de no ser porque no las hice.
Y así,
la vida pasa
sigilosa,
dejando sólo
un rastro de pétalos marchitos
que no volverán a florecer.
O te pinchas
o mueres.
Y no hay segundas oportunidades
en este puto raíl.
O te subes al tren,
o te atropella.
Y si descarrila,
al menos podrás decir,
que desde la ventana izquierda
del tercer vagón,
la vida por un momento
pareció follarse
al universo.
[Escrito en 20/12/2014]
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