Sunday, May 22, 2016

Hay días que son como un tazón de cola-cao que no se acaba nunca. Como un remolino de lluvia que hace que el aire huela a ozono, a días de charcos y catiuscas de colores. Días como océanos de color verde  infinitos, días como domingos por la tarde en los que vuelven a echar tu peli favorita, y te metes debajo de la manta mientras comes cereales y todo sabe entonces a chocolate con almendras. Días en los que no importa lo mal que te salgan las cosas, o que estés más torpe de lo normal, o que te confundas de palabras, o que se te olviden las llaves, porque por alguna extraña razón todo suena a Sara y el resto del mundo y tu desastre dejan de importar de golpe. Días como aquel verano, en el que pasábamos las noches mirando estrellas, hablando de todo y de nada, riendo y escondiéndonos para que no nos vieran besarnos cuando el reloj pasaba de las tres de la mañana. Días así, con Space Bound de fondo, y sus ojos verdes, y su hoyuelo derecho, y esa forma que teníamos de hacer que los minutos contaran el doble, como cuando un equipo en Champions marca un gol fuera de casa. No puedo decirte por qué, y tampoco quiero averiguarlo, pero sí, hay días que saben a chicles de fresa, a gominolas de las que nos hartábamos cuando éramos pequeños, a chocolate caliente un día de invierno, a pan recién hecho, a sonrisas de nata. Días que son tan bonitos que no sabes dónde meterlos, días en los que ni mil fotos ni un millón de palabras podrían captar la ternura que emanan. Días de azúcar, de miel, de leche condensada. Días que son como cuando en el bar ponen tu canción favorita y no puedes dejar de bailar. O como cuando miras a esos ojos y te tiemblan las manos y te vuelves idiota. y se te nota en la cara. O días como ella, cuando sonríe y destroza el tedio, el sopor, la rutina. Cuando lo llena todo de mariposas y forma un vendaval de flores silvestres que se me enredan en los ojos haciéndolos brillar. Días que nunca habría imaginado que pasarían, pero que curiosamente pasan y te hacen cosquillas en la espina dorsal. Días como cuando salías del cole y tenías pan con chocolate para merendar. Sí, días azules, días de espuma, días de magia.




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