Es super bonita.
Como una madre haciéndole cosquillas a su bebé recién nacido. Como
una estrella fugaz en una tarde de verano. Como una pareja de
ancianos dándose la mano. Como un mar enrabietado, como un bosque
respirando. Si, es super bonita. Tiene el pelo del color del fuego y
un hoyuelo de esos que te hacen querer morir a cambio de un segundo
rozando su boca. Y se ríe de manera que podría parar todas las
guerras y hacer que el mundo entero se pregunte qué puede haber
después, cuando en esa carcajada ya lo han sentido todo. Es super
bonita, joder. Y yo la miré y entendí por qué hay cosas que no
pueden decirse, por qué hay momentos que no pueden escribirse, por
qué la vida es ahí fuera, donde animales como ella suspiran y
cambian el viento, y no aquí, en este papel, dónde sólo puedo
recrearla, pero jamás captar la totalidad de esa esencia que te
desgarra un trocito de alma. Y es que es tan bonita, que ni en mil
vidas podría intentaros explicar qué le pasa al aire cuando ella lo
traspasa.
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