Amanece en sus ojos mientras el mundo da otra vuelta y la vida es tan dulce que todo sabe a bizcocho, a batidos de fresa con un montón de azúcar, a ella cuando se pone a reír. Amanece en sus ojos y me quedo sin aire, mirándola en silencio mientras enciende el mundo. Es como un milagro que no cabe en un cuerpo, como un torbellino de colores que nadie se atrevería a pintar. Un puto terremoto. No me preguntéis desde cuando, he perdido la noción del tiempo, pero creo que ya me enamoré de su pelo en otra vida, en otro tiempo, en otro universo. Y no sé, no consigo entender qué le pasa a mi cuerpo cada vez que se acerca, cada vez que pasa a pocos centímetros de mí, cada vez que me toca sin querer. Pero joder, ardería en el infierno por volver a sentirla a sólo un roce de distancia, aunque ella ni siquiera se de cuenta de que pone mi estomago del revés, de que hace que mis piernas parezcan mantequilla, de que mi corazón se acelera cada vez que su pelo anda cerca. Y qué puedo hacer cuando todo es un desastre y la vida me tiembla en todos los puntos débiles cuando el viento sopla del sur y el aire sabe a mojarse los miedos. Y qué coño hago cuando ella es magia y yo una maraña de nervios que hace tiempo ha perdido el norte. Quiero despertarme al este de su espalda, decirle que desde que ella ya nadie, enredarme en su pelo cada luna llena y no soltarme. No soltarla. Quiero decirle que me pasaría toda la vida aprendiéndome cada peca, cada lunar, cada marca, cada cicatriz, cada gesto y cada sonrisa suya de memoria, hasta sabérmela tan bien que si algún extraño algún día me preguntara por ella pudiera describirla con precisión milimétrica. Y joder, cómo fliparían. Pero cómo no flipar si en sus ojos caben mil tormentas y mil algodones de azúcar, un millón de canciones y toda una eternidad de locura irrefrenable. Cómo no flipar si en el momento en que la miras el corazón se te para para decirte: ¿La ves? ¿La has visto? Es una estrella en la tierra. Y tú tragas saliva y sonríes. No porque no duela, sino porque a pesar del dolor cuando ves a alguien brillar tanto, sonreír es de cajón.
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