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Mírame. Soy la de siempre. Un poco más loca, un poco más vieja. Me siguen gustando las mismas cosas. La lluvia, y el olor de la tierra mojada. El sonido del mar. Revolcarme en la arena. La hierba y su color. Pisarla descalza. Correr. Saltar. Bailar. Reírme a carcajadas. Sigo adorando las sonrisas, sigo adorando las miradas. Me siguen gustando las zapatillas viejas, las hoodies enormes. Las gorras. Joder, eso siempre, ya lo sabes. Andar por la calle con los cascos a todo volumen. Su voz. El olor de los libros viejos. El librillo con las letras de un CD recién comprado. La manta y el sofá. El cola-cao. Las pelis que acaban bien. El color azul. El chocolate. Despertarme antes de que suene el despertador. Una ducha caliente en invierno cuando llegas helada a casa. La tele. Los sueños bonitos. Los versos, las rimas. Escribir hasta quedarme dormida. Escribir, y escribir, y escribir. Y no parar de escribir. Eso también lo sabes. Ya ves, aquí nada cambia, todo sigue igual, sigo siendo la misma.

La misma que aquella noche decidió no dejar que pasaras de largo.