Monday, September 17, 2012

Corre.


Cada vez más rápido.
El viento en la cara.
El viento en el pelo.
Y los pensamientos se van quedando atrás.
Y todo se va quedando atrás.
Y ahora sólo corres.

Llegar al horizonte.
Allí donde se juntan el cielo y el mar.
Llegar, y sentir que ya no hay nada más.
Que te puedes sentar a descansar.
A coger aliento.
Mientras las estrellas te guiñan los ojos desde el cielo.
Y hacen que todo parezca más real.
O no.

Y si todo es un sueño, no quieras despertar.
El ruido de la ciudad es demasiado amargo.
El asfato está duro, y es frío.
Y todas las caras son desconocidas, de un modo extraño.
Y si todo es un sueño, haz que soñar sea lo único que importe.
Y el día que el cielo, el mar, la tierra tiemblen.
Entonces ten miedo.

Y si nada es un sueño, y si todo es real
Reniega de los placeres de una absurda rutina.
Y busca algo más.
En cualquier lugar, menos en la gran ciudad.
Sal. Huye. Corre.
Para poder soñar.
Aunque el sueño nunca pueda cumplirse.

Y si nada es un sueño.
¿Entonces para que dormirse?
Cuando los sueños terminan, y se esconden debajo de la almohada, la realidad resulta aún más desagradable.

Hoy llena tu taza de café.
Mira por la ventana.
Observa la luna.
Las estrellas.
Y siente el viento de la noche.

Y piensa, que da igual de que color sea la realidad.
Da igual de que esté hecha.
Nos alimentamos de los sueños más imposibles.
Asi que sueña.

Así que corre.




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