Llueve
en las
calles
de mi alma
y yo sin paraguas
otra vez.
Que el sol salga por
donde quiera
y toda esa mierda,
que yo no sé
qué coño hacer
con estas cenizas.
Dibujo palabras
que no riman,
piezas que no encajan,
notas que no armonizan:
mi mundo entero
está desafinado.
Y no hay manera
de ordenar
este desastre.
El caos se desliza entre mis dedos,
y mi centro más íntimo
aún me habla de ti.
Puedo temblar
sólo con oír tu nombre.
Me mareo a ratos
e intento esconderme
detrás de jirones
de piel,
como si debajo no hubiese nada,
como si mi alma
sólo fuera
un eterno vacío.
Y que mentira este silencio.
Y que descaro.
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