Saturday, November 7, 2020

 I AM GOING TO WRITE YOU A POEM


Your hazel eyes are asleep.

The world is on stand by.

Everything is getting weirder.

I got you by my side and I am invincible.


Oh, beautiful boy made of stardust,

how come you chose me?

How come you decided to make me part of your messy, crazy, beautiful existence?

I was not worthy.

I am not.

 

The mermaids went silent,

the tides cried desperatedly to the moon,

it was freezing cold,

it was a bleak winter deep down the soul.


I didn't forgive me, yet here I am,

loving again.

I am not the same person,

my wrecked edges prickle me,

my heart finds it difficult to believe.


What kind of miracle this is,

what kind of new beginning.

I ask the stars to be gentle,

I ask you to be patient

with this handful of nerves I am.


I am going to write you a poem.

You will learn I am broken,

you will learn that I care.

 

I looked at you and I was breathless.

My inner fire started.




Monday, October 26, 2020

Quería más Federico, briznas de hierba, arrabales,

azufre y rosas,

lo que no se puede volver a contar.

 

La poesía estaba,

en todas partes y a mis pies,

por las alcantarillas de las ciudades fantasma,

en las paradas de autobús y en las aceras.

 

Venía, ella venía,

sigilosa y atrevida,

a lamernos las heridas de otros tiempos,

a hacer de nuestra rutina un tango.

Pero no pudimos verla.

 

Qué pasó que nos odiamos, que metimos las manos en el barro, hasta el fondo, morder el polvo, tender en los balcones los reproches, llenarnos de ira, lo que quieren vendernos en anuncios de televisión que nadie mira pero que dejan poso, te lo juro lo he sentido en mis latidos, que ahora todo es plástico, silicona, mentiras, cortinas de humo en el telediario de mediodía, en titulares de periódicos que un día creí que podrían salvarnos, vaya tontería, si están vendidos, comprados, tan lejos del camino que no hay manera, como decían Los Ronaldos, no hay manera de vivir en este caos controlado.

 

Nos miran, todos nos miran desde arriba, creyendo que somos números, sólo estadísticas, que no tenemos alma, que no vibramos con risa o con un café de despedida, que no tenemos ojos, que no lloramos, que no vertemos las entrañas en cualquier papel doblado, arrugado, lleno de vacío, esparándonos, como esperaban a Godot o a las soldados las mujeres que curaban y cuidaban y levantaban el mundo en su regazo.

 

Quiero más Federico, en Nueva York o donde sea, mutilado en su cuneta pero vivo, vivo porque era poesía, damatrurgia, verdad, la realidad que otros no se atreven a contarnos, a escribirnos, a gritarnos a todos los vientos que joder seguimos vivos y eso es suficiente motivo para salir a buscar las amapolas, los claveles para plantar en los fusiles y en el pelo de nuestras hijas, más ternura, más corazón, más rebeldía, por favor, yo te lo pido, te lo canto por bulerías, lo suscribo, que todo es de color si lo dejamos ser, si abrimos las compuertas, tiramos las rejas de estas jaulas de neones y luz azul que nos atonta, nos adormece, nos anula.

 

Como lo cuento si me han dejado sin ganas de bailar y yo sólo puedo acordarme de ese final del poema de Eliot.  

    This is the way the world ends, not with a bang but a whimper.





 

 

Tuesday, October 20, 2020

 Le miro dormir y me tiembla la Luna.

Esta pequeña habitación se llena de humo. No cuento los días. He entrado en un universo paralelo por una puerta que pensé no se abriría más. A veces, respirar sirve de tanto.

Latas de Coca-cola abiertas. Colillas. La ropa tendida. El calor de una calefacción que sí funciona. Algo parecido a hogar?

Mis pesadillas siguen siendo las de siempre pero me levanto en una cama que también le arropa a él. Esa pequeña gran diferencia. Ese salto al paraíso.

Friego los platos tranquila. Le oigo hablar con sus amigos por esos cascos gigantes que casi siempre lleva puestos. Se ríe. Cada vez que se ríe me vuelvo de algodón. No sé que pasará después. Esnifo el instante. Soy una yonki de su todo.

El piso entero huele a él, está por todas partes. Está dando pasos de gigante en unas coordenadas diferentes. Otro código postal. Cada vez que abro el portal sólo pienso en una idea. Fija. Que me devora. Que me cautiva y me hace completamente suya.

Tantas veces no he sabido pertenecer. Tantas veces he andado a trompicones. Tantas veces he estado perdida. Nómada constante. Y todavía.

Ahora sólo sé una cosa. Todo lo demás es vaho.

Tal vez el mundo se esté acabando. Todo está raro en las calles. Somos sólo incertidumbre. Miedo. Espinas dorsales temblando. Y, sin embargo, aquí dentro estoy tan a salvo, estoy tan irrefutablemente segura de que es donde quiero estar que me mareo, me convierto en vértigo, en temblor incontrolable.

No sé lo que va a pasar.

Pero no quiero alejarme de sus ojos.

 


Saturday, October 3, 2020

Tus ojos marrones en la toalla, el verano cayéndonos encima, la risa. Mi intento desesperado por hacer el plan perfecto, sacarte de quicio, dar mil vueltas, pero llegar a tu habitación, a pesar del desastre, de Igeldo y mis lágrimas. Tu calma a través de la luz, esa calma tan bonita que manejas. Besarnos, besarnos y parar el tiempo. Convertir tu cuarto en un fuerte infranqueable en el que poder ser, sin pensar en nada más allá de qué sujetador ponerme que no me pudieras quitar, las patatas fritas y tu cerveza, como te miraba cuando estabas en el balcón, con tus chándals de gitano y esa voz que no me quito del lugar más bonito de mi centro (no me la quiero quitar). Dormir pegada a la pared con tus ronquidos de banda sonora, que no me importara una mierda. Tu piel morena, el olor de tu pelo, las ganas de comerte siempre, de beberte, salvaje y tiernamente, despertar contigo al lado y sentir que no me hacía falta nada más. Hacer el indio, que me vacilaras a todas horas, que me hicieras reír como nunca nadie antes, saber que para todo tenías una explicación, una solución, tu cabeza, tan en la tierra y tan en las nubes, tan maravillosamente loca y perfecta. El primer día que me diste la mano, más allá del TGB, llenándome la tripa de mariposas y murciélagos, de colibrís revoloteando a mil kilómetros por hora, llevaba tanto tiempo, tanto, sin sentir ese tipo de ternura. La noche que cenaste con tus amigos, unirme, que estuvieras un poco pedo, volver juntos a tu casa, escuchando tus anécdotas como un niña que escucha los cuentos de antes de dormir, con la misma intensidad, la misma curiosidad, las mismas ganas de que no pararas de hablarme nunca. Y lo bonito que estabas. Recién despertado o con camisa y chaqueta en medio de la calle Ikatz, tan tuyo que me hacías temblar por dentro, tu personalidad arrolladora y esa sonrisa que conquista a cualquier persona que se acerque a tu energía. Te he mirado tanto sin que tú me vieras que casi llegué a aprenderme cada gesto de tu cara. Todas las veces pensé que eras preciosamente bello, pero no te lo decía porque tú te comparabas con Brad Pitt y yo te quería pegar collejas. Pero lo eres. Y quiero decírtelo al oído mientras bailamos cualquier canción en medio de la nada, sin futuros ni mañanas, explorando el presente como quien pisa la hierba descalzo y se siente vivo. No sé nada y estoy perdida y todo es miedo a veces pero tengo mil motivos para volver a verte y mirarte en silencio mientras bebes una cerveza y lo llenas todo de ti. Quiero bajarte las estrellas y hacerte sonreír. Hacer que sientas lo inmenso que eres, celebrar la casualidad, acariciarte la espalda y las dudas, endulzarte el instante. Que pase lo que tenga que pasar pero que pase. Que me pases. Porque dormir en tu espalda es paraíso y a tu lado todo cuenta un poco más.

Te he visto ser y me desbocas. Te voy a ir a buscar


" I don’t know what’s going on with us, and I can’t tell you why you should waste a leap of faith on the likes of me… But, damn, you smell good."





Monday, September 21, 2020

No llores. No llores. No llores.

Mantra que se repite,
faca sangrante entre costillas congeladas,
maldición occidental.

No te das cuenta de que cada vez que me dices que no llore me estás privando de la libertad de hacerlo.
Me pones cadenas,
me coartas,
desde el principio de la pubertad,
y ¿hasta cuándo?

Hasta cuándo me pregunto en una sociedad que tiene que taparse la cara para no mostrar sus vergüenzas. Que si lloro, ¿soy débil? Que si lloro, ¿no valgo? Que si lloro te incomodo, ¿verdad? Ese es el problema.

¿Y por qué? ¿Porque me duele? ¿Porque no puede dolerme? O porque no tengo permitido mostrar el dolor, la angustia, la tristeza, volcarla a mis pies, al suelo, ser tan sincera que nadie pueda soportarlo. ¿Es ese es el problema? ¿La honestidad brotando?

Nos han querido criar muertos por dentro,
educarnos en el no importan los demás, 
no sientas empatía,
no sientas piedad,
no sientas nada.
Nos han educado en el "si lloras eres una niña", ¿y qué fuimos las niñas? ¿Menos valientes por llorar o más sinceras? Más honestas con lo que nuestro cuerpo grita, más emocionales, más de verdad.

Me lo han dicho tantas veces en mi casa que no puedo contarlas y ni quiero, porque duele el recuerdo del nudo en la garganta, el peso al tragar, al sentir el escozor en las pupilas. Tienes que comportarte, tienes que saber estar, no se llora en público, pero es que tampoco se llora en casa,¿entonces dónde lloro? Sola en la cama apretando la almohada y que no me oigas, que no me oiga nadie, porque si no soy culpable, soy culpable yo de sus prejuicios. Qué ironía. Qué desastre.

Una vez por encima de todas, una vez que me late tan fuerte que me rompe, una vez que mi propia madre cuando se murió su padre me dijo que no llorara. Eso es tan horrible que si alguna vez soy madre espero que me corten antes la lengua que decirles a mis retoños que no lloren por su abuelo. Llorad, llorad ríos y océanos mis pequeñas, que las lágrimas son sólo amor convertido, por dios, qué puede tener de malo que todo tu cuerpo grite de dolor ante la muerte.

Cada vez que me ordenan que no llore no me dejan ser.

El problema lo tenéis vosotros, esta ahí fuera, que nos enseñaron a ver las lágrimas como enemigas, como muestras de flaqueza y de caída, pero son sólo verdad, sinceridad cayendo. Y yo soy agua y no lo siento, ya no lo siento más, porque lloro también cuando sonrío, cuando le pasa algo bonito a alguien que quiero, cuando un poema me atraviesa, cuando les veo felices, cuando presencio el amor en su apogeo, cuando me reencuentro con ellas, cuando observo el planeta y me hace temblar.

Lloro,
porque la vida es tan bonita que parece de verdad.



Saturday, August 1, 2020

A veces paso dos días sin escribir nada y es como una eternidad sin agua.
Puedo describírtela, la sed,
es intensa y se me agarra en mitad de la garganta.
Se me agarra
y se hace arena
y no me suelta.
Es como si todo un desierto se me hubiera colado dentro.
No hay manera de no sentirme hueca.

Me he dejado el sur en pausa,
los rosales marchitando,
el petirrojo se ha fugado de la rama,
está todo muy raro.

Mi cabeza es la Tercera,
una trinchera abierta hasta el centro de la Tierra.
Estoy frenando el viento,
desescamándome el mar,
entrando en guerra con la lluvia.

Un navajazo a los sentimientos,
la piel de esparto y de cristales,
este no buscarme más,
no darme tregua.

Tengo sed,
ese tipo de sed que no se sacia con saliva.
Que llega hasta las lágrimas y arrasa.





Sunday, July 26, 2020

Todavía me dolía el tacto exacto de tu ausencia cuando me fui.

La sangre se derrama y hiela como el rocío los campos de otro tiempo y otro nombre.
Por las alcantarillas se escapan las promesas que juramos con los dedos cruzados.
Cuantos ojalás se desprendieron de los huesos.
Cuantas noches se quedaron esperando los gemidos.

Te eché de menos casi tanto como a mi abuelo y eso me dio tanto miedo que no supe qué hacer con los suspiros.
Te quiero. Te lo digo en la distancia, en el silencio, en esta nada tan vacía de canciones que me dejaste enredada a las espinas.

Me clavaste el puñal más áspero de todos.
El más cruel, el más mortífero.

Cuando me fui, con toda mi vida metida en cuatro cajas de cartón y dos maletas, pasé por delante de tu portal y lloré como una niña pequeña llora cuando no ve a sus padres y piensa, en medio de un parque lleno de carcajadas, que se han olvidado de ella.






Monday, June 8, 2020

He pasado toda la noche en los andamios de los arrabales.
- Federico García Lorca



Mira qué triste me pongo,
mira como caigo a las esquinas,
a los dolores,
a las travesías llenas de zarzamora y hielo.


Mírame partirme, oye el trueno en mi pecho,
el crack de mis costillas contra el alma,
la respiración entrecortada por la pena
y esta cruz que cargo como un siglo de piedras.


Las lágrimas empañan las sonrisas que serían,
que estuvieron a punto de romper desgracias,
tragedias sin firmar de otro naufragio.


El agua de la fuente es más clara y el cielo está más tierno,
suena a esperanza cuando las golondrinas vuelan bajo,
los vaqueros son más cortos,
los vestidos llevan flores,
y el pelo largo de las niñas se llena de estrellas de mar.


Yo también siento el aguacero,
mis pies buscando el fuego y la venganza.
No sé cómo se llama esta nostalgia atravesada,
las ganas de llamarte sólo a ti.


Sostengo en mis manos un ramito de tristezas,
esta tierra baldía,
este universo de bondades que se derrama por doquier.
Aquí no hay nadie.


Era una superstición lo de cruzar los dedos,
igual que arrancar hojas de las margaritas,
haciéndolas morir ante nosotras,
por un ego mayor,
por una tontería.


Sólo importa lo que no se arranca,
lo que no se coge,
lo que se da con los ojos vendados dejando la espalda descubierta.
A cualquier puñal.
A cualquier traición.


Mira qué triste me pongo porque el tiempo pasa y no he visto florecer a los cerezos.
Los secretos se revuelven detrás de las cortinas
y el olor a madera tiñe de calor la frialdad de los hogares sin abrazos.


Llanto de medianoche y paño roto,
llanto de lirios quebrados,
llanto de sangre seca en los zapatos,
llanto de pan duro, de noches de San Juan.
















Monday, June 1, 2020

Tiendo la inocencia en el balcón.
Te juro que soy digna.

El hormigón sigue quemando
y las aves vuelan bajo,
ya es casi mediodía.

Tengo cicatrices que no enseño,
nombres que me duele pronunciar,
veranos que se llevaron la risa.
(Y de qué manera).

Yo no lo sabía entonces, que junio iba a poner patas arriba mi vida.
Es fácil, a veces,
olvidarse en casa la armadura.
Como si se nos olvidara que la guerra nunca para.

El sol de verano parece más real,
atraviesa más los poros,
calienta los témpanos oscuros que guardamos en el alma y la mirada.

Pude no quererte,
pero te quise.

Quizá en otro universo pasara al revés y yo no estoy temblando, a punto de caer, como si mis piernas ya no fueran de mi cuerpo.







Friday, March 6, 2020

SÍ, TENEMOS LA REGLA. Y MENOS MAL.

Estoy como guerrera, algo parecido al fuego oceánico en los ojos de Xena. Eso siento, fuego y agua, cataratas de mi misma y las de todas, las de todas las que estuvieron antes, desde Atenea protegiendo a sus soldadas y a sus madres, hasta la última bruja de la última tribu, diabólica, temida, porque es una mujer y menstrua. Menstruación, regla, periodo, nuestros días rojos, tan rojos, tan nuestros, tan salto y caída. Sucia es la sangre, os molesta, os molesta tanto, porque sangramos y manchamos, estamos más sensibles, más locas, más dramáticas, más amargadas, más agresivas, más irascibles, más irritables... ¿más? No entendéis el palo al cuerpo, el dolor mamífero de unos ovarios latentes, es la semilla de la vida que se va, una cada mes, tenemos pocas, nacemos con ellas contadas, nuestras semillas sagradas, y claro que duele soltarlas, claro que el cuerpo lo sangra, claro que la emoción lo siente, alterada, porque las hormonas nos recorren, nos revuelven. Es parte de la naturaleza de ser un mamífero hembra. Mamíferos hembras, en la base somos eso, lo digo con tanto amor como dentro me cabe, como me cabrá en el útero cuando la vida venga. Pero lo lleváis a otro lugar, lo lleváis a donde no corresponde, lo lleváis todavía. Lo llevaron antes, cuando aún vivíamos en cuevas, la mujer que sangraba se aislaba en alguna cueva lejana y pequeña para sangrar en soledad sobre un paño de piel del animal que fuera. No podía estar junto a los de su clan. Era algo maligno, ese sangrado, ese sangrado acompañado por la luna, ese sangrado tan bello, bello por ser rojo y ser semilla. De ahí venimos, todas, todos, también vosotros, de ahí viene la vida, el aire, la luz, de ahí la fuerza indestructible, el milagro único de crear otro cachorro, otro ser humano con sus dedos, y su fuerza, y sus ganas de vivir. De ahí ha venido siempre. De ese sangrado maligno. No consigo entenderlo. No consigo entender toda la farándula montada alrededor de ese concepto. Y celebro mi dolor, jamás una pastilla, celebro mis mareas rojas, mientras la luna me acompaña y me siento hinchada, a veces lloro más, pero somos agua, es fácil, fluir, déjate ser, mujer, lo que eres, así, en toda la verdad que esconde el caos de los días antes, de esos días antes, cuando puedo volar hasta el cielo o hacerme un ovillito bajo la manta mientras anhelo chocolate y mimos. Me contaron una historia que me rompió el corazón. Y no habla de algo que ocurrió hace 5000 años. Por eso me rompí. Por eso lo escribo, para hacerlo tangible, real, para que no se nos demonice más, "tendrá la regla", pues sí, tengo la regla, y qué bonito, qué magnífico regalo tenerla, que preciosidad de río color vino, color granate, color pardo, color tierra, corteza de árbol, arcilla, mezcla de colores, color que mancha y me hace ver que soy una Sapiens. Así, tal cual, con toda la humildad de la tierra en mis costillas, una primate más.

Y ahora lo escribo aquí, lo que pasó el año pasado, el año pasado, un pestañeo en la historia del planeta, después de miles de siglos todavía esta cruz. Me parto. En Nepal siguen practicando el chhaupadi, una práctica que se origina a partir de la superstición de que la menstruación causa que las mujeres sean temporalmente impuras. Impuras. Sucias. Corrompidas. Malditas. Parece ser que según uno de sus mitos la menstruación es una maldición de Indra. Indra, el rey de los dioses, señor del Cielo, dios principal de la religión védica. Rey. Señor. Como no. Maldiciendo a la mujer con la sangre. De aquí se presume que si una mujer que menstrúa toca un árbol, éste no volverá a dar fruta, si consume leche, la vaca no volverá a producirla, si lee un libro, se enfadará la diosa de la educación (ésta es por lo menos diosa), y si toca a un hombre, el hombre enfermará. No me toques, mujer, no me toques. La tradición empieza con la primera regla y dura hasta la menopausia, durante ese tiempo cada vez que la mujer tenga la regla tiene que recluirse en una choza, normalmente hecha de madera o piedra. Cabaña de menstruación. Así se llama. Así de grave es el periodo, así de enorme es el pavor. ¿Por qué ese rechazo al líquido rojo que es fuente de vida? Mientras están menstruando las mujeres no pueden tocar a los miembros de su familia, sobre todo a los hombres. También tienen vedado participar en funciones religiosas, sociales y familiares, como asistir al templo o ir a bodas. A las niñas no se les permite ir a la escuela. Tienen la regla y no pueden ir a la escuela. Durante tres, cuatro o cinco días. Con el retraso que eso puede suponer respecto a sus compañeros. Con la soledad y la marginación tan angustiosa que tienen que sentir. Porque no son suficientes los calambres, el dolor o los cambios hormonales. Además te exilio, te saco de tu hogar, te dejo fría y sola, te hago sentir culpable, sentir maldita. Para más inri no pueden utilizar fuentes comunitarias de agua, bañarse, lavar su ropa. También se les niega la limpieza. Quédate con tu asquerosa impureza inundándote entera. Siéntela y se consciente de tu maldición. Míralo desde ahí, desde el horror, desde la terrible certeza de saber que eres mujer. Y qué desastre. Qué terrible desconsuelo. Mi sangre es impura. Destrozo lo que toco. Soy el mal. Pero eso sí, puedes trabajar en el campo, eso sí puedes seguir haciéndolo, a pesar del cambio en tu dieta, del frío e incomodidad de la choza, a pesar de que no tengas permitido nada nada más, trabaja, trabaja, mujer trabaja, suda igual que siempre, aunque estés sangrando, para el trabajo no eres enemiga, para el trabajo no contaminas, para el trabajo no eres impura. Suda, mujer, suda. Y, después, vete a sangrar sola. A principios de febrero de 2019, Parwati Bogati, de 19 años, murió asfixiada tras encender un fuego para mantener caliente su choza de menstruación. Y antes de ella otras. Muertas por asfixia, picaduras de serpientes, etc. Por tener que aislarse en esas minúsculas chozas, por tener que pasarlo solas, por tener que no contaminar, por tener que contener la maldición, por tener la regla. Así, como suena. Por menstruar, por el sangrado lunar, por ser hembras. Después de tanta historia, de tantos y tantos cachorros que vienen al mundo gracias a nuestras preciosas semillas, que duelen cuando las soltamos, que nos hacen tener días raros y estar más débiles o más susceptibles, más sensibles, pero, a veces, también más pletóricas, más guapas, con más deseo, con más ganas de morder el cielo. Qué no entienden del milagro, por qué lo demonizan, por qué hacen de ello algo impuro, como si no fuera agua roja, vida en flor, manantial de algo tremendamente bello.

Si yo les contara. Si nosotras les contáramos. Si pudieran ponerse en nuestra piel, en nuestros días "malos". Ay, malos eran, fueron, creímos que era un engorro, qué fastidio, el tampón, la compresa, el pantalón blanco con una mancha de sangre, el "justo me baja el finde", el "joder, me voy de viaje y me toca la regla", el "no quiero tenerla más, ésto es una putada". Hasta que. Hasta que entiendes todo lo que eres y que la regla es parte de ti, tu esencia, tu naturaleza. Algo biológico brutalmente poderoso. Algo animal de lo que no puedes huir, y, que con el tiempo, por fin, te empodera.

Yo tuve un aborto espontáneo y casi me rompo para siempre. Después pasaron 40 días de sangrado, algunos más, aquello era horrible. Eran los restos que quedaban en el útero, eran los deshechos de la vida que no fue, que no pudo ser, eran las sobras, el dolor hecho mancha. Y luego volvió. Entre los nervios de no entender nada y las preguntas sobre la fertilidad futura y no poder mirar yo misma dentro de mi matriz para ver si todo estaba de verdad en orden.... vino, llegó, como lluvia de abril a los campos. Ella, la regla, la menstruación, con su vestidazo rojo y tacones de aguja, arrasando con todo, vasta, ingente, inundándome entera, manchando pijamas y sábanas, una compresa en 10 minutos, un río de la vida que podrá volver a ser. De la que será. Abrazo mi sangrado maligno lleno de tabúes durante toda la historia de la humanidad. Lo abrazo fuerte. Me viene completamente regular el siguiente mes. Un reloj. Mi preciosa menstruación es sinónimo de salud, de fuerza, de ser capaz de crear vida. ¿Que si tendré la regla? Menos mal que la tengo, gracias a la luna que la tengo, y sin pastillas, haciendo lo mismo que tengo que hacer todos los días, y, además, sonriendo. Tomad, ahí queda eso, para vuestro eterno pavor a lo humano. Para vuestro eterno pavor a lo que somos de base: hembras.