Monday, March 28, 2016

Y dejaba su olor en las almohadas, y la vida era entonces tan puta que no sabías dónde poner los pies ni la cabeza. Caminaba por la calle y hasta el sol palidecía. Era una de esas mujeres que no tenía ni código postal ni vergüenza. Y cómo podías entonces combatir tanta libertad. Cómo podías entonces permanecer en pie ante tanta realidad. Un salto al abismo con las alas abiertas, sin miedo al sol, retando a Ícaro. Era una tormenta de verano mezclada con flores silvestres, el huracán de desastres más bello que podías encontrarte. Y dejaba su olor en las calzadas, y la vida era entonces tan puta que no sabías donde refugiarte. Y dejaba huellas de carmín en los portales, y no había baldosa que no soñara con el tic-tac de sus tacones. Aparecía con la fuerza de cien mil volcanes, y tú te derretías como un día de verano. Y cómo podías entonces enfrentarla, ponerte delante de la tormenta y salir con vida. Cómo podías entonces atraparla, hacer que bajara de las nubes, hacer que se quedara. Cuando cerraba de un portazo todas las puertas y nunca volvía a mirar atrás. Las hojas de su libreta seguían todas en blanco, y nunca se empeñó en ponerle nombre a nada. Pero sonreía y el aire se llenaba de esperanza, y de repente parecía que la vida no era mala.


Y joder, cómo podías entonces olvidarla.






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