Friday, July 26, 2013

Lees a Machado.
Y de repente lo sientes.
Y da igual que al principio te sintieras reacia.
Que pensaras que no podría ser.
Que hacía demasiado frío.
Que la tierra era demasiado árida.
Que la comarca estaba demasiado despoblada.
Caminaste por los caminos por los que él caminó.
Entre los mismos árboles,
por la misma rivera.
Sus palabras resonaban en tu mente,
y no podías dejar de sonreír.
Pensaste que cualquiera podría inspirarse
en una tierra así.
Y era verdad.
Ahora, no hay manera de vivir
sin volver a ese lugar.
Sin sentir lo que sentiste,
de golpe y sin previo aviso.
Y en ese pueblito desplobado,
plantaste las raíces sin apenas darte cuenta.
Y hay algo allí que siempre dejas,
que ya siempre se quedará.
Y hay algo que siempre te llevas,
que siempre te vas a llevar.
Son los colores claros,
los atardeceres de otro color,
las estrellas que todo lo invaden,
el silencio desgarrador,
son los pájaros que te despiertan,
las noches que son eternas,
las sonrisas diferentes,
y las ganas de volar.
Son el cielo y la tierra,
y el horizonte al que nunca llegas.
Caminos de piedra,
en los que cantas al caminar.
Es casi tocar el cielo,
es darte toda la vuelta,
es llegar a la esencia,
inspirarte de verdad.

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