Monday, November 26, 2018

ocho años ya, amor. porque aún puedo usar esa palabra. aún tengo dentro latiendo la verdad. aún te siento vivo. no te vas, no te vas, como no se va del todo la carcajada de chiquillos, la parte más honesta que guardamos bajo llave, lo que fuimos en un patio de colegio. así te quedas, rondando las aceras que llevan a mis huesos, a mis entrañas rotas pero plagadas de recuerdos en los que tú y yo bailamos y el mundo ya no está. quizá es que se acerca el día, o es esta nostalgia en el desvelo, o esta tristeza otoñal que me acaricia: estás justo en mi cintura. y cómo fue, perder la vergüenza y el miedo para estrellarme en tu boca y saber, que, por fin, había llegado a buen puerto. en tu mar toda una vida, marinero de ojos agua. toda una vida en tu calor.

y así viví, prendida de tus primaveras, intuyendo la próxima gran caída pero dándole la espalda. hacia ti, corrí hacia ti, a pesar de las espinas y los miedos en mi espalda. y claro que caí, de bruces, con todo, y me rompí tanto en los adioses que me perdí. me perdí a mí misma, tú me lo dijiste, aquella vez que me sentí morir. cuanta verdad en tus silencios. cuanto dolor por todas partes.

no tengo aún las palabras para remendar las heridas que dejé en tu piel de arena. no tengo aún la manera de perdonarme aquel desastre, la maraña de nervios que fui, la depresión irrefutable, el miedo, la angustia, la metralla entre tu carne. y tú que creías que no, siempre te llevé dentro. pero de qué sirve el amor cuando se van los cuidados. de qué sirve el amor si no comparte.


ocho años ya, amor. y lo único que puedo escribir es que borraría cada recuerdo que tengas de mí, desaparecería de tu tiempo, me haría evaporar para que jamás tuvieras que recordarme así. pero puedo respirar tranquila porque tú caminas feliz, y eres grande, y has llegado, y tienes el mundo para ti. desde lejos, observo como creces y floreces. verte bien me hace calmarme, verte bien me hace feliz.

ahora sé que el deseo que pedí nunca se va a cumplir.
y lo merezco.

tuviste razón en todo.
y yo con todo te quise,
cuando tenía que haberte querido mejor.

- escrito a 26 de noviembre de 2018, ocho años después de aquella noche


era, en su apogeo, tan de fuego y de caricias que no había grilletes capaces de contenerla. mil océanos cabían en su vientre, mil tormentas se enredaban a su pelo, y era libre, libre como las hojas en otoño, como los rayos de luz atravesando septiembre. sabía que sólo cuando has bajado a los infiernos y has masticado el polvo, cuando todo tu cuerpo se ha cubierto de plomo y llagas de cicuta, cuando todo ya ha sido roto, desmembrado, aniquilado, entonces sólo queda una salida, una línea recta al horizonte, echarle un pulso al miedo, superar los dementores. cuando ya no te queda nada, sólo el grito y el desgarro, intuyes que tiene que ser mejor lo que encuentres tras las ruinas, que puedes volver a construirte tus palacios, que puedes volver a ser lo que ya eras y te quitaron.

se cubrió con retales de seda las marcas que dejaron en su piel las madrugadas de alcohol y cristales por el suelo. se volvió a atar los cordones y se pintó de carmín las tristezas, para volver a salir ahí fuera, para volver a ser verdad. nadie tenía derecho a robarle la sonrisa. ni sus alas, ni su vida, la posibilidad de respirar.


Friday, November 23, 2018

y yo te quise
yo te quise
cuando nadie más lo hizo

yo te quise
yo te quise
cuando el mundo estaba gris


empiezo cantando no sé como, sin entonar y a trompicones, cayéndome. empiezo cantando pues parece más fácil así, lo que dentro es imposible, un derrame de recuerdos, hemorragia abierta al paredón, gangrena revenida. yo te quise y fui invencible, pude con desiertos y mareas, bajé a todas las mazmorras, subí a cada torreón, y pude atravesar el fuego, dominarlo. así amé cada centímetro que eras, la forma que ocupabas en las nubes, lo que eras a las diez de la mañana de un domingo, lo que fuiste cada vez que no miraste. yo te vi ser. ni siquiera tú puedes quitarme aquel paisaje. aquel estruendo apocalíptico, colisiones de montañas, una lluvia de estrellas en pleno dolor. llevabas el laurel, la corona de olivo, el mar en la mirada y en la sangre. otro concepto de victoria ardía en ti, otra forma de mirar por las rendijas. y eras noble, como un labriego implorando al cielo algo de lluvia. sencillez enredada a tus vestigios, no supe parar las emociones. porque te vi latir en tu escondrijo y quise llevarte a las plateas, hacerles testigo de tu gloria, tu sola existencia era regalo. no sé si puse las palabras en su sitio, no sé si llegué a tus madrigueras, no sé si pude ser ganzúa en mitad de mis tormentas. espero que lo sepas. que el mundo estaba gris y todo era caída y yo sabía más a huida que a quedarme. pero si alguna vez hubo peros, los míos, todos, van después de las excusas, de los miedos de perdernos, del delirio inagotable.

porque yo te vi ser.
y cuanto te quise.



Saturday, November 17, 2018

hay un llanto como de sirena y basilisco,
una preparación a la batalla,
un quejido de cristales.

estaban las ballenas esperando a otra marea
y, mientras tanto,
madera varada,
cascos hundidos,
velas ajadas tragadas por los silencios que se enredan.

estas yemas se quedaron impregnadas en constelaciones de suspiros que no llevaban nombre,
sólo egolatría.
estas yemas que dejaron de ser mías para ser del horizonte,
como me dolieron,
como las sentí despedazar.

disociación y manicomio en mis espinas,
esta soledad que lleva huellas,
estas marcas de rendirme ante mi misma.
dejé de ser mujer para ser carne,
algo que echar a las cenizas,
sobras para dar de comer a los Caínes,
algo de lo que poder prescindir en el incendio.

dejé de ser todo lo que sí sabía
para agachar la cabeza ante un altar que no era mío,
pues siempre atea, siempre libre, siempre niña barrio y viento.

quizá aún no me encuentre en esta noche tan desvelo
pero al menos estoy más cerca de mis rizos,
de entender las volteretas de mi alma,
de saberme invencible ante su juicio.

dejé de ser pirata para ser carne de cañón,
y qué tragedia la de ser ambivalente.
hoy sólo elijo un bando
y está muy lejos de tu grito,
de tu parcela de poder tan subrayada.

hoy sólo elijo un bando y es mi piel.
deshilachada y rota,
llena de marcas y de ayer,
pero sólo en ella soy,
pero sólo en ella vivo.

es mía, mía,
y así de tierna la acaricio.
territorio que aprenderé a abrazar sin miedo.
territorio en el que sólo yo decido.








Thursday, November 15, 2018

tú puedes ser también todo lo que quieras y este impulso, llegar al Anapurna y a la luna, ser más libre. cuando no sé qué decir pero lo siento, pero me late. cuando no sé qué decir pero estruendo. el esternón rugiendo y mil gigantes ante mí, estoy temblando en los intentos. y sin lanzas, siempre sin lanzas, con estas manos vacías y el alma llena de grietas que son mías y acaricio. a veces soy tan de agua que me derramo por los bordes. el color rosa. los neones. all the leaves are brown, and the sky is gray. está por todas partes, ese sueño. y los chimpancés y los helados de pistacho y todo lo que decía Bukowski sobre estar rozando las cloacas, las entrañas esparcidas por la lona, el fracaso. un día más, sigo cayendo. desazón intermitente y ganas de vomitar, humedad en el espejo. pero nada paga esta libertad, esta cuenta atrás al precipicio, este baile entre borrones y recuerdos. nada paga este quejido a las aceras, este saberte sin grilletes, esta piratería urbana.

yo también puedo ser todo lo que quiera y este impulso.
cuando la crisálida se rompa y sea cambio y sangre nueva saltaré a la siguiente gran tragedia.