Wednesday, July 24, 2013

A nuestros padres les importaba un carajo los moretones, la sangre y las torceduras; lo terrible, lo imperdonable, era hacerse un agujero en las rodilleras de los pantalones. Porque sólo había dos pares de pantalones para cada chico: los de diario y los de domingo, y nunca podías hacerte un agujero en uno de los dos pares porque eso mostraba que eras pobre y gilipollas, y eso quería decir que tus padres eran pobres y gilipollas también. Así que aprendías a placar a un tío sin caerte sobre ninguna de tus rodillas. Y el tío aprendía a ser placado sin caerse sobre ninguna de sus rodillas.

- Charles Bukowski

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