Tuesday, August 6, 2013

"No puede ser más bonita", pensé mientras la miraba. Si fuese más bonita cualquiera que la mirara fijamente a la cara moriría en el acto. De hecho, creo que tenía ese poder. Todos los hombres que la miraban se sentían morir en el momento en que sus ojos se encontraban con ella. Era un angel, un jodido angel. Y no querían limitarse a joder con ella, querían hacerle el amor, querían enamorarla. "Imposible", pensé. Ningún hombre sobre la faz de la tierra la conseguirá. Y no me equivocaba. Algo en su mirada me decía que no pertenecía a los hombres. Parecía no pertenecer a la tierra. ¿De dónde había salido? No podía dejar de mirarla. Era como un sueño. Como magia. Jodidamente sublime. Y entonces, miré a las mujeres que estaban cerca de ella. Sus miradas eran diferentes. Ellas no morían, ellas querían matarla. Reconocí la ira y la cólera en sus ojos, mientras sus maridos y novios se giraban para verla pasar. Reconocí esa envidia maligna que hace que la mujer sea el animal más peligroso del planeta. Estaban llenas de rabia. Querían su sangre, buscaban su perdición. Y todo porque ella era más bonita, y parecía flotar en vez de caminar. No podían soportarlo. No podían permitirlo.

En esas estaba, analizando mi entorno, cuando ella me miró fijamente. Yo también era mujer, pero no la miraba de esa manera. La miraba con admiración, con curiosidad, y sobre todo con asombro. Seguía sin poder creerme que algo tan pequeño pudiera contener tantísima belleza. No sentí rabia, ni ira, ni cólera ninguna. Era incapaz de sentir nada malo ante algo tan jodidamente angelical y bello. Era como observar una obra de arte. Me resultaba inspirador. E inevitablemente una sonrisa se esbozó en mis labios. Ella me devolvió la sonrisa, y sin pensárselo dos veces se acercó lentamente.
- Hola! - Me dijo en un tono jovial y agradable. Su voz hacía justicia a la primera impresión que capté de ella. No era voz, era música.
- Hola! - Le dije yo un tanto avergonzada, e intentando disimular mi cara de asombro.
- No te he visto antes por aquí. ¿De dónde eres?
- Vengo del interior. Me han trasladado aquí por trabajo, y en principio me quedaré aquí unos seis meses.
- Ah, muy bien.
Tenía un acento extraño. No sabía identificarlo con ninguna región de la zona, y tampoco parecía extranjera. Desde luego, tenía una curiosa forma de hablar.
- ¿Tú vives aquí? - Le pregunté por rellenar el silencio que se había creado.
- Si. Vivo cerca del puerto. Desde mi ventana puedo ver el mar. Me gusta el mar. ¿A ti te gusta?
- Mucho. Es una de las razones por las que acepté el traslado, me apetecía vivir en una ciudad con mar.
- Esta ciudad es bonita. Pero la gente...
- ¿Que pasa con la gente?
- No, nada nada. ¿Quieres que te enseñe un poco la zona? No tengo nada que hacer ahora, podría ser divertido.
Nunca antes en la vida me había visto en una situación parecida. Ella era una completa desconocida, y yo no conocía la zona. Podría robarme, o ser de alguna mafia, o cualquier cosa chunga, pero la miré a los ojos, y pensé que algo tan bonito no podía ser peligroso. A veces mi forma de razonar es muy poco lógica. De todos modos, la seguí.

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