Thursday, November 24, 2016

La luna. El universo paralelo de unos labios que no rozas. Canciones que saben a noches de verano y cerveza. A reírse hasta que el mundo se acabara. A saltar todas las verjas. A locura. Las farolas tiritando en unas calles desconocidas y yo partiéndome la camisa mientras te tarareo. Eres música mezclada con avellana y chocolate, algo parecido a un huracán indomable. Estoy nerviosa, siento el vértigo hasta la punta de mis botas, y la noche no me sirve para calmarme los miedos. Mis monstruos se sientan conmigo a ver cómo el universo se desploma, y en un abrir y cerrar de versos me encuentro con ella otra vez. Es la más bonita de todas mis musas, pero sabe que esta vez no voy a poder. Que hoy no lluevo. Estoy de rodillas al borde de una alcantarilla por la que tiro todos los poemas que llevaban tu apellido. Joder. Quién puede entender que un sólo corazón pueda latirte tanto. Quién puede entender que después de 86 universos todavía me queden restos de ti en las ojeras.

Respirar, que los pulmones de me llenen de átomos helados. Esperar que el invierno pueda llevarse las cenizas. Nevarme encima, dejarlo todo en blanco. Como si debajo de esta carne y estos huesos tú jamás hubieras respirado. (Como si aquella vez de verdad no hubieras estado.)





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