Caigo al suelo desarmada. No tengo fe, no
tengo fuerza. Mi alma me ruega un poco de tregua. Tengo que parar. No sé donde
está el norte. Me perdí en el camino. Y ahora no sé como coño llegar. ¿Qué
quieres que haga? Tú no estás. ¿Quién está? No lo sé, ni me importa. Ahora
somos yo y el papel. Yo y el papel en la tenue penumbra de esta habitación. Nadie cabe en estos confines, nadie entra
en este universo. Es mío, y mío sólo. No lo pienso regalar. Es mi puta casa, mi
hogar. Si me sacas de aquí me quitas la vida. Es mi aire, mi sangre. No lo
olvides jamás. No renunciaría jamás. No, jamás renunciaría.
Si me quieres, quiéreme como soy, sino, no me
quieras nunca. No pienso cambiar, porque no quiero cambiar. Soy la tinta y los
borrones. Soy las líneas y los puntos. Soy las letras, las palabras. Soy el texto.
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