Wednesday, January 30, 2019

Todo era como volver a empezar y, sin embargo, se le hacía familiar, algo en el aire, en la contaminación color ceniza y todo aquello que no se decía parecía que venía de algo ya vivido, de otro polvo de estrellas. Todo parecía indicar que habíamos puesto el contador a cero, pero no, todos los recuerdos, todas las heridas del corazón, las cicatrices provocando la entropía y todo eso que somos que ya esta hecho jirones. El peso en la espalda era el mismo y a todo el mundo le  parecía que el brillo de sus ojos era un poco menos brillo, pero solo había que mirar bien, acercarse lo suficiente, milímetros, y entonces, la risa, la magia, volvía a ocurrir el milagro, todo eso que hacía Campanilla, gota de miel en los labios. También todo eso, todo lo que ocultan los tejados, las buhardillas, los baúles, los cajones, todo lo que nunca quisimos enseñar pero sentimos, lo que nos partió, lo que nos acuchilló el alma. Corres las cortinas y te escondes del mundo y sus mentiras, también de todo este circo que montaron. Nosotros no les dijimos que lo queríamos así, pero ellos lo hicieron y vinimos a él y en él andamos. Intentamos bailar, seguir el movimiento de las notas de la música que nos recuerda a cuando éramos chiquillos, a cuando todavía no nos importaba el fin de mes, las agujas del reloj, las arrugas en la cara, simplemente el balón, dar otra patada. Y no importaba el gol, la echábamos fuera y era igual de importante, el intento, el regate, vivir en el momento, ser. No importaba el gol, ni siquiera contábamos, sólo jugar, sólo fluir, nada de esa competencia que nos inoculan, nada de esa mierda, libertad en los pies y en las retinas.

Todo era como volver a empezar. Volver a arriesgarse.





No comments:

Post a Comment