- La he encontrado.
- ¿A quién?
- A la mujer perfecta.
- ¿Enserio?
- Sí. Es preciosa, tiene el pelo super brillante, sonríe de una manera que todos la sonríen de vuelta, y tiene los dientes más blancos que he visto en toda mi puta vida. Habla super bien, es super elegante, viste como mi madre querría que vistiera mi hermana, y sabe cocinar. Es perfecta. Es simplemente perfecta.
- Jo, ¿pues qué bien no? Me alegro mucho por ti.
- Pues no. No te alegres.
- ¿Y eso por qué?
- Porque me mira y no siento eso que sentía cuando me mirabas tú, porque nunca se le caen las cosas al suelo y no puedo hacerle esas bromas que te hacía, porque es super correcta y nunca mete la pata y eso es aburridísimo, y usa un camisón negro super sexy para irse a dormir, pero no le gusta hacer guerras de almohadas y ¿entonces qué coño puedo esperar de ella? No pone la música a toda hostia y se pone a bailar en bragas en medio del salón, siempre llega puntual, y nunca nunca nunca me roba las sudaderas. Le cae bien a mi madre, a mi padre, y hasta al vecino, y nunca nos enfadamos, y si lo hacemos habla en ese tono que dios ¡la odio! No soporto que no chille, que no sea una loca del coño que se tira de todos los tejados. Es tan perfecta que yo sólo consigo pensar en todos tus defectos, y me doy cuenta de que eso es lo que te hace a ti tan especial y diferente y a ella tan normal, tan corriente, tan sumamente aburrida. Es perfecta y no la quiero. No la quiero nada. No hace que se me aceleré el corazón cuando se me acerca por la espalda, porque no me tira, no se monta encima mío, no me empuja, no me pega, no se pone a hacer carreras locas por toda la casa. Y luego, luego.. cuando estamos en el baño lavándonos los dientes.. no hacemos guerras de pasta.
La miró a los ojos con todo el amor del universo concentrado en sus pupilas.
- Vuelve. Necesito que volvamos a hacer guerras de pasta.
- ¿Pero no decías que yo no era la mujer de tu vida? ¿Que la mujer de tu vida nunca sería tan absolutamente desastre?
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