Thursday, September 21, 2017

EL DÍA EN QUE VOLVÍ A CREER EN LOS OJOS MARRONES

Creí que nunca más.
Después de aquellas esmeraldas
perdidas en campos de trigo,
después de aquellos dos océanos
que sólo sabían desbordarse.
Creí que nunca más.

Miré dentro de tantas miradas
que ya no pensé que volvería a encontrarme con el fuego
cerca de un castaño tan distinto.
El brillo que emanaba
de tus ojitos marrones
fue el hogar encendido de una cocina muy casa.
Vi la chispa en tus retinas de madera
y caramelo,
encontré un motivo nuevo
pintado del color de la tierra que pisamos.
Fuiste matiz de carpintero,
piel de becerro acariciada por el viento.
Fuiste miel espesa,
tacto de barro y arcilla,
una barrica de roble llena de luz y Campanillas.

Miré y miré y me subí a un tiovivo que sólo
hablaba de vértigos,
de alturas que cabían en el fondo de unos ojos,
de saltar al vacío en canoas de colores.

El día en que volví a creer en los ojos marrones
fue el día en que me sonreíste
y los bosques te envidiaron.



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