Tuesday, April 29, 2014

Hoy por hoy, y hasta donde sé, sólo tengo un lector fijo de mi blog. Una mente. Dos pulmones. Un corazón. Se lo ha leído entero (llevo escribiendo en él dos años creo si no me equivoco, y soy de las que escribe mucho, pero mucho), y ha descubierto cosas de mí que casi yo misma desconocía. Una pasada. Es increíble cuanto pongo de mi alma, de mi forma de pensar, de ver la vida, de mi corazón, de mis heridas, en todo lo que escribo. Incluso en las historias de ficción, aunque en el momento no me de cuenta, cuando las releo alucino. Es una barbaridad. No consigo una objetividad, un alejamiento, una distancia efectivas. Quien me lee, me lee a mí, lee mi alma. Me lee de par en par. Y he estado pensando en esto, y pasa lo siguiente. Yo no escribo para que me lean. No escribo para un sector determinado, para una gente en concreto. No pienso en quién puede ser mi target potencial. Todo eso me da igual. Supongo que los escritores que de verdad sienten la escritura, no como una forma de ganarse la vida, sino como una forma de vivir, de sentir, tampoco pensarán en quien les leerá o quien dejará de hacerlo. Yo escribo porque no me queda otra. Porque sino, me muero. Porque necesito hacerlo. No es un hobby, no es una actividad que elija para pasar el rato. Es toda mi vida. Durante el día, en diferentes momentos, pienso en frases, en personajes, en historias. Todo el rato están dando vueltas en mi mente. Me imagino lugares, conversaciones, palabras. Voy apuntando cosas en el móvil, en los mensajes que guardo en borradores, y luego en casa vuelvo a ellas. Hay ideas que pueden estar rondando en mi cabeza días, incluso semanas, hasta que me pongo a escribirlas. Otras salen al momento. Como ahora, que según lo estoy pensando lo estoy escribiendo. Todo depende del momento, de mi estado de ánimo, de como esté yo. Pero todo el rato sale de mí, pasa por mí, y acaba conmigo. Yo soy todos esos textos. A veces lo pienso y me abruma. Sí, es bastante abrumador. 

El otro día estuve con un buen colega. Ha estudiado comunicación. Yo estoy estudiando periodismo. Hablábamos del futuro que nos espera a los que intentamos forjarnos una vida en eso de la comunicación. Me decía que él no quería escribir en un periódico. Que currabas en un artículo y luego nadie te leía. Él ha estado de prácticas en un periódico. Me lo afirmó de corazón: nadie te lee. Y eso me llegó muy hondo. Una cosa es que cuando yo escribo mis cosas, escribo mis historias, mis cuentos, mis versos, mis cosas raras, no me lea nadie. Eso no lo hago para que me lean, lo hago porque es mi vida, mi pasión, lo que me hace feliz. Lo hago por mi, para mi. No por ellos, para ellos. Si me leen, si se emocionan, si sonríen, si lloran conmigo, pues claro, muchísimo mejor. Yo me he emocionado, he sonreído y he llorado leyendo a escritores que han pasado a formar parte de mi vida. Si algún día consigo que alguien sienta algo parecido a lo que yo siento al leer a otros, me sentiré abrumada, orgullosa, sorprendida, pero inmensamente feliz. Feliz por haber conseguido conectar con el lector. Feliz por darle un trocito de mí que le haya hecho sonreír por un momento, o pensar, o temblar, o lo que sea. Pero si consigo trabajar en un periódico, que es algo que realmente quiero (aunque visto como está el asunto veo que será imposible), o en una revista, saber de antemano que da igual lo que haga, lo que investigue, lo que me documente, lo que tarde en elaborar el artículo o reportaje en cuestión, que dará igual todo, porque nadie me leerá (en todo caso mi padre, que el siempre me leerá como yo a él) me entristece mucho. Al fin y al cabo, ese trabajo lo haces por y para alguien. Ese trabajo si lo haces pensando en ellos, en el pueblo. En darles una información, en ofrecerles datos, en ofrecerles la versión más próxima posible a la verdad. Si no te leen todo tu trabajo es en vano. Es como estar cocinando en un restaurante donde nadie entra a comer, como estar colgando y ordenando ropa en una tienda en la que nadie quiere probarse nada, como hablarle a una pared. Me pone muy triste. Y me ha hecho replantearme cosas. Quizá sea verdad que la prensa no tiene futuro. Al fin y al cabo nadie quiere trabajar para que ese trabajo caiga en saco roto. Que sí, que te pagan y trabajas para que te paguen. No, yo no pienso así. Si consigues trabajar en lo que te gusta, trabajas para realizarte. Y eso es muy diferente, y algo que el ser humano necesita. Saber que sirve para algo, hacer algo útil, ofrecer algo a los demás, interactuar. Todas esas cosas. Y sobre todo, después de la conversación que tuve con mi amigo, me da pena ver que de verdad la prensa está destinada a desaparecer. Al menos en papel. Es una pena. Espero que al menos en internet sigamos teniendo periódicos, aunque la información muchas veces no esté correctamente contrastada ni trabajada (por falta de tiempo y de recursos). Porque quiero recordar, a quienquiera que sea que me esté leyendo ahora, que un país sin libertad de prensa no es un país en democracia. Es un derecho que tenemos que debemos defender. Porque hoy por hoy todavía hay países con un único periódico oficial (el del régimen) que prohiben con penas de cárcel cualquier intento de ofrecer información alternativa y países también donde se secuestra y amenazan de muerte a muchos periodistas. Eso os da una idea de cuanto poder tiene la información, y que si es tratada como es debido y transmitida al pueblo como tiene que ser, puede ser la mecha que prenda la llama de la revolución. 

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