Thursday, May 12, 2016

Fue el baile de las peonzas, la vida dando vueltas en medio de la tormenta, sin miedo a ser arrasada, esbozando un "que se jodan los gigantes, aún tengo la lanza", y toda la mierda que cabe en unos ojos color ceniza. No puedo limpiar todas las gotas de sangre que cayeron al suelo, pero sí puedo intentar bailar descalza encima de los escombros de esa vida que no quise. La libertad sabe a todo eso que no se puede escribir, a todo eso que no cabe en ninguna de esas pantallas. Muérdeme el alma y luego vete, oxigena el fuego con un hasta luego de esos que suenan a olvidarse. No soy la que plantó las rosas, pero me clavé todas las espinas una a una hasta agotarme. Hoy el mundo es diferente sólo porque tu nombre ya no sigue siendo impronunciable. Y que raro suena todo con esa música de fondo.

Fue el baile de las peonzas. La vida tiritando y a punto de explotar. Un cuerpo lleno de un millón de ojalás a la puerta del infierno de las promesas incumplidas. Llegué a destiempo, como uno de esos autobuses que no tienen consideración con los horarios de cientos de corazones, y aunque la vida se empeñó en lloverme encima como si Noe hubiera existido alguna vez, yo miré hacia arriba y pensé que nunca jamás vi nubes tan bonitas. Eran como algodones de azúcar. Y prometían huracanes incapaces de amainar.

He pintado el asfalto con una tiza de color rosa.
Pásame la peonza,
me voy a poner a bailar.



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