Wednesday, April 23, 2014

Con todo en contra y sin tiempo en el reloj
entró de pleno
al agujero negro
que se dibujaba
entre su pelo
y su espalda.

Cayó irremediablemente
a los altares
que prometía
el lunar
que tenía en la curva de la cintura.

El infierno nunca le pareció
tan dulce.
Ni la sal
le quitó nunca
la sed de esa manera.

Se embriagó
del veneno de su piel,
y se quedó a pasar el invierno.

Pero el deshielo
se llevó
su nombre,
le dejó sin nada en la cartera,
desterrado a un olvido
que nunca fue recuerdo.

Ahora camina en el asfalto
de las ciudades
que tienen
más de un código postal.

Para no volver a cruzarse
con el ruido
de sus tacones al andar,
para no volver a cruzarse
con la única mirada
hasta el día conocida
que podía hacerle sangrar.

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