Saturday, November 17, 2018

hay un llanto como de sirena y basilisco,
una preparación a la batalla,
un quejido de cristales.

estaban las ballenas esperando a otra marea
y, mientras tanto,
madera varada,
cascos hundidos,
velas ajadas tragadas por los silencios que se enredan.

estas yemas se quedaron impregnadas en constelaciones de suspiros que no llevaban nombre,
sólo egolatría.
estas yemas que dejaron de ser mías para ser del horizonte,
como me dolieron,
como las sentí despedazar.

disociación y manicomio en mis espinas,
esta soledad que lleva huellas,
estas marcas de rendirme ante mi misma.
dejé de ser mujer para ser carne,
algo que echar a las cenizas,
sobras para dar de comer a los Caínes,
algo de lo que poder prescindir en el incendio.

dejé de ser todo lo que sí sabía
para agachar la cabeza ante un altar que no era mío,
pues siempre atea, siempre libre, siempre niña barrio y viento.

quizá aún no me encuentre en esta noche tan desvelo
pero al menos estoy más cerca de mis rizos,
de entender las volteretas de mi alma,
de saberme invencible ante su juicio.

dejé de ser pirata para ser carne de cañón,
y qué tragedia la de ser ambivalente.
hoy sólo elijo un bando
y está muy lejos de tu grito,
de tu parcela de poder tan subrayada.

hoy sólo elijo un bando y es mi piel.
deshilachada y rota,
llena de marcas y de ayer,
pero sólo en ella soy,
pero sólo en ella vivo.

es mía, mía,
y así de tierna la acaricio.
territorio que aprenderé a abrazar sin miedo.
territorio en el que sólo yo decido.








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