Thursday, January 25, 2018

Escribo tierno porque soy bizcocho y no me quiero enfadar.
Escribo dulce,
algodón de azúcar,
abeja posada en pétalos
que incitan a soñar con unicornios.

Vo-mi-ti-vo.

La vida es sangre, y llanto, y grito.
La vida es también desgarro en el pecho, restos de metralla en el costado.
La vida nace del dolor y en el dolor,
entre sal y aullidos y bocanadas de aire tomadas con rabia.

Así la vida
en manos desconocidas empieza,
ante un mundo indiferente y congelado
en el que un par de ojos que aún no pueden ver
intentan abrirse para atrapar la luz.

Nadie nos dijo lo difícil que sería.

Pero otras manos, olor conocido y dulce tacto
nos protegen del frío al salir de la matriz,
nos protegen del infierno y de las fieras,
nos vuelven a envolver el agua.

Esas manos son
a las que debo el pan y el abrigo,
el eterno intento de ser mejor,
mi corazón y mi vida.





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