Tuesday, October 24, 2017

- Quizá no lo sabías.
- ¿El qué?
- Que le querías.
- ¿Cómo se puede no saber eso?
- Yo qué sé, la gente no sabe tantas cosas.
- Ya, pero si quieres a alguien lo sabes, ¿no?
- ¿Cómo?
- No sé, sólo lo sabes.
- ¿Y entonces qué te pasó a ti?
- No lo sé.
- ¿Le tenías y ya no lo querías? Es una persona, no unos zapatos nuevos.
- Joder, ya lo sé.Y estoy intentando averiguar por qué me pasa esto.
- No, para. Tienes que dejar de pensar, dejar de ser tan racional, dejar de hacer listas y de darle mil vueltas a todo. A ver, ¿te duele?
- Sí, joder. Sí.
- Pues ya está.
- ¿Ya está qué?
- Te importa.

Se quedó callada un momento. ¿Le importaba? Sí, suponía que sí. ¿Pero le importaba porque le importaba él? ¿O le importaba que él y el resto del mundo pensaran que era una mala persona? Había algo dentro de ella que no le dejaba saber qué era lo que sentía de verdad por ese par de ojos y esa forma de ser tan indiferente a todo que tanto le sacaba de quicio. ¿Le quería? ¿Le había querido alguna vez? ¿Se había enamorado de él en algún momento de aquel caótico verano? Pero, al fin y al cabo, ¿qué era el amor? Un cuento que les había vendido Hollywood para que siguieran viendo películas que eran imposibles de comprar si no fuera porque al final de una historia completamente inverosímil y absurda los protagonistas se daban cuenta de que se querían y terminaban casándose o haciendo alguna locura parecida. Uno de esos gestos heroicos y románticos que tanto le gustaban a media población sin que ella llegara a entender aún por qué. No lo entendía. No lo entendería en la puta vida. Y ahí tenía a su amiga, diciéndole que si le dolía le importaba. Vaya basura. Si tenías que esperar a sentir dolor para poder valorar algo ¿qué sentido tenía? ¿Si cuando tú llegabas la otra persona ya se había ido para qué tenía que pasar alguien por toda esa mierda? Tragó saliva mientras encendía un piti y miraba al horizonte con cara de hastío.

- Sí, tal vez me importe. 
- ¿Y?
- ¿Qué?
- ¿No vas a hacer nada?
- No. Él se fue porque quiso. Si alguien se va tienes que dejarle ir, está en su derecho. La vida es así. La gente se va.
- No, la gente lucha por aquello que quiere. Entonces te la suda, tienen ellos razón, no te importa una mierda.
- ¿Sabes? Estoy harta de que me digas, de que me digáis lo que tengo que hacer, cómo lo tengo que hacer, toda esta mierda. La vida es chunga a veces, ¿vale? Las cosas salen mal, todo se jode. La gente te falla. La gente te falla, ¡joder! ¿Sabes cuánto di yo por todas y todas esas personas que ya no están en mi vida? ¿Cuanto hice, cuanto aposté por gente que ni siquiera sabe dónde estoy o si sigo respirando? ¿Gente a la que le daba igual que llorara, que me cayera, que me partiera el alma y las rodillas en cada puta caída? Les di mi vida. Todo lo que soy y lo que tengo. Lo hice todo, absolutamente todo por ellos. Les pinté el cielo de colores y les regalé mi mejor sonrisa todos y cada uno de los días... ¿y a cambio de qué? De que me rompieran el corazón. Sin fallo. Todas las putas veces. ¿Tanto te preocupa él? Vete, vete corriendo y consuélale, dile que soy lo peor, que estoy llena de corazas, que nada me importa, que nada me enternece, que soy de hielo. Venga, corre, díselo. Al fin y al cabo, ya lo hiciste una vez.

Estaba respirando rápido, levantando el tono de la voz, acordándose de todas las personas que la mataron por dentro. Tenía ganas de llorar, sentía las lágrimas al filo, pero no, no iba a llorar, no le daba la gana. Su amiga la miró con cara asustada, como si supiera que había tocado el botón que no era, con miedo de que explotara del todo. Intentó tranquilizarla:

- Vale, vale, tranquila, no pasa nada. Tienes razón, te entiendo. 
- No, no me entiendes una mierda. Pero me da igual. ¿Quieres oírlo? Sí, me importa, me importó cuando vino y me importó cuando se fue, me importó todos los putos segundos en los que estuvo. ¿Pero sabes qué? Después de todas las hostias, de todos los golpes, de toda la mierda que intentan venderme, de todas y cada una de las decepciones, tengo una respuesta muy clara, para ti, y para ellos. Sí, me importa. Pero yo me importo más.

La miró con una mirada llena de dolor y rabia. Le dio el último calo al cigarro y lo tiró al suelo. Se metió las manos en los bolsillos de la chamarra y tiró a andar hacia el río. No había luna y hacía frío, pero le daba igual. Quería andar y no pensar. Dejar que el dolor se fuera atenuando. Detrás de ella, su amiga todavía tenía una última pregunta.

- ¿Yo también te falle, verdad?

No se dio la vuelta. Respiró hondo dos veces e intentó que la presión del pecho no pudiera con ella. Un millón de pensamientos en un sólo segundo y esa imagen. Esa puta imagen otra vez.

- Sí, lo hiciste. 
- ¿Y por qué nunca lo hablaste conmigo?
- Porque no quería escucharte.
- ¿Por qué?
- Porque volverías a elegirle a él.

Y así, con una lágrima asomándose al abismo, siguió caminando con la esperanza de que algún día todo volvería a estar bien. 



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