- ¿Por qué le sigues dando vueltas? Te dijo que no.
- Sí, sí ya sé que me dijo que no. Bueno en realidad yo no le confesé nada. Pero él me lo dijo de todos modos. Me dijo que eso, bueno, que nunca pasaría nada. Que no podría pasar nada nunca. Utilizo esa palabra: nunca. No me gusta esa palabra.
- Pues ya está. Ahí lo tienes. No hay nada que pensar.
- Ya lo sé. Y yo seguí con mi vida. Sigo con mi vida. Pero de alguna manera siempre está ahí. Se asoma por las esquinas. Aparece en alguna parte cuando menos me lo espero. En mis sueños. Bueno, en mis pesadillas. Y no entiendo por qué. No lo entiendo.
- Porque estás tonta. ¿Qué quieres que te diga? Porque eras una soñadora que se pasa la vida viendo cosas buenas en todo el mundo, queriendo a todo el mundo, volviéndose loca por todo el mundo. Y así no se puede. Tienes que poner los pies en la tierra ya. Tienes que espabilar o te van a comer con patatas.
- ¿Que hay de malo en ser así?
- ¿No te ves? Nunca estás en paz. Siempre tienes algo, siempre pasa algo. Piensas demasiado. Estás embobada. De verdad. Además, es que no entiendo, ¿no habías decidido seguir con ese chico? Me dijiste que te gustaba.
- Y me gusta. Claro que voy a seguir con él.. pero..
- ¿Pero?
- ¿Nunca te ha pasado? ¿Pensar que si hubiera pasado algo con esa persona nada sería lo que es?
- Sí. Claro. Todos pensamos esas cosas de vez en cuando. Pero hay que seguir. Si no nos volveríamos locos. ¿Te vas a poner a deshacer las decisiones de toda una vida? No se puede. Estás aquí porque tus decisiones te han traído hasta aquí. Y lo que no está aquí, se queda atrás. No hay más vuelta de hoja.
- Ya pero no lo entiendes. No es lo mismo. Yo no lo decidí. Si el no me hubiera dicho eso, yo lo hubiera intentando. ¿Comprendes? Si él no me hubiera cerrado las puertas antes incluso de llamar, hubiera sido distinto. Quizá al final.. quien sabe.
- No. No te engañes. No habría pasado nada. Porque no le gustas. No le gustas, nunca le has gustado y nunca le gustaras. ¿No lo entiendes? En la vida hay dos formas de tomar decisiones: unas las tomas tú, otras las toman otros por ti. En este caso el decidió: te dijo que no. Y ahí se acaba la historia.
- ¿Pero es una pena no crees?
- ¿El qué?
- Que ni siquiera te den la oportunidad.
- Bueno, no sé. Las cosas van así. Mejor antes que tarde ¿no? Al fin y al cabo, ¿no te enamoraste de él no?
- No, creo que no..
- ¿Crees que no?
- Yo qué sé. Fue todo tan raro.
- ¿Raro en qué sentido?
- En todos los sentidos. Hoy todavía no sé descifrar lo que me pasó en ese momento. Fue tan, no sé, tan diferente.
- ¿Diferente?
- Sí, no sé. No sabía muy bien lo que sentía, ni por qué lo sentía. Pero en ese momento al menos, sabía lo que quería que pasara.
- Y dime, ¿qué hubieras querido que pasara?
- Que me mirara, que me sonriera, que me abrazara. Que me invitara a ver una peli en su sofá. Que no dejarámos de hablar en toda la puta noche. Que me contara toda su vida. Y que al día siguiente, se despertara sonriendo. No te estoy hablando de acostarme con él ni nada. No, no pensaba en eso. Pensaba más bien en mirarle, en mirarle mucho. Quería verle sonreír. Y tocarle el pelo. Y también achucharle mucho. Tumbarme encima de su tripa y contarle mil historias. No sé. Esas cosas tontas que a ti no te gustan nada. Quería ser tonta con él.
- Bueno tonta ya eres. Mira, eso ya lo tienes.
- Que idiota eres, enserio.
- No, de verdad. Eso todo es muy bonito. Que sintieras eso. Que le quisieras tanto. Pero no puedes seguir anclada en algo que no fue y que nunca será. Porque más tajante no pudo ser, y tú estás haciendo el tonto dándole tantas vueltas a toda esta mierda. ¿No te das cuenta?
- Sí, ya lo sé. Tienes razón. Pero es que era mi margarita.
- ¿Tu margarita?
- Déjalo, nunca lo entenderías. A veces, no lo entiendo ni yo.
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