Tuesday, June 6, 2017

Saludo a mi mala suerte mientras intento no comer una onza de chocolate de más. Correrme contigo encima fue la tormenta perfecta, un éxtasis maldito que más tarde o más temprano acabaría por odiar. Escribo con las entrañas por fuera intentando entender por qué no puede el mundo dejarme verte dormir sin hacer ruido, por qué no puedo estar donde tus párpados se encuentran con la vida. Mi mala suerte y yo, yo y mi mala suerte, bailando en un lugar que no conocemos al son de unas canciones que ya lo presentían. Pero qué bonito es mientras lo sueñas. Y yo soñé y no quise hacerlo, pero todos los cuentos que me contaron de pequeña hablaban de ti y yo no lo sabía. Un segundo en un instante del tiempo y tu vida entera se da la vuelta como si fuera un calcetín. Qué jodido fue mirarte. Ahora respiro tranquila el aire nocturno que entra por mi ventana, en este rincón no huele a ti. Sé que no se acaba el mundo, ya estuve aquí antes. Pero ojalá me hubieras dado la mano y saltado al presente conmigo, como si todo lo que tuviéramos delante fuera una ventana eterna que no nos dejara ver el lugar de la caída. El golpe contigo no habría dolido. Eso sí lo sabía. Mía me está mirando, yo sigo ardiendo. Recuerdo que me dijiste que tenía que dormir, pero son las cuatro menos diez y te tengo en las retinas. Quizá mañana ya todo sea distinto. Quizá mañana pueda volver a creer. Un poco de Lana y sigue la vida. Recuerdos de trigo y de ganas de morder.


No voy a llorar porque sonrío. Espero haberte olvidado para cuando llegue el frío.


No comments:

Post a Comment