Sunday, December 31, 2017

Y a ti no te cuento que a veces quiero salir corriendo y no decirle a nadie qué destino marca el billete de avión. No, a ti no te lo cuento. No te lo cuento porque no quiero que pienses que me he vuelto loca o que te preocupes sin motivo. No va por ahí. A veces me quiero ir porque pienso que todo el rato veo a la misma gente, observo los mismos gestos, oigo los mismos discursos, las mismas palabras vacías, las mismas bromas, las mismas frases para intentar conquistar lo inconquistable. El mismo tedio. Y me aburro. A veces me aburro tanto que sólo quiero encontrarme con alguien al que le apasione Harry Potter lo mismo que a mí o que se acuerde del mundial del 2006 y podamos comentarlo. Porque están los que no entienden por qué me gusta el fútbol y también las amigas a las que no les interesa en absoluto. Y luego todos esos chicos que piensan que porque eres chica no tienes ni idea de lo que estás diciendo. Pero yo siempre he sabido lo que era un fuera de juego. Estamos llenos de clichés. Igual alguien se asombra si le cuento que uno de los sonidos que más me gusta del mundo es cuando le das bien al balón con la bota de fútbol. Con las zapatillas normales no suena igual. ¿Pero a quién le importa escucharme decir eso? Por eso no lo digo. Y por eso te sigo sin contar que a veces quiero salir corriendo. Pero sí, quiero salir corriendo. A cualquier sitio en el que pueda perderme entre callejas y azoteas, entre rascacielos y luces de neón, entre palmeras y mares en los que pueda verme los pies rodeados de peces. A un lugar donde no haya barrotes y todo sea viento y tormenta, atardecer sin agujas, despertarse entre sirenas. Porque si no puedo pertenecer, al menos quiero pertenecerme. Hacerle tanto caso a mi vocecilla interior que ya no vuelva a darme miedo decir que no, que no me da la gana. Y me la bufa, ¿sabes?, todo eso que me dicen que tengo que. Porque sólo yo sé lo que de verdad me late, las vueltas que le daría al mundo, las veces que volvería a buscar esos tejados. Sólo yo lo sé y lo siento, susurrándome al oído en todos mis presentes.

No te lo cuento, a ti no te lo cuento. Aunque la mayoría del tiempo me sienta una extraña, aunque la mayoría del tiempo me sienta forastera en mis propias coordenadas. No quiero que me mires con esa cara, que pienses que no es el resto si no yo, que confirmes que soy la excepción de la regla: que soy yo la rara. Y es que soy un libro abierto y me leen a voces, y sería previsible pensar que lo comprenden. Pero la mayoría de las personas que más quiero en esta vida no saben por qué no me gustan los paraguas o por qué me gusta tanto esa canción. Tampoco Pero no hace falta que lo sepan. Y me quedo, y a veces espero milagros, porque el corazón es tierno por defecto. Y hay laderas que son lluvia y son hoguera, que son matriz y regazo, que son caricia y abrazo.

Y pasa otro día, otro año, y yo me quedo.

Pero siempre seguiré queriendo ir a Nueva York. Yo también quiero saber a dónde van los patos.






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