Hace tanto que no veía algo tan bonito como tú que no sé qué hacer con las palabras. Intento ponerlas en orden, hacer que bailen al compás de tu risa, pero no lo conseguiría ni en un millón de vidas. Eres demasiado todo-eso-que-nunca-supe-escribir. Y seguramente no te hayas dado cuenta aún, de que cuando te ríes el aire se llena de luz, la vida se viste de fiesta, y los que estamos cerca nos rendimos. Nos rendimos porque no puedes saber más a chocolate, a dibujos animados, a viernes por la tarde. Joder, no sé qué hacer con tu locura, con el matiz de tu voz, con esa forma de andar que ya me sé de memoria. No sé qué hacer con todo eso que sin querer, ya sabes. Con todo eso que. Y con todo lo que. Y así unas cuantas veces más. Puedo volverme más loca todavía, y eso acojona a un nivel exponencial. Pero tú no pasas veinte veces en la vida. Tú pasas una vez. Y si te dejo pasar, sin haberme dejado la piel y las palabras, ¿con qué cara podría mirar luego a la vida?
Hace mucho tiempo que no veía algo tan bonito como tú. Y quiero que me pases, muchas veces mucho. Y luego...
Hace mucho tiempo que no veía algo tan bonito como tú. Y quiero que me pases, muchas veces mucho. Y luego...
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