Wednesday, September 5, 2012

Fragmentos (escrito en abril)


- Mírame, no tengo nada. Solo unas cuantas hojas en blanco, y un lapiz sin afilar. Muchos dirían que soy pobre, y puede que si lo sea. Según su punto de vista. Desde el mío, no lo soy. No lo soy en absoluto. ¿Tengo el mundo en mis manos comprendes? El que quiera. Puede ser tan grande como este, o 100 veces más grande, o infinitamente pequeño. Puede que esté creado a base de puentes de hidrógeno, o que solo contenga hierro, o diamantes, o que esté formado por no sé que gas extraño. Puede que no tenga color, o que sea de todos los colores. Y que mil y un seres extraños vivan en él. O también puede estar totalmente vacío, sin una flor, sin una brizna de viento, sin nada. Puede ser un mundo solo de ideas, de palabras, de frases. O estar lleno de ruido, de sonido, de eco. Un mundo lleno de carcajadas. O uno lleno de lágrimas. ¿Como quieres que sea? Puedo crearlo para ti. Ahora mismo. Dime cual quieres que sea tu mundo, y lo crearé por ti. Solo necesito mi lapiz. Y esas hojas en blanco.

- ¿Pero de que valdría? No sería real, jamás lo sería.

- Difiero. Real es todo aquello que para ti tenga sentido. Aquello que te haga sonreir, vibrar. Aquello que te haga sentir que vives, que respiras, que existes. Tú eres tu mente. Y tu mente puede vivir donde quieras que viva. Y puede viajar a donde quieras que viaje. ¿Quien dice que lo que está en tu cabeza no es real? Es tan real como el mundo físico. Pero es mejor, porque tiene infinitas posibilidades. No tiene fronteras amigo. Es infinito.

- Quizá tengas razón.. pero sigo creyendo que una gran casa con jardín y un coche reales, son mejor que un millón de palacios imaginarios.

- Allá tú. No voy a intentar convencerte.

- En realidad lo que pasa es que no te gusta ser pobre.

- Amigo mio, la pobreza del espíritu es mucho peor que la pobreza del bolsillo. No te confundas, yo tengo una gran riqueza. En todos mis libros, en mi lapiz, en mis hojas, en mi mente. La tengo ahí. Es mía, solo mía. Nadie la ve. Por eso creen que no tengo nada. Pero tengo un mundo entero, un millón de mundos. Ellos tienen dinero. Pero no tienen nada más. Y el dinero jamás les dará nada como lo que te dan los libros, como lo que te da la imaginación, o el poder infnito de nuestra mente, el poder infinito de las palabras.

- Hablas tan raro. Para mi todo eso no significa nada.

- Quizá para ti no, y para ellos tampoco. Y no intento hacer que signifique algo. Solo intento mostraros la puerta hacia un universo superior. Pero si no quereis entrar estais en vuestro derecho. Yo, personalmente, prefiero viajar allí todas las veces que puedo. Y en eso estoy.

Me miró con cara rara, y suspiró. Se que jamás entenderá lo que intento decirle. Él no es libre, su espíritu no es libre. No viaja a lugares imposibles, no intenta descifrar misterios indescifrables, no intenta perderse en ciudades que ya no están, o que jamás estarán. Cuando leo viajo a otro mundo, y cada mundo me ofrece algo tan sumamente exquisito que es imposible rechazarlo. Para mi es la mayor de las riquezas. Y cuando escribo, con mi lapiz sin afilar en mis hojas en blanco, creo los mundos que a mi me dan la gana. Soy libre. Completamente libre. Puedo hacer, sentir, decir, vivir, cosas que en la vida real no podría. Por falta de medios, porque no están bien vistas, o la ley las penaliza, porque esas personas no existen y esos lugares tampoco, o porque simplemente mi yo imaginario desaparece cuando vuelvo al mundo real. Pero en esos momentos, en esos momentos que me pertenecen y nadie me puede robar, ni destruir, ni cambiar, en esos momentos mi mente es tan jodidamente libre que siento que no quiero parar. Y escribir, es y será siempre la única droga que nunca podré dejar. El único vicio. La única posibilidad. La riqueza más absoluta de mi mente y de mi alma.

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