If
life gives you lemons..
Que
la vida me dio limones cuando te puso en mi camino y por primera vez
no tuve ni puta idea de como hacer limonada. Por primera vez fui folio
blanco, bic sin tinta, el tic-tac del reloj de la tripa del
cocodrilo, un amargo sabor a nada. Perdí el
significado y el sentido y todas las direcciones de mis mapas
marcaban tu Atlántida, tu país de nunca jamás, tu invierno, tu utopía. Debajo de mis átomos encontré un petirrojo herido que
intentaba aferrarse a una ramita de olivo que alguien había dejado
tirada en la cuneta. El cielo lloraba plomo y yo intentaba recordar
la letra de aquella canción que siempre hacía que quisiera ponerme
a bailar, ponerme a sonar, a soñar, a volar. Intentaba recordar a
qué olía el sol, a qué la vida, cómo había sido aquella orilla
antes de tu pelo color noche pizarra. Pero tus ojos eran grilletes y
tus palabras espadas, y yo sólo era una aprendiz de polizonte. No
supe escoger el barco, tampoco el mar, tampoco el color de la
bandera. Color carmín, color herida, tacto marfil, tacto suicida,
seda y mentiras, seda y dolores, seda y arcilla. Mis pies pisando el
barro, mi alma marchitada en un jarrón de porcelana que se acabaría
de romper con tus silencios y partidas. Como mujer de marinero
mirando al horizonte esperando a que vuelva el amor de su morada,
esperé más de mil lunas a colapsar en tu mirada, esperé más de mil
lunas, desesperaba. Y aquí sigo, sin verte, siempre sin verte,
sabiendo que pude sólo porque tenía, que si no hubiera sido por la
inercia de mi propio vendaval nunca habría podido volver a
pronunciarte. Pero lo hice y supo tan insípido, tan templado, que no
quise no sentir nada, que eché de menos el dolor, que eché de menos
la batalla, la guerra, la trinchera, la metralla más allá de las
hogueras. Que eché de menos el dolor, el dolor de no tenerte, de no
tocarte, de no poder amarte hasta el final de los segundos que ellos
inventaron, de no poder decirte mirándote a los miedos que yo te
cuidaría por un millón de infiernos y mucho más allá. Como Lorca,
bodas de sangre y droga y mierda, y tú con ella, y tú con ella, y
yo muriendo porque jamás entendí como fuiste capaz de hacerme eso,
de hacerme polvo, de hacerme huesos. Arrancándome la carne y las
entrañas una noche de noviembre para siempre, para siempre, para
siempre…te odiaría para siempre. Y sin embargo…
Y, sin embargo, aquí me tienes, en medio de limones que saben a
tormentas que tienen tu apellido y tus ojeras, y todavía lo siento
latiendo en un costado y te oigo gemir, y te oigo latir, y te oigo
con ella, siempre con ella y dentro de mí es todo templado,
templado, templado… porque después de ti ya no volví a los
tejados.
No comments:
Post a Comment