No sé, soy una pesada, nunca paro quieta, y todo me sale mal.
Soy un desastre.
Me lo dice hasta mi padre,
y eso que es el hombre que más me quiere del mundo.
Ya ves, las cosas están así.
No soy rubia,
no tengo ojos azules, ni verdes.
De esos que parece que se te ha caído dentro el mar,
de esos que no puedes dejar de mirar.
Yo también creo que son los mejores,
y mi padre los tiene verdes,
pero yo heredé los de mi madre.
Son super marrones.
No sé,
no uso tacones.
Casi nunca me pongo vestidos,
y las faldas bueno,
no sé como van.
Suelo llevar chándal,
y jerseys anchos,
y creo que las zapatillas son lo mejor del mundo.
Luego pues no sé, tengo un millón de defectos,
podría hacer una lista y nunca pararía.
Pero lo admito sin problemas,
porque estoy tan lejos de aproximarme
a la perfección,
que realmente da igual uno más o uno menos.
Y no pretendo que lo entiendas,
porque ni siquiera lo entiendo yo,
pero eres tan bonito.
Por fuera y por dentro.
Sobre todo por dentro.
Y hace tiempo que me dejaron de gustar
los chicos malos.
No sé si me pillas.
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