Friday, June 16, 2017

Fui una hoja seca bailando en el ojo del huracán. Fui una hoja seca. Recorrí todos los parques, todas las aceras, y no te encontré sentado en ninguno de esos bancos de madera. Morí de sed y de pena. Morí de sed.

Fui lluvia y maremoto, un torbellino de desastres esperando la tormenta. Fui agua tantas veces que pude regar montañas, tantas veces que pude ver florecer las rosas. Fui agua, agua dulce y corriente, agua de estanque, agua de charco, agua de fuente. Pero a ti no te mojé. No llegué a tu orilla, no fui mar en tu desierto, no pude encontrar el cauce hacia tu vena central, tu corazón latía en otras gotas. 

Fui carne y fui herida, brecha salada abierta con el filo de una faca que bailaba al compás de ese soneto. Fui carne y fui sangre, átomos negros cayendo en el abismo, ristras de vida derramándose en el hielo, el tintineo constante de un puñal de acero. Me clavaste el odio y la rabia, la ira voraz y el rencor incurable. Destruiste mi cielo, destruiste mi valle, me dejaste olvidada en un lodazal sin almendros.

Hoy, soy guerra y soy fuego, camino con la fuerza de todos sus vientos en mi espalda, y no pienso parar hasta llegar a la frontera. Incendiar el mar y las goteras, ser fuego hasta las ascuas, plantar tornados en todas las cunetas y volar. Soy guerra abierta ante un batallón de mil soldados que llevan tu nombre en la pechera pero no les queda munición. Esta es mi venganza.



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