Saturday, July 20, 2019

Te adiviné en las estrellas de antes del tiempo,
cuando todo era helio y polvo esparcido por el cielo.
Te adiviné y temblé antes de nacer,
antes siquiera de existir,
de ser idea.

El espacio es infinito y sin embargo qué pequeño este oasis,
qué efímero.
La ilusión del reflejo, no saberte real,
todo lo fingido con lo que convivimos.
Y mi sangre llena de rabia y ganas advirtiéndome que algo sí fue de verdad.

Me paro ante mi sombra,
ante mi resquebrajada imagen diferida,
y sólo siento este agotamiento prehistórico,
este peso de llevarme encima.

Quiero bailar, bailar, que la música retumbe en todas las dimensiones,
agujeros de gusano, llegar a tu nacimiento y ponerle nombre a tu milagro.
Altares paganos en los que rezo matemáticas complejas, integrales para descifrar el área de tu nuca,
el magnetismo de tu piel,
esa llamada.

Te adiviné en las estrellas
porque alguien me habló de Ícaros perdidos,
con todo el brillo del cosmos en los ojos,
quemados porque venían destinados a querer volar más alto.

Supernova que me rompes en el pecho y me haces frágil,
te adivino en mis batallas de antes de dormir.

No te busco más,
te lo prometo.

Mi lado bueno es para ti.





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