Saturday, July 21, 2018

hay demasiadas palomas. por todas partes. hay demasiadas palomas. dos más dos siguen siendo cuatro y el este sigue siendo el lugar donde el sol desayuna. yo escribo mientras no enciendo un cigarrillo ni me bebo una cerveza. jodida impostora. pero también me tembló la espina dorsal cuando leí esas palabras. también entiendo la magnitud de algunos poemas, la inmensidad de ciertas manos. a veces con un parpadeo es suficiente, con una leve caricia al son del tiempo presente, de un ahora del que nos sabemos parte. en retrospección nadie consigue llegar. ellos lo hicieron ya, mucho mejor y además antes. porque parece que lo crucial es llegar primero y no cómo llegar. pero no tienes ni idea de cuantos tachones llevo a mis espaldas. además no tienes ni idea. he intentado definirme las veces necesarias como para saber que es imprudente definir por costumbre. nadie cabe en un sólo concepto, nadie se viste igual todos los días. y, sin embargo, cuánto nos gustan las jaulas. aparta de mí esa porquería de barrotes, esas cadenas de oro que tampoco quiero llevar. prefiero los árboles. la canción de la lluvia. bailar con el mar. ser tan poco todo eso que quisieron que fuera que ya no sepan reconocerme. que se crucen conmigo y no me vean. que no distingan mi color sobre el asfalto. palpo la libertad en mis costillas, mi pelo largo es mi seña de rebelión. y aquí sigo, camarada, empeñada en descifrar su incoherencia, empeñada en arrancar todas las máscaras. y te diré, también, que después de tanto tiempo todavía sigo sin reconocer ciertas mentiras, que todavía pueden clavarme los puñales, que nunca me protejo suficiente, que no llevo las botas ni los guantes. pero pobre de ellos, que creen que mintiendo a los demás no pierden, que creen que el engaño es hacia fuera, como si la bondad no fuera siempre ya victoria, como si yo no fuera ya valiente. agua clara es mi alma y en ella no limpiaréis vuestras manos mugrientas. y cuidado en esas calles porque también soy en ellas, también me alzo gigante ante sus miradas llenas. de miedo. porque yo quiero plantar olivos, llevar la risa por montera. pero estoy cansada, y algo aquí me canta triste, y hay como un hálito de angustia revolviendo en mis pulmones. no me gusta la ciudad. todos parecen extranjeros. y es este ritmo febril y esta prisa constante lo que aborrezco. nadie mira el vuelo bajo de las golondrinas cuando el atardecer pega de pleno. cuando ya se ve la luna y la luz transmuta a otros matices. los minutos se evaporan, nadie mira nada. y entonces sueño con el mar y con Australia. las alcantarillas esconden los secretos, los bancos de madera gritan las verdades, y hay demasiadas palomas. demasiadas palomas por todas partes.



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