Thursday, June 8, 2017

LA CHICA QUE NUNCA DEJÓ DE CORRER

Sería Forrest Gump por ti.

Y ahora es cuando empiezo a desnudarme.

De manera natural y sin mentiras. Sin una gota de maquillaje. Sin tiritas, sin apósitos, sin vendajes. Con ciento veinte mil heridas. Con ciento veinte mil desastres. Así. Me desnudo ante ti, de alma, que no de ropa, arrodillándome ante un altar que no es el mío para jurar todo lo que sí haría por ti. Yo que no creo en dioses ni en milagros, estoy intentando explicarte lo que le pasa a mi pecho cuando tú pasas tan cerca. No hay metafísica capaz de interpretarte, tampoco religión más allá de tus pupilas. Y me desnudo, me desnudo lenta, me desnudo tibia, me desnudo tierna, rendida a los pies de tu inconsciencia. No te darás cuenta y yo contaré las veces en las que tengo que pintar de azul  mis miedos, para mirarlos y sentir que los confundo con el cielo. Mi cielo, que está lleno de tormentas pero es mío, y en él vuelo y soy, y en el sonrío, a pesar de que desde tu tierra no vayan a salir los navíos. Volaría por encima de todos los tejados, rompería todos los calendarios, empezaría a construir otro universo. Me embarcaría en una cáscara de nuez mientras el mar me lleva lejos, a alguna orilla en la que no quedara nada, a alguna playa donde enterrar mis besos. Saltaría al desierto más inmenso, descalza y sin corona, con todas las guerras perdidas por delante, sin nada que pudiera sostenerme en ese instante. Empezaría a buscarte más allá de la luz de la mañana, debajo de las piedras, encima de los árboles, en todas las estrellas reflejadas en la tierra que estaría dispuesta a recorrer toda una vida.

Mientras el asfalto arde y la luna se cae por las rendijas de las alcantarillas. Mientras los árboles preguntan por el sol y las ardillas. Mientras todo se desmorona hacia un país sin Alicias y sin maravillas. Lo haría.

La chica que nunca dejó de correr.
Eso sería.



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