Un nudo al corazón
y me pongo las botas.
Esas amarillas que no le gustaban a nadie
y que ahora lleva todo el mundo.
Que asco de copias.
No quiero ser yo.
Y no quiero ser otras.
Quiero mirarme en tus ojos
y sentir que empiezo a despertar.
A la mierda.
Me mata el hecho de saberte
tan relativo.
Es todo tan absurdo.
Estoy.
Y luego nunca están.
La vida pasa y
yo sigo mirando a las piedras del camino
como si fueran ellas
las culpables de mis caídas.
Fui yo.
No supe saltar a tiempo.
Nunca más.
¿Pero de qué coño sirven las palabras
si luego siempre actuamos
igual?
Nada cambia nunca.
Me matas.
Y sin embargo,
más viva que nunca,
estoy dispuesta a derribar todas las puertas.
Por mis ovarios que voy a pasar.
A veces te pasas esperando media puta vida
y en una milésima de segundo lo sabes.
Es acojonante.
Pero lo sé.
Y ya no hay quien me pare.
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