Te veo en medio del caos
y mis átomos tiemblan.
No hay paz para los corazones rotos.
Dijimos eso de nos la jugamos a piedra, papel o tijera,
y acabamos cortándonos todos los tendones.
Ahora ya no salimos a volar.
Salió a buscarla
y se encontró con los escombros.
Esnifó todas las huellas que fue dejando
pero no consiguió encontrarla
en ninguno de aquellos otros cuerpos
de tallas 95B
y pieles de cristal.
Hay cosas que no se pueden tocar,
magias escondidas debajo de una maraña de pelo sin peinar.
Cosas como todo eso que no sabes decir
y se te anuda en el pecho
creando explosivos en cuenta atrás
capaces de mancharlo todo
de vacíos.
Hace tiempo que dejé de recoger margaritas,
pero en mi cabeza
soy la misma niña que sopla
dientes de león
y lo pinta todo de azul
cuando el viento está en su contra
y la vida sabe rara.
Hay momentos en los que algo hace crack,
en los que un millón de silencios
se hacen bola
y no dejan pasar la luz,
en los que el terremoto
se siente
justo debajo del ombligo,
en los que las miradas
a otros ojos
matan más que un millón de balas.
Lo sé.
Yo estuve ahí.
No me mires si no vas a besarme.
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