Monday, December 26, 2016

Es difícil, alejarse del verde y de la lluvia. Del viento frío que me revuelve el pelo y del mar más bonito que han visto mis pupilas. Es difícil, alejarse del "agur", del "quedamos en el Xau", del sabor a casa. Es difícil, joder, es difícil. Pero os juro que no hay nada más difícil que alejarme de las sonrisas más jodidamente tiernas que me he encontrado en la vida, de los corazones de azúcar y las miradas que saben a chocolate con almendras. Es difícil, alejarse de ellas. Cuando la música suena y el tiempo se para y somos nosotras por una eternidad. Cuando la risa es fácil y las carcajadas rompen los miedos. También cuando el rimmel se corre y se nos encoge el pecho, y sabemos sacarnos sonrisas a través de la tristeza. Son mis hombros, en los que me apoyé cada vez que no podía más. Los hombros por los que mataría. La vida sigue, y mientras ellas se quedan yo pongo rumbo al sur. Vuelvo a ti, Madrid. Vuelvo a tus calles. Esas calles que no me sé de memoria pero anhelo conocer, esas calles que ya he pisado y a las que quiero volver. Quién lo diría, que después de tantas lunas y tormentas sería capaz de encontrar un rincón en el que pudiera ser yo sin condiciones. A pesar de esas canciones, a pesar de los recuerdos.Y tengo que darte las gracias, ciudad de un millón de caras y un sol diferente, porque aunque me acojono cada vez que pienso en lo enorme que eres, cuando menos me lo espero, me das alas, y vuelo.



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