Haré grandes cosas.
Sin ti.
Contigo.
Eso ahora no importa mucho en realidad.
Haré grandes cosas.
Esas cosas que nadie ve, ni verá nunca.
Pequeños lienzos en papeles amarillos.
Versos que nadie llegará a leer.
Esbozos de una magia incomprensible.
Haré grandes cosas.
Llenaré la nevera de natillas de vainilla,
y plantaré tomates en un rincón del balcón.
Aprenderé a escribir canciones
en el vaho del espejo
y abrigaré el suelo de madera gastado
con alfombras que me lleven a Estambul.
Haré grandes cosas.
Tendré un perro enorme que se llamará Simba
al que le dejaré dormir a los pies de mi cama y al que sacaré
a pasear por la playa o por esos campos tan llenos de ella y de mí.
A pesar de lo que duela.
Haré grandes cosas sí,
pintaré sueños en folios de papel reciclado,
y leeré poemas a la luz de la luna,
y seguiré cantando y bailando
y esperando a la lluvia
como quien espera cada año
la llegada de la primavera:
con ansia y con los ojos llenos de margaritas.
Haré grandes cosas,
sí, haré grandes cosas.
Porque lo mejor de la vida
es todo aquello que no se mide en monedas.
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