Están durmiendo en mi salón.
La vida diciéndome:
sonríe, todo está bien.
La locura de esas calles
con ella a mi lado.
La locura de ese supermercado
con ellas haciéndome
la putada.
Y lo que las quiero.
Mil historias que contarles,
y no puedo estar triste.
Aunque les esté
contando mi desastre más total,
mi hecatombe más absoluta.
Cuando ellas me escuchan
la vida es más tierna,
y casi se olvida del dolor.
Es sabor a chocolate,
sabor a caramelo,
sabor a saber,
que no van a dejarte caer
ni una sola vez.
Y eso
es
sagrado.
Otra oportunidad
en estas coordenadas.
Empezar de cero,
volver a respirar.
Y ellas dándome
su lado bueno.
La soledad sale volando
y de repente
siento que puedo
tocar el puto cielo.
Pregúntale al barrio
cuantas veces me ha visto sonreír así.
Sevilla es mi paraíso.
Y ellas están durmiendo en mi salón.
Todo está bien.
Todo está bien.
Están conmigo.
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