tiene los ojos del color del cola-cao, y cuando se suelta el pelo va formando huracanes por donde pasa. qué putada, que sea tan de cristal, tan frágil que parece que se vaya a evaporar justo al tocarla. da igual de qué color sea el día que siempre lleva una sonrisa en el bolsillo, por si las moscas, o por si alguien necesita sentir que hasta en el peor de los paisajes se puede volver a brillar. les regala canciones a los pájaros, mientras camina por calles que están llenas de cualquier cosa que no sea habitual. nunca la verás coger las rutas marcadas, se alejará siempre inevitablemente de formar parte de ese odioso club llamado rutina. y le dará la vuelta al mundo ochenta veces en un día. es así, tan loca e imprevisible que no sabes cómo empezar a correr en el próximo "el que llegue antes se libra de pagar", o cómo coño contestar la próxima pregunta imposible que te haga "¿tú crees que Alicia en el cuento se duerme de verdad y todo es un sueño o que lo que pasa es real?". y a veces, cuando el cielo está muy muy oscuro, en esas noches sin luna, y se pueden ver todas las estrellas, dice cosas como "joe, somos tan pequeñitos comparando con el resto del universo que me parece un milagro que ahora mismo estemos hablando." y tú te callabas. ¿porque qué ibas a decirle? sólo la mirabas, y la escuchabas y entendías que era indomable y que estaba loca y que siempre lloraba con las cosas más corrientes, y que todo le parecía mucho más importante de lo que era para el resto de los mortales. estaba llena de curiosidad y flores, y de una canción que sonaba a soul mezclado con rock de los ochenta. sí, todo el mundo sabía lo rara que era, incluso ella, pero sonreía y no decía nada y se limitaba a sacar la lengua o a hacer un gesto raro con la cara, y entonces era cuando tú pensabas: y qué bonita su rareza. y sí, tiene un millón de defectos, como hablar demasiado rápido o dar patadas a todas las piedras que se encuentra en el camino, pero cuando estás con ella, ni siquiera te importa que no le guste el café, que sea más lista que tú o que nunca diga bien la palabra "incomprensiblemente". te da igual porque sonríes, porque ella sabe a mantas y días de caramelos, porque huele a primavera y siempre tiene sueños esperando en las pupilas. porque no hay manera de no acercarse y sentir que ya no vas a volver a quererte ir nunca, porque cuando un corazón tan vainilla te abraza, el resto del mundo, de repente, sabe mucho más a volver a casa.
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