grito,
a pensar en ti
mientras te olvido.

Porque yo te querría con todo,
pero tú no me querrías con todo eso que soy.
Y puedo intentarlo,
pero no puedo transformarme
en esa perfección que estás buscando,
en esa chica preciosa
que te haga temblar de arriba bajo,
no,
yo nunca seré eso.

Tú sin embargo,
ya lo tienes todo.
No hace falta que yo te lo diga,
porque lo sabes de sobra.

Te dejo mis entrañas,
me voy con mi piel,
y con mi alma,
a otro lugar donde pueda
colgar con orgullo
encima de mi puerta,
o en alguna ventana,
en el camino al portal,
o debajo de la cama,
un cartel que diga:

Bienvenido a mi desastre.
Llévate mis rosas,
déjame tus espinas.
Nunca fui buena negociando.
Pero contigo
perder
es seguir ganando.

Saturday, April 19, 2014

La poesía puede salvar muchas sonrisas.
Something so big in my chest
that I can't handle.
Something about you.
Eres mi mina antipersona.
El día que te toque
explotaré sin remedio.
Me quemaré en el desierto.
Terminaré en ceniza.

Seré sólo el eco
de un intento desesperado
por llegar a atravesarte,
sabiendo de antemano
que moriría en el intento.

Friday, April 18, 2014

Fui miserable el día que me sonreíste.
Porque iluminaste el mundo,
pero a mí
se me oscureció
el alma.

Porque lo supe.

Y el cielo se cayó
en tus manos.
Y mi corazón
se cayó a tus pies.
Y el mundo siguió girando,
pero tú no me besaste.
Ella que fue capitana de todas mis tormentas
y de todos mis océanos.
Ladrona de mis latidos
más salvajes.
No se dio cuenta,
de que no tenía necesidad de robármelos.
Fueron suyos desde la primera vez
que se coló en mi horizonte.

Fueron suyos desde la primera vez
que no me dijo hola.

Lo que intento decir
sin empezar a sangrar,
es que por mucho que mi vida se llene de regalices,
el sol brille,
y la música suene fuerte,
si tú no estás cerca,
a mi sonrisa le faltará una pieza.
Ódiame.
Pero acaba con esta indiferencia.
Mátame.
Pero devuélveme mi vida.
No quiero llorar pero lloro.
La vida sangrando
entre frases imborrables.
Un cuerpo que se apaga,
un alma que arde.

Y el corazón
latiendo un 'gracias'.
Me quedo un poco huérfana.
Siento que la luz del mundo se
ha apagado un poco.
Pero a cambio
se iluminará una estrella.
Muy fuerte y brillante,
que observará desde arriba
las miserias
y crudezas de este
mundo tan hostil,
intentando
dar un poco de luz,
un poco de esperanza.
Entre el asfalto
y los edificios
de cemento
unas luces amarillas
empezarán a brillar.
Empezarán a iluminar
a toda esa maraña
de gente
que anda de un lado a otro
sin saber a dónde va.
Viven plantados,
anclados,
perdidos.
Sus tristes semblantes alejan
a las musas.
No hay magia,
no hay colores.
Pero la luz les iluminará,
y dejarán de estar tristes,
empezarán a sonreír,
a imaginar,
a soñar.
Es una luz angelical
que les llega desde el cielo.
Como los polvos mágicos de
Campanilla,
que ayudan a que los niños
puedan echar a volar.
De igual manera,
esa luz amarilla
ayudará a volar a todo
el que se vea iluminado por ella.
Ayudará a soñar
a todo aquel
que se deje llevar
por su brillo
y su fuerza,
por su magia 
y su alma,
por su pasión arrolladora,
por su verdad.

Son las flores amarillas
de su escritorio.
En la tierra.
En el cielo.
Las tenía siempre cerca,
porque le daban suerte.
Le ayudaban
a salir al encuentro de las musas.

Por eso no debemos estar tristes,
porque aunque no le veamos
no nos va a abandonar.
Si le seguimos leyendo
nos echará a volar.

Será nuestra suerte.


- En memoria del grandísimo Gabriel García Márquez, por todo lo que ha significado para mí, por una vida de literatura mágica, por que me ayudó a volar.
Dejo aquí el final de uno de mis libros favoritos, y mi final favorito de todos los finales que he leído hasta ahora, el cual anida en mi corazón desde que lo leí. Es una de mis joyas. No tengo palabras para expresar bien lo que siento ahora mismo. La mejor manera que tengo de honrar su memoria y de demostrar mis condolencias es esta. Descansa en paz Gabo. Los que leímos tus palabras nunca te olvidaremos.


       El coronel no supo si había oído esa palabra antes o después del sueño. Estaba amaneciendo. La ventana se recortaba en la claridad verde del domingo. Pensó que tenía fiebre. Le ardían los ojos y tuvo que hacer un gran esfuerzo para recobrar la lucidez.
         — Qué se puede hacer si no se puede vender nada —repitió la mujer.
        — Entonces ya será veinte de enero —dijo el coronel, perfectamente consciente—. El veinte por ciento lo pagan esa misma tarde.
         — Si el gallo gana —dijo la mujer—. Pero si pierde. No se te ha ocurrido que el gallo puede perder.
         — Es un gallo que no puede perder.
         — Pero suponte que pierda.
         — Todavía faltan cuarenta y cinco días para empezar a pensar en eso —dijo el coronel.
         La mujer se desesperó.
         — Y mientras tanto qué comemos —preguntó, y agarró al coronel por el cuello de la franela. Lo sacudió con energía—. Dime, qué comemos.
         El coronel necesitó setenta y cinco años —los setenta y cinco años de su vida, minuto a minuto— para llegar a ese instante. Se sintió puro, explícito, invencible, en el momento de responder.
         — Mierda.


París, enero de 1957
Gabriel García Márquez


Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre le llevó a conocer el hielo.

Primera frase de Cien años de Soledad, de Gabriel García Márquez.
Descansa en paz genio.

Wednesday, April 16, 2014




Listen, I want you to burn my bridges down,
I said, I want you to burn my bridges down.
Set me on fire.
You set me
on fire.
You can burn my bridges down.
Ven cuando todos estén dormidos.
Cuando el mundo haya dejado de girar
y las farolas parpadeen suavemente.
Ven cuando no haya nadie alrededor
cuando la música deje de sonar,
cuando los pájaros aún no se hayan despertado.

Ven,
con sigilo y en silencio,
y procura no hacer ruido
para que no se despierten.
No quiero que nos encuentren.
No quiero que sepan que estamos aquí.
O dónde sea.
Pero lejos de todo.
Lejos de sus prisas,
y sus risas,
y su forma
ridícula de hablar
sobre el tiempo.
Lejos de sus coches,
de sus intermitentes,
de sus señales de stop,
de sus semáforos en rojo.
Lejos de toda esa mierda.

Ven,
y salgamos de aquí,
huyamos
a una playa desierta.
Tú puedes poner la música,
yo me pondré a bailar,
vestida,
o en bolas,
que más da,
no habrá nadie mirando.

Ven,
y quédate a dormir,
acurrucado conmigo
bajo todas esas estrellas,.
Cuéntame uno de esos cuentos
que siempre acaba bien,
y hazme el amor,
o la guerra,
o lo que te de la gana.

Ven,
y deja que te saque
de esta cárcel de asfalto,
deja que te abra las puertas de algo mejor,
déjate llevar al infinito.

Tú ven,
y ya veremos qué hacer,
tengo muchas opciones
dibujadas en un mapa.

Pero sssssshhhhh
no hagas ruido al entrar,
porque si se despiertan
estamos jodidos.

Tuesday, April 15, 2014

Voy a rajarme las venas
y voy a sangrar todas las verdades
que guarde un vez en
la pequeña caja fuerte de mi corazón.
Voy a rajarme las entrañas
a abrirme de arriba abajo,
a escupir la realidad
en un intento desesperado
de llegar al centro de todo.
A la esencia
del sentimiento
más extraño jamás experimentado.
Y es que todavía no sé
que coño me pasa contigo.
Sigues siendo un misterio.
Después de tanto tiempo,
sigues teniendo la llave de mi sonrisa,
y ni siquiera sé qué haces
para conseguirlo.
No estás en mi vida.
Sólo eres una milésima
de mi tiempo,
sólo eres un milímetro
de todos mis kilometros,
y aun así,
a veces siento
que todo gira en torno a ti,
a eso que me haces sentir,
que no sé que es,
pero que lo necesito.
Me expongo a la herida,
y no sé que es lo que brota.
Me sobrecoge,
me abruma,
me lleva por delante sin remedio.
Siento que me estoy volviendo loca,
y escribo en el viento
razones para volver a la tierra.
Pero sigo perdida en esas nubes,
en las tuyas,
las que me llevan a no sé donde,
a un lugar en el que nada tiene sentido,
pero del que nunca quiero salir,
porque me gusta.
Explícame entonces,
que pasó todas esas veces,
que yo no sé porque mi corazón latía así,
o porque sentí eso en la boca de mi estómago.
La crudeza de una realidad
que no es reciproca,
la crudeza de una mentira
Sé que voy a sonar como una quinceañera cursi, pero no concibo mejor pareja que la que forman Beyoncé y Jay- Z. O sea, quiero decir, miradles. Ella es una diosa terrenal. Él, bueno, qué voy a deciros, es Jay-Z. No sé. Es como si juntas chocolate con chocolate, ¿qué puede salir mal? Es que les veo y me encantan. No sé, como están en el escenario, como se miran, como se lo curran los dos. Son un puto equipo. Y para mí una pareja tiene que ser eso: un jodido equipo. Yo la sigo a ella en el Tumblr, y es que me embobo. Y la niña que han tenido, joder, esa niña va a ser un jodido monstruo. Yo de verdad, como rapee como el padre, y baile como la madre y tenga el puto swag que tienen los dos, entonces, no sé, se va a comer con papatas el mundo entero. Que luego igual sale matemática, ¿no? Pero me da que no. Y eso, que creo que son jodidamente adorables, y que no sé, cada vez que les veo en una foto, en un video, etc. me viene ese sueño que solía tener de que un tío rapado que vistiera Timbs y llevara gorras se enamorara de este desastre, y tuviéramos pequeñajos que vestiríamos con gorras y pantalones anchos. Se me cae la baba y punto.

Too good to be true:



Perfect moments:

 Aren't they cute?



 Happy family:





(Y esta porque me chocó mogollón ver a Jay Z con rizos:)



Estoy viendo Callejeros. El reportaje hoy trata de seguridad vial. Estoy flipando. Unos accidentes brutales. 1 de cada 3 accidentes siguen siendo por culpa del alcohol. Los accidentes de moto casi todos acaban en muerte o en secuelas muy graves. Es abrumador. Yo no tengo carnet de coche, no me he puesto a ello, pero la carretera me la conozco bien. Ando en moto desde los 16. Bueno, en moto suena muy grande, más bien en un ciclomotor de 49cc. Y la carretera, da miedo. Mucho. Me he caído una vez, y gracias a dios la ostia que me di se centró en mi brazo derecho. De alguna manera instintiva, porque en bici me he caído más de una vez, apoyé bien el brazo a tiempo, y no me di en ningún sitio vital. Me quedé tirada en la carretera, con la moto a unos cinco metros de mí, el bolso no sé dónde. Lloraba. No podía dejar de llorar. Me dolía el brazo pero eso era lo de menos. Vi a los coches parando, a gente acercándose a mí. Me ayudaron a levantarme y me sentaron. Estaba hiperventilando. No entendía como había acabado en el suelo. Y todo porque no supe hacer bien las cosas. Cogí la moto llorando y con un ataque de ansiedad. Anduve unos metros bien, pero en cuanto llegué a un cruce se me fue de las manos. No estaba en condiciones para conducir. Y aún así cogí la moto. Gracias a que iba muy despacio, y a que conseguí caerme bien no me pasó nada más allá del susto y una cicatriz en el codo y otra en la rodilla. Poca ostia, la grava de la carretera que me entró en la carne. Me metieron en la ambulancia para llevarme al hospital a hacerme pruebas. Pero yo estaba bien. Hablaba con los enfermeros, me reía. Mi padre, en cambio, recibió una llamada de la policía. Imagínate que tiene que ser coger el teléfono y que te pregunten: - ¿Es usted el padre de tal? Es que ha tenido un accidente con la moto. En mi caso, le pudieron decir que estaba bien. Hay otros cientos de casos en que la respuesta es bastante bastante peor. Llegó a la ambulancia en taxi, totalmente asustado. Cuando me vio bien se tranquilizó. Subió conmigo al hospital y volvimos a casa sanos y salvos de ahí a unas horas. Tuve mucha suerte. En ese momento me di cuenta de lo que te juegas cuando sales ahí fuera: la vida. Si vas en moto tienes todas las de perder. Y no hace falta que hagas tú mal una maniobra. Conque un coche la haga mal basta. Si un coche te da, estás acabado. Tu cuerpo contra el asfalto, sin ningún tipo de protección. Es una movida muy turbia. Paraplejias, tetraplejias, muertes. En el programa he visto a un motorista que había perdido un pie, a otro motorista al que le había dado un coche, con la cabeza reventada, en estado muy grave, coches dados la vuelta, gente atropellada, gente peleándose fuera de los coches gritándose unos a otros... Yo no sé, es la puta jungla. La gente que había bebido diciendo que sólo multaban para recaudar impuestos,que ellos iban bien, que solo habian tomado dos copas, que ellos no temblaban, que estaban capacitados para conducir. Ya, y una mierda. Otro diciendo que el venía de tomar unas copas de su casa y que iba bien. Según el policía iba en dirección contraria. La gente riéndose, diciendo que si algunos van a 200 ir a 150 no es tan terrible. No saben lo que dicen. No saben lo que se están jugando. No es una puta broma joder. Que igual a ti te la suda morirte de un golpe contra una farola, pero que quizá por tu imprudencia matas a otra persona. ¿Quien es nadie para poner en juego la vida de los demás? Ha salido un hombre, un conductor de un camión, reconociendo que había sido su culpa. Había atropellado a un motorista, se lo había llevado por delante. Estaba angustiado. Decía que lo material le daba igual, que le pagaba una moto, que eso daba igual, pero que por favor estuviera vivo. Que estuviera vivo. No sé, a veces parece que hasta que no te pasa algo así, o le pasa a alguien de tu casa, no nos damos cuenta de esta movida. Han entrevistado a diferentes minusválidos a causa de accidentes en un centro de rehabilitación. Un hombre parapléjico ha contado su historia. Estaba a punto de llegar a casa, se le fue el coche y en ese momento le cambió la vida. Decía que de haber llevado el cinturón de seguridad seguramente no le hubiera pasado nada. Que su hermano lo llevaba y que no le pasó nada. él ahora está en una silla de ruedas. Dice que sigue adelante por su mujer y por su hija. Pero que a veces piensa que para dejarle así habría sido mejor que Dios se lo llevara. Es muy duro escuchar eso. Ha dicho: que anden con cuidadito, que la vida es muy bonita. Otro paciente ha dicho que precaución, que muchísima precaución, que en cuestión de centésimas te puedes ver en una silla de ruedas, o puedes dejar de ver el mundo. Es así de jodido. Así que al salir ahí fuera, a la carretera, hay que estar al 100%. Sino, no cojas el coche. Sino párate. Que conduzca otro, coge un bus, un tren, un taxi, o simplemente quédate donde estás. Pero no te la juegues. No te juegues tu vida, no te juegues la de los demás, joder.

Lo he pasado mal varias veces en la moto, y o estás muy concentrado o te vas a tomar por culo, así de claro. Mi madre se pasa muchas muchas horas en la puta carretera. Y me da un miedo que flipas. Siempre le digo lo mismo cuando se va al pueblo los fines de semana: cuidado en la carretera, id tranquilos. Sé que ella no bebe, sé que para cuando está cansada, sé que va con mucha precaución. Pero no todo depende de ella. Si un borracho a doscientas por hora se le cruza en el camino, la cosa puede acabar mal. Y no mola nada. No mola una mierda. Así que todos los que salgáis ahí fuera, mil ojos en cada esquina, no bebáis, no hagáis el indio, tened cuidado, y por favor, pensad que detrás de cada golpe, de cada choque, de cada accidente, hay un corazón, una vida, una historia, y mil corazones, mil vidas, mil historias enlazadas a esa vida. Y bastante mal está el mundo, para que nosotros vayamos poniéndolo peor.

P.D: En el reportaje he visto una cosa que me ha chocado mucho. Un policiía ha parado a un Noruego para hacerle un control de alcoholemia. Él le ha dicho: soy Noruego, a mí no me tienes que hacer esto. El policía aún así le ha hecho la prueba claro. Resultado: 0.0. El conductor le ha dicho: en Noruega no conducimos bebidos. Y el policía le ha dicho: aquí sí hijo, aquí no lo hacemos tan bien. Qué diferencia. Allí diciendo: soy Noruego, nosotros no conducimos si bebemos. Aquí diciendo: ssssssssh, que yo controlo. Te hace pensar.

Monday, April 14, 2014

¿Sabes ese juego
de tararear las canciones
y que el otro las tiene que adivinar?
Pues quiero jugar contigo.
Tararearte esa canción.
Y a ver si así lo pillas.
- Y luego llegas tú, con toda tu mierda. Con tus gorras y tus zapatillas viejas, con tu tabaco de liar y con tu hierba, con esa forma que tienes de decir "joder", con ese "a mi me la suda todo", con esa sonrisa que haría rabiar a cualquier dentista porque es jodidamente perfecta y yo me cago en todo. Con tus hoodies grises, y tus gafas de sol sin marca que te hacen parecer de la puta mafia siciliana. Con ese rapado de marine que hace que las gorras te queden como si hubieran sido hechas para ti, y lo que me jode, porque a mí no me quedan bien las gorras. Con esa forma de andar que parece que todo el mundo te debiera dinero o algo, que vas sobrado, joder. Con esa forma de vacilar a toda la peña. Vienes con toda esa mierda, y lo pones todo patas arriba. Como si tuvieras derecho a entrar en mi cabeza y removerlo todo, cambiarlo todo de sitio, romperme todos los esquemas. Pues no. No tienes derecho. Y quiero que salgas, y quiero que te pires, que no te acerques a mí en tu puta vida. ¿Lo has pillado?

La miró a los ojos fijamente. Sonrío como si toda la luz del universo se concentrara en su boca. Ella apretó los dientes y suspiró. Tenía los puños cerrados y se le movía el pie izquierdo.

- No era mi intención poner nada patas arriba. Pero si, lo he pillado. Que te caigo mal, que soy horrible, que te parezco un mafioso de mierda, y que no quieres juntarte con calaña como yo. ¿No?
- Sí, eso es.
- Bien. Entendido.

Se dio la vuelta. Había quedado con un colega para echar unas birras. Que tía tan graciosa. Se le iba la olla del todo. Sería bastante joven, mínimo le sacaría cinco años. Le había echado ovarios. Llevaba días rondándole sin atreverse a acercarse a él, y por fin lo había conseguido. Desde luego, no se esperaba un speech semejante. Parecía que lo había estado ensayando en casa. No podía evitar sonreír mientras se alejaba. Lo que estaba por ver era eso de "no te acerques a mí en mi puta vida". 

Sunday, April 13, 2014

La luna se cayó en sus ojos.
Ese fue el principio de todo.
A mí lo que me jode es no tener con quien bajar al campo de fútbol de mi barrio a jugar a fútbol. Que aquellos regates sólo queden en mi recuerdo. Que no oiga ese sonido, cuando le das al balón con todo. No celebrar los goles haciendo el indio. No terminar sudando, sin aire, bebiendo de la fuente del patio. No sentir esa jodida felicidad. A mí lo que me jode es que ya sólo ande en bici cuando voy al pueblo. Y menos mal que al menos allí lo sigo haciendo. No tener tiempo para salir con mi hermano, como antes, cuando éramos más canijos, a andar en bici por los montes de mi pueblo y de los de al lado. Nunca nada me ha gustado más que andar en bici. No me bajaba del sillín. Recuerdo que llevaba detrás a todas mis amigas. Casi ninguna de ellas sabía llevar. Además aprendí a andar sin manos. Todavía ando así cuando voy al pueblo. Es una puta gozada. Aquella ostia que me di con ella detrás. Pensaba que íbamos a matarnos. En el último momento cerré los ojos y giré el manillar 180 grados. Nos caímos al suelo pero evité un final bastante peor. Todavía me acuerdo de cuanto picó cuando mi madre me echó alcohol en las heridas. Llevo las marcas orgullosa. A mi lo que me jode es haber dejado de recoger dientes de león. Los llamábamos abuelitos. Cogíamos un montón, en la campa de enfrente, y nos poníamos a soplar y a pedir deseos que no se cumplirían pero que tú pensabas que sí y entonces, en ese momento, eras la puta reina del mundo. A mí lo que me jode es no montarme en el columpio, con ella a mi lado, y cantar Camela como si no hubiera un mañana. Nos dejábamos la voz. Éramos unas enanas que soñaban con tocar el cielo de una patada. Y aquellas tardes eran interminables. Sigo montándome en todos los columpios de todos los parques que me voy encontrando, pero ya no canto. A veces, sobre todo si es de noche, sigo llegando hasta lo más arriba que puedo, y cuando me toca bajar sigo fingiendo que me voy a estrellar con la tierra. Son cosas de la niña que llevo dentro. A mí lo que me jode es haber dejado de jugar al bote, al escondite, a la gallinita ciega. A todos esos juegos que te hacían inmortal. El tiempo no existía, y todo se llenaba de algodones de azúcar. La dulzura de la vida rozándonos los párpados. Ya sabes, toda esa movida. A mí lo que me jode es tener ya 24 y darme cuenta de que en el estrés del día a día, en todo esto que se supone que tenemos que hacer porque ya somos mayores y la vida va así, se nos olviden esas pequeñas cosas que hacen de la vida algo jodidamente bestial. Me jode no sacar un rato para irme a leer a una campa verde, me jode no sacar un rato para irme a andar en bici con mi hermano, me jode no sacar un rato para ir a sacar fotos a las flores, me jode no sacar un rato para montarme en un columpio y sentir que soy niña otra vez, me jode no sacar un rato para darle al balón, me jode no sacar un rato para quedarme a mirar las nubes sacando mil imágenes distintas en mi cabeza, me jode no sacar un rato para coger a todas las colegas y irnos de campada por ahí a tomar por culo, a contar historias divertidas y a hacer un fuego y a cantar todas nuestras canciones favoritas. Me jode dejar que el tiempo se escurra entre mis dedos, mientras yo simplemente me quedo mirando.

Tengo que empezar a ordenar mis prioridades. Que la vida es una y pasa rápido. Y no hay tiempo para quedarse mirando. Hay que salir ahí fuera, hay que vivir. 

Saturday, April 12, 2014

Hay algo en ella
que no hay en nadie más.
Una sinceridad arrolladora,
un desparpajo extremo,
una chispa vital
jodidamente salvaje.
Coge la vida tal y como es:
cruda, dura, descarnada.
Sin vendas,
sin nada que tape
la realidad
abrumadora que se esconde en cada esquina.
Coge esa realidad,
y la mastica, la desgarra,
la acaricia,
folla con ella,
le da la vuelta,
y la pone del revés.
Hace lo que le da la gana.
Una simbiosis inevitable,
porque ella es como la vida.
Cruda, dura.
Pero tan tierna y tan bella,
tan mágica y maravillosa,
que no hay más cojones
que caer rendida a sus pies.

Si os la encontráis en el camino,
caeréis como yo caí: inevitablemente.
Enough is enough.
I'm alone in this bed,
waitin' for the dreams to come
and catch me.
It may be too late.
Probably.
But I'm not givin' up.
I will wait forever
in this place,
between the light and
the shadows,
for something amazing
to happen.
If you want it bad enough,
the dream will come true.
Believe me.
I tried it.
And it worked.

¿Why can't it happen again?
Dile que le quiero.
Con todo.
Con esta distancia
de por medio,
y esta forma
que tengo
de ocultar las verdades
debajo de bromas
sin sentido.
Todavía le sigo dando vueltas
a lo que pasó esa noche
en la boca de mi estómago.
Si le hubierais visto sonreír
mientras bailaba,
lo entenderíais todo.
Espero que nunca
se le apague esa sonrisa.
Y que baile con quien baile
sus ojos no dejen de brillar.

Espero que le cuiden siempre.
Porque sino,
se las tendrán que ver conmigo.

En la intimidad de mi cuarto,
con la luz de la mesilla
alumbrando tenuemente
este lado del colchón.
Pensando en
ese devastador
rugido
que casi nos lleva por delante.

Nadando en un mar
de dudas y miedos,
de sueños a punto de naufragar.

I could have given you everything.
The moon,
the sun,
the fuckin' universe.
Too bad
you didn't want it.
Not from me.

Thursday, April 10, 2014

Igual no sabes de qué va esto.
Tranquilo, yo tampoco.
Es un puto sinsentido.
No sé,
a veces quiero salir a buscarte.
Me dejas loca, chiquillo.

Faltan botatzen ditut zure kaleak.
Kaleak baino gehiago zure lurrak.
Eta zeruak.
Horiek ere urrun sumatzen ditut,
urrunegi.

Gaueko haize leuna
nire ilean kulunka,
eta izarrak goitik begira.
Ilargiak nire sekretu guztiak dakizki,
askotan hitz egin nion
bidezidor hartatik.
Zuri buruz zerbait
kontatu niola uste dut.
Ez zidan erantzunik eman,
ez bait zegoen zer eginik.
Berak bazekien.
Nik ere jakin nuen.
Zelai horiak,
zeru urdinak,
gau epelak.
Eta zure izena
zuhaitz haien artean
idatzita.
Haizeak eramango zuen nire gutuna.
Ez nizun eman.
Ez dizut emango.

Faltan botatzen ditut herriko kaleak.
Kaleak baino gehiago bere lurrak.
Eta lur haietan zure begiak ikustea,
kale haietan zurekin ibiltzea.
Bihotza sentitzen dut orruka.
Gogoa dut bueltatzeko,
bertan oinatzak uzteko.
Baina zu han ez bazaude ez dut bueltatu nahi.
Zu gabe ez du zentzurik.

No me gusta nada mi cintura. Tiene una forma rara. Siempre me compro camisetas anchas, más grandes que mi talla. Nunca me compro cosas pegadas, para que no se marque. Tampoco me gustan mis tetas. Son muy pequeñas. Cuando estaba con tíos no me quitaba el sujetador. Mi nariz me parece una de las narices más horribles que he visto en mi puta vida. Y sí, soy bilbaína y todo lo que quieras, pero no estoy exagerando. Mis manos tampoco molan. Tengo los dedos bastante feos, y alguno está como torcido. No son manos finas, manos de tía. Son más bien un poco bastas. Mi culo es un caso aparte. No sabría como definirlo. Mis rodillas están llenas de marcas, durezas, cicatrices. Son feas. 

Mi cintura es rara sí. Tengo la cadera ancha y luego arriba no se me estrecha. Pero bueno, esto me ayudará a parir mejor, y además a mi me flipan las camisetas anchas. Así que no hay problema. Mis tetas son muy pequeñas. Me quedan grandes todos los sujetadores de todas las tiendas. Son diminutas. Pero un día conseguí quitarme el sujetador delante de él. Otro día fui a la playa y mandé a tomar por culo la parte de arriba del bikini. Desde entonces hago topless. Total, nadie me las va a mirar. Y si miran, pues oye, tampoco pasa nada. Las tetas son algo bonito, dan de mamar a los bebés. Y la libertad que sientes al andar en tetas por la playa no se paga con dinero. Es una puta gozada. Ahora no me parecen tan terribles. Están bien porque puedo bailar, correr, saltar y lo que sea sin que me molesten. Puedo salir sin sujetador a la calle si quiero que no pasa nada. Son pequeñas pero son mis tetas, y me gustan coño. Y al que no le guste, tiene un millón de pares de tetas enormes por ahí. Todos contentos. Mis dedos no son bonitos, no tengo manos finas. Pero tengo manos. Me sirven para escribir que es lo más sagrado. Para acariciar a la gente que quiero. Para dar la mano. Para tendérselas a quien las necesite. Son lo más práctico del cuerpo, da igual que no sean bonitas, lo importante es que funcionen. Y funcionan. Así que todo bien. Mi culo no me gusta nada. Siempre usé pantalones de tío que me lo disimulaban (y bueno también porque molan un montón). Pero ya me da igual. Sé que por mucho que lo intenté no va a cambiar. Puedo hacer deporte y quizá mejore un poco. Y si no, pues bueno, no es tan terrible. A él le gusta. Eso siempre ayuda. Ahora me pongo pantalones prietos. Y no se acaba el mundo. Mis rodillas están llenas de marcas, pero eso significa que he vivido, que he explorado, que me he caído mil veces, pero también que me he levantado y he seguido andando. Siguen enteras y hacen que sea posible que camine. Son cojonudas. Y luego están las partes que me gustan. Esas que me ayudan a sonreír un poco cuando me siento un desastre con patas, un cuadro total. Por ejemplo, me encanta mi pelo. Es indomable, y siempre se me encrespa y está como enmarañado, pero me flipa. La verdad que no lo cambiaría. Mis hombros y mi cuello me gustan una burrada. Siempre he creído que esa parte la tengo bastante bonita. Los codos no, porque están siempre secos, pero da igual, me doy crema y punto. Y luego, lo que me salva de todo, que sé que la gente no le da importancia porque casi nunca se ven y a mucha gente le dan como grima, pero adoro mis putos pies. Son preciosos. Esos si que no los cambiaba ni de coña. Lo guay es que a mi me flipan las chancletas, son el mejor calzado del mundo, entonces mola porque puedo enseñar los pies. Ah y otra cosa que tampoco está tan mal son mis labios. Aunque mis dientes siempre han sido un puto desastre, pero ahora llevo aparato, y algún día estarán bien, así que eso también mola.

¿Veis? Se le puede dar la vuelta. Tenemos que aprender a darle la vuelta. Siempre complejo tras complejo. Y así todo el rato. Y bueno, lo mío no es preocupante, lo preocupante es lo de algunas chicas jodidamente preciosas y perfectas que aún y todo siguen sin verse bien. Me da una puta rabia de la ostia. ¿Cómo hemos llegado a esto? Me pregunto si nuestras abuelas serían así, siempre criticándose, odiándose, acomplejándose, no gustándose. A veces llegando a extremos preocupantes, a enfermedades, a trastornos mentales. Es una puta locura. Pero estoy dispuesta a darle la vuelta joder. A darle la vuelta del todo.

Sois todas preciosas, jodidamente maravillosas, espectaculares. Todas tenéis algo que os hace especiales, y todas tenéis algo que hará que alguien se vuelva loco o loca por vosotras. Es así. Yo me inspiro mucho más escribiendo sobre mujeres porque creo que somos un animal jodidamente bonito. ¿Por qué tanto odio hacia nuestros cuerpos? ¿Por qué tantos complejos? ¿Por qué tanta locura? Os digo una cosa, nuestro cuerpo es nuestra casa. Es donde vivimos. Tenemos que cuidarlo, protegerlo y quererlo mucho. Yo no digo que no haya que comer bien, hacer deporte y esas cosas. Claro que sí. Pero no os obsesionéis. No os volváis locas. Aprended a quereros tal y como sois, con vuestras cosas bonitas y las no tan bonitas. Todas son parte de un milagro andante, de un cuerpo jodidamente bien pensado y estructurado que nos vale para vivir. Quereros mucho joder. Y no olvidéis nunca que lo de fuera importa, pero lo de dentro más. Si sois bonitas por dentro, lo seréis sin duda por fuera. Porque brillaréis y todo el mundo se dará cuenta de vuestra belleza. Amad vuestro cuerpo porque es un tesoro. Amaros tal y como sois, porque sois un animal único e irrepetible, una gota de agua, un copo de nieve, una hoja de un árbol. Naturales y preciosas. Y que nadie os diga lo contrario. Y si alguien os lo dice, decídmelo que lo mato. Sonreid y brillad. Sois maravillosas.

Un pestañeo suyo en medio del desierto
podía provocar un terremoto en el otro extremo del planeta.
Justo en el borde de su corazón.
Y qué será que tiene la noche,
que me calma,
que me inspira.
Qué será que tienen tus ojos,
que me tienen loca perdía.

Wednesday, April 9, 2014

Si te has enamorado de ella no salgas corriendo.
Quédate.
Muérete de miedo
y sangra por cada costado.
Vuélvete loco
y siente que te ahogas
porque te cuesta respirar.
Deja que tus piernas tiemblen.
Dicen que una huida a tiempo es una victoria.
Mienten.
Saltar al vacío de su boca,
sin paracaídas
y con todo
no es comparable
a nada.
Piérdete en su espalda,
suspira por ella.
Enamórala
y hazle el amor
como si el mundo
hubiera dejado de importar.
Haz que nada importe.
Haz que ella importe.
Haz que tú le importes.
Quédate a jugar,
gana la guerra.
Y haz que
dormirte
pegado a su culo
sea tu victoria.
Que la única huída
sea a su
rincón más íntimo,
y que nadie te saque
jamás de su escondite.
Dile que cuente hasta cien.
Encuéntrala.
Y si sale corriendo,
atrápala.
Quédate en su cama.
Córrete con ella.

Y no dejes que nadie os haga despertar.
Hay palabras que valen más que otras.
No por lo que dicen,
sino por quién las dice,
te las dice.
Quizá te parecerá una tontería,
pero un "hola" tuyo
vale más que
el discurso más elaborado de cualquiera,
que el ensayo más profundo
de un maestro en la materia.

Pero por un "hola" tuyo,
podría sacrificar
las palabras más bonitas
de mi mejor poeta.

Tuesday, April 8, 2014

Si me dices ven.
y toda esa mierda.

¿Jugamos?
Mírame el culo,
tócame el corazón.
Vuélveme loca,
majara,
tarada,
ya sabes,
algo de eso.
Complícame la vida,
dame la vuelta.
Ponme las entrañas
por fuera.
Hazme creer
que volar es posible.
Luego chócate conmigo.
Sácame a bailar
sobre el asfalto.
Haz que las estrellas
empiecen a caer.
Que el mundo gire más rápido.
Que todo se derrumbe.

 Y sobre todo,
haz de mi cama un paraíso.

Monday, April 7, 2014

[...]
This is the way the world ends
This is the way the world ends
This is the way the world ends
Not with a bang but a whimper.

- T. S. Eliot

Este es el final de mi poema favorito de T. S. Eliot. Es larguísimo, complicadísimo, jodidamente precioso. Y para mí, estas no son sólo las mejores y más brillantes líneas de T. S. Eliot (la repetición es pura magia), sino uno de los mejores finales de poema de todos los poemas que he leído jamás. He dicho. 
Y es que jamás te diría que soñases conmigo.
Te mereces soñar cosas mucho más bonitas.
Agobio. Estrés. Locura. Tarde de domingo en la estación de Donosti, no podría ser de otra manera. Te entran unas ganas incontrolables de pegar a todo el que se interponga entre tu maleta y tú, y subes al bus enfadada con el mundo en general. Aire acondicionado a tope, cojonudo. El pavo que te ha tocado al lado no deja de moverse e invade tu espacio. Todo genial. Empiezas a leer y parece que te relajas un poco, pero te mareas y tienes que parar. Una voz grave se alza por encima de las demás. Miras a tu izquierda. En los asientos de al lado viajan una señora y un señor mayor. Pones la oreja inevitablemente, porque el señor va hablando para todo el bus. Escuchas un rato y sonríes. No puede ser más adorable. Como conclusión he sacado que era viudo, y que la mujer que estaba sentada a su lado era su novia, o algo así como una amiga especial. La llamaba cariño, mi vida, y la besaba en la mano. Hablaba todo el rato, y ella no sé yo si le escuchaba mucho. Pero el la miraba, y le decía cosas bonitas entre chapa y chapa. Ha dicho cosas preciosas sobre la vida, la amistad, el amor. Y me ha hecho reflexionar sobre ciertas cosas. Ha sido un viaje productivo. Y siempre emociona ver a una persona mayor sonreír como un adolescente y ver que el tiempo si ha dejado huella en su cara pero no en su corazón. He bajado del bus con el ánimo cambiado. Pero seguía siendo domingo, y las cosas no podían terminar así de bien. He llegado a casa, y he podido verificar que las llaves de mi casa (mi casa casa) no están aquí. Cojonudo, si no estaban allí, y no están aquí, ¿dónde coño están? Y luego he entrado en la sala, he abierto el balcón y he visto que mi helecho está seco del todo. Se ha achicharrado ahí metido, sin aire y sin agua todo el fin de semana. Pobrecito mío, no me ha durado ni tres semanas.. y era tan bonito. Desde luego, tengo que alejarme de las cosas vivas, que una cosa es que se me rompan todos los cacharros, pero que se me mueran las plantas, eso ya no. ¿Y ahora qué? Ahora a comer bizcocho, que eso siempre me hace sonreír.
- Divagaciones de un domingo cualquiera

Escrito el 22 de septiembre de 2013. 
"Al final lo único que queremos es tener sueño por las mañanas porque nos quedamos hablando con alguien y era más importante que dormir."
Llámame infeliz de mierda,
pero ya no creo en nada.

Sunday, April 6, 2014

De esto que estás en Twitter, y ves que la cuenta de "El País" publica un tuit a las 3:46, y te preguntas, ¿habrá periodistas trabajando a esas horas? ¿o qué está pasando aquí? Y piensas, las cosas están como están, y ahora con internet ya se sabe, y bueno, que me veo trabajando toda la noche tuiteando últimas horas y tal y cual, pero no está el asunto para quejarse, y teniendo insomnio, estoy acostumbrada a escribir de noche, y oye, que igual si pongo eso en el currículum me cogen fijo ¿no? 
"Estudiante de periodismo, insomnio crónico, puedo escribir toda la noche."
"A coño, mira, a esta la cogemos pal Twitter."
Y en ese plan.
Hoy me faltan ellas.
La sonrisa indiscriminada, 
el brillo de una mirada que sabe a casa.
Un abrazo de esos que te cura el alma.
La felicidad.
Hace sol.
La vida en movimiento.
Demasiado calor
de golpe,
y yo sin mi gorra.
No sé dónde
tengo la cabeza.
Las líneas
de ese libro
me cautivan,
sigo atrapada en esos versos.
Me acuerdo de ti,
y algo me pincha
cerca del pecho.
El azul del cielo
es demasiado bonito
para estar triste.
La sonrisa
sale sola.

¿Tú estás sonriendo?
Abrió las manos, y
de repente nada.
Un soplo de viento
se había llevado sus sueños a otro lugar.
Muy lejos,
jodidamente lejos.
Donde ella ya no podía tocarlos.
La vida había jugado bien sus cartas.
Ella se había quedado en la cuneta
esperando que alguna furgoneta
vieja
parara a recogerla.
Pero sabía que eso no iba a pasar.
Había dejado de creer en los cuentos de hadas,
y en el camino tampoco encontró judías mágicas.
Nunca fue como le dijeron que seria,
como esas mentiras que te cuentan
cuando apenas eres una cría.
Eso de los príncipes, ya sabes,
eso de los finales felices.
Toda esa mierda.
Las maletas viejas
vacías de ilusiones,
y sus ojeras
le hablaban de él todavía.
La vida a trompicones.
Su libro favorito
pegado en el costado,
y una sonrisa cansada
intentando
trascender.
Empezó a andar,
porque era la única manera.
Porque no había camino,
ya lo dijo él.

Va sin mapas por la vida,
su brújula no marca el norte,
y su cabeza,
llena de pájaros,
sigue pensando
que debajo de una piedra,
cualquier martes por la tarde,
encontrará
lo que siempre anduvo buscando.

Saturday, April 5, 2014

La soledad se escurre entre estas cuatro paredes.
Sábado noche,
sola en casa.
En la casa que no es mi casa.
En la ciudad que fue mi cuidad,
y que ahora es una extraña.
No tengo nada que hacer,
tengo todo que hacer.
Escribo para intentar
aliviar mi alma abandonada.
Mi luz ya se ha ido,
y ahora sólo me
queda la música
que se escapa
suavemente.
Tiempo para pensar,
pero no quiero pensar.
Sólo quiero bajar al sur.
Que me de el sol,
que nunca oscurezca.
Que todas las letras 
de las canciones me hagan sonreír.
Que no quepa la tristeza.


Sólo quiero algo de calor,
y que no me falte azúcar.
Fue un amor brutal,
un temporal que dejaba las banderas arrancadas,
los arboles caídos sobre los coches,
las líneas sin servicio.
A veces fue hermoso como es hermoso mirar un huracán,
y fue un huracán por eso,
pero sobre todo,
por sus consecuencias.
La población de aquel país
tardó varios años en volver a la normalidad.
Lo curioso es que en ese país yo era el único habitante.
Ella era el viento, los pulmones brutales de la duda,
de mi invierno.

- Marwan

No me quites mi lado de la cama. Nunca me des café. Jamás me despiertes de la siesta. Guárdate los "tú verás", los "ya te lo dije".  Pero podemos saltar juntos en la cama. Si me das cola-cao lo compartiré contigo. Puedes despertarme a las 4, a las 5, a las 6 de la mañana. Y si te ahorras esas frases, me puedes vacilar con lo que quieras (o casi.)


No le quise decir la verdad,
aunque creo que mis ojos ya se la habían dicho.
Le contaron en secreto
lo que pasaba esas noches de verano.
Ya ves que locura,
que el corazon se pusiera a galopar
sin control,
como si fuese a escaparse por mi boca,
para sentarse a tu lado,
e invitarte a una cerveza.
Joder, jamás me sentí tan pequeña,
tan vulnerable
ante la atracción
inesperada que ejercías en mi.
Fuiste un iman,
al que mi norte se engancho
desde el momento uno
en que te oi reir de esa manera.
Tu voz,
no se que tenia tu voz,
que me hacia querer que el resto
del mundo desapareciera,
para que no la oyeran,
para que no me robaran
ni un cachito
de esa melodia
que solo tenia las notas buenas.
Queria que me hablaras solo a mi.
Dios mio,
te habría escuchado durante tantas horas.
Me habria perdido en las historias
que sé que tienes para contar,
pero que no se a quien le cuentas.
No se en quien pensabas,
pero no pensabas en mi.
Al menos no como queria
que pensaras.
Fuiste mi tierra de nadie.
Y yo, solo fui una aproximacion
que nunca llegó a rozarte.
Me quede en la cuneta de uno de esos caminos,
en los que te imagino a veces.
Con esa forma de andar,
y con tu sonrisa sin oyuelo.
No me habría importado,
perder la cabeza del todo
por ti,
o contigo.
No me habría importado,
perderme el resto de las cosas,
si tu habitación
se hubiera convertido
en algo así como mi cárcel.
No me habría importado,
equivocarme diez mil veces.
Hazme caso,
habrían dado igual las condiciones,
de todos modos,
me hubiera tirado de cabeza.
Hasta chocarme,
hasta dolerme.
Hasta sangrar
mi corazón,
por un roce de tus labios.
Por una espina tuya,
hubiera renunciado
a un millón de rosas.

Friday, April 4, 2014

Será como ha sido siempre,
pero mejor.
Me encargaré de que
el sol brille más fuerte
y de que la luna
baile un tango
antes de las doce.
Haré que las estrellas fugaces
hagan de nosotros
un instante eterno.
Tú no te preocupes.
Si mañana se apaga
el fuego,
eso no nos incumbe.
Estamos aquí.
Y el ahora puede ser tan infinito
como nos de la gana.
Hagamos que no tenga final
mientras podamos.
Hagamos el amor
como si mañana el mundo fuera a implosionar,
y nuestros gemidos
fueran la única forma de salvarlo.
Salvemos el mundo
saltando en el colchón.
Amándonos
más fuerte
que un tornado.
Haciéndonos daño.

No sé que pasa,
pero algo está pasando.
Los colores empiezan a cambiar.
Parece.

¿Cuánto tiempo te quedarás?
Eh, dile que me falta su sonrisa,
que daría cualquier cosa
por una palabra de esas.
Que no sé dónde anda,
pero yo ando donde siempre,
pensando en él.

Thursday, April 3, 2014

Todavía me acuerdo
de su culo en la ventana,
mientras fumaba hierba
y me hablaba de Paris.

Era la chica más bonita
de todas las putas habitaciones.
Días en que necesitas la número diez.
Pesadillas a destiempo.
Monstruos que vienen
a acabar conmigo.
Ansiedad por las esquinas.
¿Vuelvo a caer?

Que alguien me saque de aquí.
No me digas nada.
Paso de esa mierda.

Quiero un cola-cao.

Día de escuchar al Charly,
teclear sin parar
para intentar terminar a tiempo,
mirar por la ventana,
dejar que suene el viento.
Acordarme de esa letra,
pensar, "lo siento."
La vida a trompicones,
y esta mierda pegada en el costado.
Dime qué coño hice mal.
El corazón me está sangrando,
¿quién va a parar la hemorragia?

Daños colaterales
del camino,
me imagino.

Me piro de aquí.

Wednesday, April 2, 2014

Me puso del revés 
y no se dio ni cuenta.
La vida a horcajadas,
y toda esa mierda.
Luz.
Un poco de ternura a destiempo.
Que se apaguen los relojes.
Y un abrazo en la recámara.
Cuando estoy pequeñita,
frágil,
como hoy,
me da por leer a Pessoa.
Es el único
que me atraviesa
como cuchillos afilados
y me hace sangrar
de una manera
incontrolada.
Leerle
es saltar al vacío
sin la esperanza de que
alguien me recoja.
Es clavarme todas las espinas,
sentirlas,
palparlas.
Es conectar con
ese lado de mi alma
roto, dañado,
desgarrado.
Pessoa me descubre
la herida,
me la abre,
me la expone.
Por eso le leo.
Porque las heridas
hay que limpiarlas bien.
Hay que echarles alcohol,
desinfectarlas,
aliviarlas.
Es lo que consigue.
Llevarse todo lo malo
de golpe,
arrastrar todas las cenizas,
dejarme la carne
a flor de piel.
Y así,
la herida puede cicatrizar
mejor.
Me alivia el alma
con el dolor.
Es paradójico,
pero funciona.

Con el "Lucky Ones",
y con nada en el bolsillo.
Con zapatillas de deporte,
y con los ojos húmedos.
Antes de las doce de la noche,
con el viento de cara.
La vida me habla de ti.
Te diría que cuando le doy al play
el mundo cobra sentido de repente
y algo dentro de mí
se derrite un poco.


Tuesday, April 1, 2014

Sarah en replay.
Leves rayos de luz por la ventana.
El corazón latiendo tristeza.
La vida en standby.
- Eh, y todo eso que hace sin creer que lo está haciendo. Y esa forma de hablar. Y vale, puede que no te gusten sus camisas, pero no puedes negar que el tío tiene clase.
- Pues no. Me parece un gilipollas. Y sí, sus camisas son horribles, y no me gusta como habla, como si todo el mundo tuviera que escucharle sólo porque tiene esa voz y esa forma de pronunciar las eses. Y tampoco soporto que ande como si el mundo no fuera con él. Y no, no te confundas, sabe muy bien lo que está haciendo, y lo hace para que todas esas idiotas le vayan detrás. No lo aguanto. Y tú dices que tiene clase. ¿Clase? Lo que tiene es una tontería en la cabeza que se la quitaba yo con dos ostias bien dadas.
La miró con asombro y diversión. No se lo podía creer, era un bombazo.
- Tía, ¡a ti lo que te pasa es que te mola! Que fuerte, no me lo puedo creer.
- ¿Pero qué mierda dices? ¿Cómo me va a molar ese? No digas chorradas ¿eh? Anda, cállate.
- Está clarísimo, te has pillado por él. 
- ¿En qué te basas?
- En que te empeñas demasiado en hacer ver que es lo peor del mundo. Es una técnica. En realidad piensas todo lo contrario. Sólo que te da rabia reconocerlo, porque no soportas que te mole. Pero joder tía, ¿por qué es tan terrible?
- Joder, que no, que no es eso..
- Tía, que soy yo. Dime, ¿por qué es tan terrible?
- Pues porque.. porque bueno, es él. Y yo soy yo.
- Si, hasta ahí ya llego. Explícate.
- Pues que mírale. Todas le miran cuando pasa, y todas babean por él, y le piden su número de teléfono, y está siempre rodeado. Y yo, bueno, pues yo soy yo. Soy una tía demasiado corriente para él. ¿No lo entiendes? Y además, que no, que no me mola.
- Sí, te mola, y mucho.
- Pero no tiene que molarme. No. Ya me encargaré de esto.
- ¿Y qué vas a hacer?
- Para empezar, cambiar de tema.
Siguieron andando. Hacía sol. El mundo parecía estar lleno de colores, pero ella lo veía todo negro. No entendía nada. ¿Por qué le molaría? Si en realidad era un cretino. Otro más que usaba a las tías y que se creía el rey del mundo por haberse tirado a media ciudad. Vaya logro. Seguro que no había estado enamorado en su puta vida. ¿Y por qué hablaba así? No lo soportaba. Y luego esas camisas. ¿Por qué se las ataba hasta arriba? Eso era algo que nunca le había gustado. Las camisas hay que llevarlas desabrochadas, si no ¿qué sentido tiene? Pero él era así. Iba a su rollo. Pero no, no tenía clase. Y no, no era guapo. Y no, no le gustaba. ¿Pero por qué no dejaba de pensar en él?
No sé cuantos latidos por minuto.
Más de los habituales, eso seguro. 
Historias en fascículos.
La magia a parpadeos.
¿Y mi farero, dónde se ha metido?
Necesito encontrarle.
Cuando te enamoras de un personaje, no hay vuelta atrás.
Y ese es al que más cariño le tengo de todos.
Pero ssshhhhh no se lo digáis a los demás.