Thursday, December 22, 2016

las últimas líneas de ese poema de Eliot. la carne de gallina. respirar y sentir que se te llenan de miedo los pulmones. bajar las armas, resignarse. tus ojos son un lanzallamas dirigido a mi espina dorsal, pronto estarás quemándome los átomos. y yo intentando escribir en las nubes. intentando dejar colgado por ahí algún poema que hable de algo parecido a perdonarnos. cuanta mierda dejé guardada en el lado izquierdo del miocardio. cuanta mierda que hoy aún me sigue pesando. apunté tu número de teléfono en la parte de arriba de una de las últimas páginas de esa libreta. sabía que nunca volvería a usarlo, pero no fui capaz de tirarlo a la basura. no me preguntes por qué, anduve al revés casi toda la vida. suspiro. intento entender lo que tengo debajo de la piel y sólo me entran ganas de arrancármela a jirones. tanto desastre no puede ser bueno. pero aprendí a llover. a bailar a contrapié cualquier día entre semana. y ya no dejaré que nadie me apague las ganas. a pesar de los monstruos y todos los semáforos en ámbar. a pesar de las noches de hielo y las ojeras que saben a cagarla. soy una maraña de nervios y ruinas que se desangra cada vez que empieza a desnudar palabras. y qué fácil fue escribir cuando el mundo era ceniza. qué fácil naufragar con tu voz en mis costillas.

una vez más invierno. pero mis ojos brillan tan primavera que hasta mis canciones se han puesto a bailar. aprender a reírse en medio de la tristeza también es un arte. yo y mi locura lo aprendimos hace tantas lunas que ya no nos da miedo salir a correr, a volar... a lo que sea.






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